Silvia Feria Monge
El percusionista
español Héctor Osorio, “El Turko”, se encuentra de visita por el Perú para
acompañar un conjunto de espectáculos temáticos. Su vasta trayectoria, que
incluye presentaciones en grandes escenarios de Europa y el Medio Oriente, lo
ha convertido en uno de los pocos cultores del género que ha logrado fusionar
arte, magia y mística en un amplio repertorio de composiciones e
interpretaciones. En esta entrevista, el músico comparte hechos relevantes de
su carrera y expresa con agrado sus percepciones sobre la cultura peruana.
Héctor Osorio, “El Turko”, percusionista de ritmos orientales. |
Cuéntanos, ¿cómo te sientes durante
estos días en Perú?
Mi llegada a Perú fue mágica e impensada. Fue gracias al
dato de una amiga que la bailarina y museóloga Leyla Almajar contactó conmigo
para un evento temático. Decir que me siento pleno quedaría corto. Esto es
mucho más de lo que yo esperaba. Perú ha hecho que le coja mucho cariño. Me
gusta el arte, el folclor y la variedad que tenéis. Se ve que ustedes estáis
más conectados con su cultura, todo está vivo.
La música oriental es poco conocida.
¿Cómo es que un joven español apuesta por este arte, existiendo otras posibilidades
más comerciales?
Yo ya estaba familiarizado con la percusión oriental,
porque viví un tiempo en Melilla, pero formarme fue difícil, porque no hay
maestros y se necesita investigar en los propios lugares donde se practica. Sin
embargo, aprender percusión te permite conocer la magia de las culturas. En esa
búsqueda he pasado por Marruecos, Turquía y Egipto. Guardo buenos recuerdos de
El Cairo. Los árabes son muy acogedores: te invitan al escenario y, si
realmente les gustas, te quedáis allí. No aprendí el idioma árabe, pero sí
aprendí el idioma mágico de la percusión.
Esa búsqueda debe haberte ofrecido
grandes satisfacciones como artista…
Definitivamente. Me satisface haber tocado para grandes
bailarines como Nesma o Tito Seif y la conformación de mi compañía de danza
árabe, que demandó movilizar a distintos músicos y se logró formar una especie
de escuela en Madrid. Sin embargo, la verdadera satisfacción es haber recibido
la energía que desprende el público cuando recibe el arte. El público y el artista
necesitan esa conexión. Es magia lo que hay entre ellos. No sé cómo se llega a
eso, creo que haciéndolo de corazón: viviendo, sintiéndolo plenamente.
Para nosotros la música oriental es
bastante exótica, ¿qué podrías decirnos para aproximarnos a ella y a su
cultura?
Conocer otras culturas es bueno, porque eso te muestra
que no todo está en tu lugar. En realidad, todos estamos conectados. Yo creo
que conocer y disfrutar del arte de otros lugares nos hace más humanos: tenemos
más que recibir y más que aportar. La música oriental sale del corazón y se
dirige al corazón para trasmitir valores como la pureza, la feminidad, el amor
y el respeto.
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