María Teresa Zúñiga Norero
Los músicos ambulantes - Foto: Asociación Cultural Yuyachkani. |
Han transcurrido cuarenta y dos años
desde que Yuyachkani iniciara su existencia teatral, y aún transitan entre
nosotros con sus máscaras y coloridos vestuarios sus audaces voces entrelazadas
con instrumentos autóctonos y nuestros.
Allpa
Rayku, Contra el viento, Hasta cuándo corazón, Los
músicos ambulantes, Confesiones, Retorno, obras de teatro habitadas por
personajes y presencias que calan los ojos con imágenes inolvidables. Obras que
transitaron por calles y avenidas de todo el mundo, esencia de los dioses
concentrada en cada personaje, llevando mensajes de solidaridad, apostando por
un país donde la paz y la vida sea el máximo galardón.
Aún se encuentran en nuestras calles,
desde que el cine Astoria albergaba a aquellos fanáticos de la pantalla grande,
en medio de un país sacudido por la violencia política; cuando las masas salían
con sus dirigentes reclamando «¡libertad!» En medio de todo ello, Yuyachkani
llegó a Huancayo y un Coliseo Municipal
le abrió sus puertas. El sonido de los pututos
y el canto de las “yuyas” (mujeres de Yuyachkani) nos remecieron a aquellas que
aún veíamos el mundo con inocencia, más una fuerza que deviene del viento nos
alertó la presencia de un mundo nuevo que tocaba nuestras puertas.
Yuyachkani, aquel viajero incansable
llegó hace más de treinta años a nuestros linderos, le ofrecimos el agua de
nuestros manantiales, el pan de nuestras mesas pobres, pero dignas, y un abrazo
huanca selló nuestra amistad.
Desde entonces, seguimos bebiendo del
mismo manantial.
Podemos decir que Yuyachkani es
nuestra fuente, un referente que se ha templado con el tiempo. Los años han
transcurrido como las nubes en el horizonte, pero ellos permanecen. Es una
historia sin final para quienes transitamos por aquellos caminos de antaño, hoy
con edificios y gente desconocida, seguimos escuchando el sonido de los
pututos, de los tambores, creyendo con fe que la historia tiene sus secretos,
que esconde verdades entre páginas y que el tiempo las recubre de polvo y
distancia, pero el recuerdo los revela al mundo.
Yuyachkani, palabra que significa
“estoy recordando”, una simple palabra que esconde aquel secreto de una
historia sin final. Saludamos la presencia de Yuyachkani, nuevamente por
nuestra legendaria calle real, saludamos sus presencias y a sus personajes, los
músicos ambulantes que nos traen una verdad de antaño, pero que como toda
verdad, nunca muere.
Hoy las puertas del Colegio Andino se
abren para dar paso a tan majestuoso visitante, que los vientos crucen sin
cesar y los cerros con su impresionante silencio los cobije. ¡Bienvenidos
amigos del teatro!
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