Daniel Mitma
Chávez
El año pasado, Alonso Cueto
(Lima, 1954) publicó su novela última, “Cuerpos
secretos”, una historia de amor conflictivo y acaso criminal, envuelta en
frases y parlamentos coloquiales, cuando no esforzados.
La historia se desenvuelve en
el panorama de una Lima contemporánea, donde Lourdes, una empresaria textil,
pasa por un mal momento en su relación matrimonial: su esposo, Pepe, la engaña.
En un viaje a su casa de playa, conoce a Renzo, un profesor de matemática con
quién compartirá, desde su viaje de retorno a la cuidad, pensamientos y
emociones que terminarán en algún pueblo de la sierra.
Desde el primer momento, Cueto
nos presenta la variación de tiempos entre el pasado y el presente, que se irán
intercalando en la narración para darle una mayor relevancia a ese tópico común
amoroso. Por tramos, el punto de vista fluctúa sobre él o ella, para volver con
parsimonia al narrador tercero: «Un estilo arrollador —como apunta Vargas
Llosa, sobre otra de sus novelas—, que mezcla descripciones, diálogos,
reflexiones y monólogos en una misma frase».
El drama trillado de un amor
imposible entre el precario hombre que lucha por salir adelante y la mujer
millonaria desilusionada de su matrimonio, se sustenta en la forma que adopta
la novela en sus mudas de tiempo y puntos de vista, plenamente actuantes en los
conflictos emocionales de Lourdes, en los días ulteriores al sus encuentros en
los hoteles, al asesinato de Pepe, a la visita de Vanessa a Lourdes, etcétera;
dándole bríos de una nimia complejidad que solo hasta el final se verá
inutilizada por el peso monótono de la infidelidad telenovelezca.
En 1999, Alonso publicó su
novela “Demonio del medio día”
(Peisa, 1999) de similar argumento e historia. La infidelidad, el amor sufrido,
la violencia marital, son pautas recurrentes en la narración de Cueto. Incluso,
la misma manía de Pepe —en “Cuerpos secretos”— en sus devaneos de mujeriego tiene como precedente
al militar padre de Adrián, que amenazaba e insultaba a Beatriz Miller, en “La
hora azul” (Peisa/Anagrama, 2005) del mismo autor.
Todd Gitlin, al mencionar la
apabullante velocidad del mundo actual, en su texto, “Enfermos de información” (Paidós, 2005), toma como ejemplo la
brevedad de las oraciones en las novelas más vendidas de la actualidad: «Las
oraciones de los libros más vendidos se han vuelto más breves, más simples y
(hasta 2001) más parecidas a los guiones cinematográficos».
Si bien la prosa de Alonso se sumerge en la madurez
de un escritor experimentado, las características antes mencionadas podrían
fungir de epítetos para esta su última entrega narrativa.
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