Sandro Bossio Suárez
«Hermanos, somos parte de un diverso y creciente movimiento teatral
peruano, que con el tiempo adquirió una dinámica movilizadora con
particularidades no sólo estéticas, sino en su capacidad organizacional».
Así habla Eduardo Valentín Muñoz, con voz firme y estentórea, sin
reticencias. Hombre de letras de largo cuño, de propuestas, de acción en todas
sus facetas, en los años setenta renovó la dramaturgia regional en la línea del
teatro radical y experimentativo, de ese teatro que solo se puede hacer sobre
los escenarios de la propia vida. Entregado desde entonces a un teatro más
literario, menos artesanal, Valentín Muñoz siguió luchando contra lo que cree
injusto y atacando sin miramientos los males de nuestro tiempo. Luchó contra la
segregación del campesino, la dominación del obrero, las injusticias raciales,
la falta de alimentación de los escolares. Luchó, y nadie lo puede negar,
contra la violencia que extendía sobre nosotros sus monstruosas alas de
murciélago, al punto que, tiempo después, fue uno de los más lúcidos y
valerosos testimoniantes de la Comisión de la Verdad.
Valentín Muñoz es un actor nato, un maestro nato, un verdadero
dramaturgo. Pero también es un docente de mucho éxito, un aguerrido
funcionario, un gran propulsor cultural; incluso, un honesto dirigente
sindical, rara especie en nuestra realidad. Con su trabajo incansable ha
prestigiado de forma extraordinaria a Huancayo, a la región Junín y al Perú
entero. Nació en Huancayo, creció en Huancayo, lidió por Huancayo, pero desde
esta tierra, que es como un atalaya en el país, creció nacionalmente,
desarrollando una de las propuestas más genuinas de la época.
Es autor de más de cincuenta obras entre poéticas, narrativas y
teatrales. Por ello, y con justa razón, ha sido considerado en la antología
“Voces del interior”, de la Universidad Norteamericana de Minessota –
Pensylvannia, de los Estados Unidos de América y en la “Encyclopedia of Theatre
and Performance” de la Universidad de Oxford del Reino Unido. Su voz surgió
desde las entrañas de la tierra. Y sigue surgiendo: «El artista de los
escenarios convencionales y de aquellos que han optado por la complejidad de
los espacios no convencionales, articulan una red todavía difusa e
inconsistente, pero solidaria y rica en humanidad».
Nos ha entregado más de cincuenta obras. Sus trabajos más resaltantes son
“Vallejo profundo”, “La Mamacha de las Mercedes”, “Cáceres, el estigma de la
guerra”, “Voz de tierra que llama”, “El retorno de Ulises”, entre otros.
Nosotros nos quedamos, claro, con “Voz de tierra que llama”, una obra
ciclónica, poderosa, preponderante que, en su momento y con gran valentía,
lanzó al aire el grito que los más pobres no podían lanzar en contra de la
violencia y la opresión. Pero nuestro hombre de todas las letras también brilló
como promotor cultural, pues fue el fundador del Festival Escolar de Teatro
“Túpac Amaru”, en 1972, con 40 años de vigencia, y también del Encuentro
Nacional del Festta.
Sin embargo, su obra maestra se asienta sobre la fundación del Grupo de
Teatro “Barricada”, fundada en 1976, con más de 35 años de labor inagotable, y
una producción de 22 obras de teatro estrenadas, representando al Perú en
eventos internacionales. Sus últimos desempeños han sido el de Presidente del
Congreso Nacional del Movimiento de Teatro Peruano (2007) y el de Presidente
del Movimiento de Teatro Peruano “Motín” (2009-2011).
Y como su voz es infatigable, indestructible, la resonancia de su palabra
seguirá por mucho tiempo llenando los escenarios.
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