Miguel Angel
Villalobos Caballero
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Viaje a la Luna, de Georges Méliès (1902). |
Esta pregunta podría tener muchas
respuestas, así, el mundo sería como una naranja ¿por lo áspero?, ¿por lo
esférico? o ¿por lo acido? En realidad el mundo sería como una naranja por el
tamaño tan pequeño que tiene en relación a la inmensidad del universo, donde si
se imagina uno cualquier objeto que pulula por el infinito, no sería tan grande
como se cree o piensa.
Así, en la época que estudié en el
nido, aproveché el descuido de las monjitas para presenciar, televisivamente,
la llegada del hombre a la superficie lunar, algo extraordinario que aprecié
desde uno de los ambientes del jardín: allí estaban ellas mirando el hecho
histórico, junto a mí.
Aún tengo presente en mi memoria las
palabras de Neil A. Armstrong: «Un pequeño paso para el hombre, un gran salto
para la humanidad», que me permite repensar en la famosa interrogante ¿de dónde
venimos?, respuesta tentativa, que no sería otra que de algún lugar del universo,
tan inconmensurable.
Siendo así, a veces la noche nos sirve
para darnos cuenta de esa porción observable del universo, basta con mirar esos
puntitos estelares nocturnos, que son las estrellas, para tener esa idea de
grandeza que éste tiene, por lo que ¡cómo no imaginarse a la tierra como una
naranja!
Así, si bien el hombre soñaba por años
en cómo llegar a la luna y lo logró, ¿realmente llegó tan lejos?, cuando hay
todavía en el espacio tanto por recorrer, como que pareciese que en realidad no
recorrió nada visto desde una gran distancia, más aún, si se tiene presente a
filósofos antiguos, como Zenón de Elea con paradojas, como la de Aquiles y la tortuga, en la que
concluía, que el movimiento es impensable, es decir que en realidad no podemos
abandonar el lugar que ocupamos.
Consecuentemente, ¿cómo es la
condición humana?, en la que el hombre —por su condición física— no es
más que un ser limitado, en la que no puede prolongarse físicamente de manera
indeterminada en el tiempo y el espacio, es decir, que solo tiene un tiempo
para vivir y un tiempo para recorrer sus caminos, sus espacios, en la que ni
siquiera los más ricos de este mundo pueden tanto como quisieran, por ejemplo,
vivir más de los doscientos años o viajar por otros lugares fuera de la tierra,
salvo la luna, donde finalmente se darán cuenta que lo único que pueden hacer
es dar vueltas y vueltas por la Tierra; así, imaginemos de este modo a una
naranja y a un grupo de hombrecitos dando vueltas y vueltas por su capa
externa, luego de dar tantas ¿qué más podrían hacer?: nada, sino seguir dando
vueltas y vueltas, por cuanto quiérase o no, el ser humano jamás podrá avanzar
mucho más allá de su mundo, al menos en estos tiempos, a las justas, puede en
estas épocas tratar de conocer su interioridad.
Por último, si bien el ser humano no
puede realizar todo lo que quiere, por cuanto es limitado por su cuerpo y su
temporalidad, al menos debe sentirse feliz, de ser inconmensurable para creer y
crecer en sus sueños y fantasías, sobre todo en las propias mientras viva, como
por ejemplo, el querer conquistar lo inconquistable (el universo), con lo que,
a pesar de tener dificultades físicas y materiales, jamás deberá perder las
esencias espirituales, como aquellas que le permiten crear cultura y, dentro de
ésta, la cultura imaginaria. ¿Usted qué piensa?