Daniel
Gutiérrez Ventocilla
Un antiguo
mito griego describe la tragedia de catorce adolescentes que eran puestos en un
laberinto como sacrificio a Creta. Ellos, conscientes del peligro, buscaban
desesperadamente la salida antes que el Minotauro los encuentre para matarlos.
Este relato, confiesa Suzanne Collins, le sirvió de plataforma para escribir la
trilogía: “Juegos del hambre”, “En llamas” y “Sinsajo”.
Estas novelas
se desarrollan en el país inventado de Panem, con el Capitolio como ciudad
principal, desde donde se administró, en el pasado, a trece regiones o
distritos, los cuales hicieron una fallida rebelión y terminaron vencidos, desapareciendo,
incluso, uno de los distritos en su totalidad, quedando solo doce, los cuales
sufren las leyes más severas y retorcidas del gobierno.
Así,
conmemorando el “Día de la Victoria” del
Capitolio ante los rebeldes, era deber de cada distrito ceder a dos
adolescentes, un varón y una mujer, para participar en una competencia de supervivencia
en el extraño escenario llamado Estadio, donde
queda un solo ganador con derecho a vivir.
Esta trilogía,
al margen de los aplausos y pifias que recibió, es una exposición metafórica de
dos alteraciones del orden natural, tanto en genética y ecología.
Genética: las
novelas describen el apetito insaciable por transformar la naturaleza, a través
de la manipulación de los genes, así tenemos, del cruce de una ave bullera, el “charlajo”
y otra, imitadora de sonidos, el “sinsonte”, aparece el “Sinsajo” (“mockingjay” en inglés): un híbrido que
servía de espía con capacidad de memorizar sonidos y reproducirlos
puntualmente; otra creación son las “rastrevíspulas”, una clase de avispas con
veneno alucinógeno y mortífero; monos con sentimiento de odio hacia el hombre y,
finalmente, los “mutus”, una especie formada entre lobo y hombre, de aspecto
repulsivo, con capacidad de llamarse uno al otro alzando las patas y que, conscientes
de su aspecto ,andan matando motivados por el resentimiento.
Todas estas
leyendas quedarán atrás, porque el hombre, con el uso de la ciencia, está
creando su propia lista mítica en base a las prácticas experimentales,
utilizando no solo animales, sino también, a humanos. Así tenemos, por ejemplo,
al “humanzee” (hombre y chimpancé) con el objeto de crear la cobaya ideal para
los experimentos sobre las enfermedades neurodegenerativas. Existen ovejas en
la Universidad de Reno con hígados y corazones parcialmente humanos, gracias a
la intervención genética, y más de 150 híbridos de similares características
solo en el Reino Unido.
Ecología:
Suzanne Collins habla de una ecología manipulable, degenerada, amenazante, no
por el uso natural del medio, sino por la voluntad del hombre, porque parte del
Estadio es un bosque manejado tecnológicamente, con árboles que no se consumen
ante el fuego y que sirven como conductores de energía, al igual que las torres
de alta tensión, junto a neblinas que causan pustulaciones, deformidades y
muertes.
Todo ello, no
es solo literatura, porque es sabido que EE.UU. viene desarrollando el proyecto
HARP, un conjunto de antenas con las cuales se puede manipular la ionosfera,
atrofiando el estado natural del clima. Este afán fue denunciado por los rusos,
conscientes de que la amenaza futura ya no son las bombas sino el manejo
climático. Sin embargo, esta intención no es nueva, pues en la Guerra del
Peloponeso, 431 a.C., se usaron vapores de azufre sobre algunas regiones como
método de exterminio.
Finalmente, los
invito a leer esta trilogía distópica que tuvo un gran impacto masivo —el cual
no garantiza la calidad del mismo por su baja riqueza literaria—, pero que
describe metafóricamente el verdadero mundo en el cual circundamos.
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