Frases
y locuciones desentrañadas
Sandro Bossio Suárez
Los paremiólogos, es decir los expertos
en refranes, son capaces de resolver las incógnitas más extremas de los
refranes y de las frases hechas. «Una bicoca», por ejemplo, viene de la
población italiana Bicoca, donde Carlos V derrotó tan fácilmente al ejército de
Francisco I, en 1522, que la palabra pasó al diccionario como sinónimo de algo
de poco valor.
La sangre azul, dicho en alusión al linaje de los nobles, fue
acuñada no por ellos, sino por los plebeyos, quienes creían que aquéllos, de
piel extremadamente blanca por su escaso trabajo en el campo, en realidad
tenían sangre azul por las venas que se traslucían bajo la epidermis.
«Poner los puntos sobre las íes» data de cuando en el siglo
XVI se empezaron a utilizar los caracteres góticos y dos íes se confundían con
una "u". Para evitarlo se optó por colocar un punto sobre la tercera
letra de las vocales.
Muchas frases que usamos hoy han tenido un origen ingenioso. «Echarse
un polvo» tiene ahora una connotación puramente sexual. Equivale a copular o mantener
relaciones sexuales generalmente de modo subrepticio. Pero antes no tenía ese
significado. La frase nació de la costumbre social de consumir rapé, o sea,
polvo de tabaco (también llamado polvo de Sevilla). Como en una época se puso
de moda absorber este producto en las fiestas, se implantó la costumbre de
habilitar en ellas una habitación especial para «echarse un polvo», es decir
para consumir el rapé. Estas habitaciones se fueron convirtiendo, con el tiempo,
en el refugio perfecto de los amantes ocasionales y, de esa manera, se cambió
el sentido, que pasó, desde entonces, a significar “mantener relaciones
sexuales”.
La «manzana de la discordia» data de la mitología griega. En ella,
Eris encarnaba la diosa de la discordia y, se dice, que no fue invitada a una
fiesta en el Olimpo, pero de todas maneras se presentó en ella. Al ingresar
entregó como obsequio una manzana dorada diciendo que era para la diosa más
bella. En la reunión estaban Afrodita, Atenea, Hera y Palas, y, cada quien
creyéndose la más bella, empezaron a pelear por la manzana que, en efecto,
generó una gran discordia.
Decir «lágrimas de cocodrilo» significa llorar en vano y la frase
proviene de una función biológica de este lagarto, que necesita mantener la
humedad de sus ojos al salir del agua, por ello, llora constantemente. Ocurre
lo mismo cuando mastica a su presa, puesto que sus glándulas lagrimales y
salivales se estimulan mucho con esta acción.
Ser un “cornudo” hoy en día no es tan elogioso como lo fue en los
países nórdicos del Medioevo, donde los gobernadores de las comarcas tenían la
potestad de escoger entre las mujeres a las que deseaban tenerlas por una
noche. Esta era una decisión elogiosa tanto para la mujer como para el marido
de ésta. Cuando eso ocurría, la familia “honrada” por la visita del gobernador
colgaba los cuernos de un alce en la puerta para anunciar que habían sido
privilegiados. Entonces, los vecinos felicitaban al marido por «haberle puesto
el cuerno».
La expresión «a ojo de buen cubero» proviene de la habilidad que
tenían los fabricantes de cubas (vasijas contenedoras) en la antigüedad, donde
estos instrumentos tenían diversas capacidades de acuerdo al “ojo” del
fabricante.
«Poner en tela de juicio», un término sumamente usado en nuestra
actualidad, proviene de épocas romanas antiguas, del antiguo Derecho Procesal.
En este caso la voz latina “tela” significaba barrera, palestra, lugar cerrado
destinado a los debates legales. Este tipo de “tela”, entonces, no tenía que
ver con la textilería, sino con los anfiteatros judiciales. Por ello, «poner en
tela de juicio» significa, más o menos, «poner en debate» algo que merece
esclarecerse.
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