El
héroe discreto (Alfaguara, 2013) es el primer título que Mario Vargas
Llosa lanza después de haber obtenido el Premio Nobel de Literatura 2010, en el
cual narra dos historias paralelas: el piurano Felícito Yanaqué es un pequeño
empresario que es extorsionado constantemente. Por otro lado, Ismael Carrera es
un exitoso hombre de negocios de Lima quien trama una ingeniosa venganza contra
sus hijos que quisieron verlo muerto.
Estos
personajes sirven para ambientar un Perú más próspero económicamente, pero
donde las clases medias emergentes enfrentan problemas como la corrupción y la
delincuencia: «Todo es fuente y consecuencia de la corrupción, que es el gran
problema que enfrenta hoy en día América Latina», afirmó el Nobel durante la
presentación de la novela.
«El
desarrollo económico, casi en todos los casos, trae la presencia de mafias
urbanas que aprovechan el crecimiento económico para construir empresas
delictuosas que hacen chantaje, que ofrecen protección a cambio de cupos, que
crean un orden paralelo».
Para
Vargas Llosa, los héroes anónimos son el verdadero motor de un país, sin
importar el aumento o disminución de las tasas económicas o el PBI, como Yanaqué
quien, según el autor, se inspiró en un empresario de Trujillo, que realmente
se negó a pagar la extorsión de una mafia local.
Durante
la conferencia también le preguntaron sobre su futuro en la literatura y si el
seguir escribiendo le ayuda a sobrellevar su edad (77 años): «Lo importante es
vivir como si uno fuera inmortal, como si la muerte no existiera, como si no
fuera a morir, aunque secretamente sepamos que eso no va a ocurrir». Y agregó: «Para
mí, escribir es abolir ese aspecto tan negativo de la temporalidad. Me hace
vivir intensamente, anula la preocupación (...) Me gustaría mucho morirme
escribiendo».
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