Enrique Ortiz
Palacios
Leemos porque alguien nos lo inculcó
ya sea directa o indirectamente. Todavía recuerdo a mi hermano José, allá por
los años setenta, leyéndonos a mi hermano menor y a mí Cuentos y leyendas populares. Por
las tardes se daba un tiempo para leernos las historias más alucinantes y
fantásticas, acerca de seres que parecían de otros mundos. Recuerdo que me
impactó profundamente la historia de un niño al que un gigante no lo dejaba
jugar en su jardín y cómo éste cambia de actitud frente a la humanidad después
de conocer a dicho niño. Muchos años después descubriría que ese cuento existía
y que se llama El gigante egoísta
de Oscar Wilde. Creo que ese día me eché a llorar, no lo recuerdo bien.
A veces, cuando mi hermano se iba a la
escuela, me quedaba hojeando aquel voluminoso libro, tratando de descifrar esas
“cosas negritas”, que mucho tiempo después supe que se llamaban palabras. Yo
tenía cinco años.
Los tiempos han cambiado, no son
mejores ni peores, solo distintos. Si mi generación jugaba a “la bata”, “la
chepa” o a “las escondidas”, los de ahora juegan “conectados” a una
computadora; si antes leíamos a Julio Verne, los de ahora a Harry Potter. ¿Quién de mi
generación no se identificó con Zezé, de Vasconcelos?, ¿quién no trabajó en las
frías minas al lado de Juanito Rumi?, ¿quién no sufrió la persecución junto a
Jean Valjean?, ¿quién no leyó Corazón?,
¿quién no pasó más de catorce años en las oscuras mazmorras con el Abad y
Edmundo Dantés, personajes de El
conde de Montecristo?, o ¿quién no vivió largos años entre el mar y
la nada junto a Robinson Crusoe?
A lo largo de estos años, he podido
descubrir que existen tres tipos de lectores:
LECTOR PRINCIPIANTE: Todavía no siente
que las lecturas lo ayuden en su vida, lee casi por obligación, se salta las
páginas, no termina las obras. Quiere leer libros “fáciles” que contengan pocas
páginas. La causa principal, no la única, es que en el hogar no ha tenido el
referente, es decir ni papá ni mamá leen. A este tipo de lector le aconsejo
empezar a leer historietas, son entretenidas: ¿Condorito?, ¿por qué no?, revistas variadas —obviamente no las
triple X—, Harry Potter
es también una buena opción o Juan
Salvador Gaviota de Richard Bach.
LECTOR INTERMEDIO: Estos lectores
tuvieron la suerte de encontrar una buena motivación y, por lo tanto, tienen
predisposición por la lectura. Siempre están preguntando ¿qué me recomiendas
leer? Ya han leído Brida, El alquimista, Once minutos o Verónica
decide morir de Coelho. Quieren más. A ellos les recomiendo las obras de Stephen
King o las historietas de Mafalda.
Leer cuentos, muchos cuentos, sin prejuicios ¿El gato con botas? Sí. Les aseguro que una lectura detenida y
crítica nos permitirá descubrir un trasfondo muy oscuro, “un cuento no apto
para niños”.
LECTOR VORAZ: Este lector considera que la
lectura es como la respiración o la alimentación: vital. Puede leer una obra de
quinientas páginas en dos o tres semanas o un cuento breve pero enjundioso del
genial Monterroso. Posee un amplio bagaje cultural producto de las constantes
lecturas, es un conversador nato, siempre está reflexionando, odia la
mediocridad. Distingue fácilmente los mensajes subliminales y las falacias. Ha
leído Ensayo sobre la ceguera, El
perfume, El juego de los abalorios, Las
troyanas de Sartre. Sabe que Cien años de soledad o El mundo es ancho y
ajeno son obras magistrales. Lee las obras en la versión completa,
sabe que Crimen y Castigo
de la editorial Mercurio está recortada y que existe la versión original en
Oveja negra (dos tomos).
Son los libros los que de alguna forma
refuerzan nuestra personalidad. Además, es bello sentir que puedes darle vida a
un papel, porque una hoja de papel es un pedazo de árbol mutilado, y un libro es
un trozo de árbol revivido.
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