lunes, 16 de septiembre de 2013

«Me gustaría mucho morirme escribiendo»


El héroe discreto (Alfaguara, 2013) es el primer título que Mario Vargas Llosa lanza después de haber obtenido el Premio Nobel de Literatura 2010, en el cual narra dos historias paralelas: el piurano Felícito Yanaqué es un pequeño empresario que es extorsionado constantemente. Por otro lado, Ismael Carrera es un exitoso hombre de negocios de Lima quien trama una ingeniosa venganza contra sus hijos que quisieron verlo muerto.
Estos personajes sirven para ambientar un Perú más próspero económicamente, pero donde las clases medias emergentes enfrentan problemas como la corrupción y la delincuencia: «Todo es fuente y consecuencia de la corrupción, que es el gran problema que enfrenta hoy en día América Latina», afirmó el Nobel durante la presentación de la novela.
«El desarrollo económico, casi en todos los casos, trae la presencia de mafias urbanas que aprovechan el crecimiento económico para construir empresas delictuosas que hacen chantaje, que ofrecen protección a cambio de cupos, que crean un orden paralelo».
Para Vargas Llosa, los héroes anónimos son el verdadero motor de un país, sin importar el aumento o disminución de las tasas económicas o el PBI, como Yanaqué quien, según el autor, se inspiró en un empresario de Trujillo, que realmente se negó a pagar la extorsión de una mafia local.

Durante la conferencia también le preguntaron sobre su futuro en la literatura y si el seguir escribiendo le ayuda a sobrellevar su edad (77 años): «Lo importante es vivir como si uno fuera inmortal, como si la muerte no existiera, como si no fuera a morir, aunque secretamente sepamos que eso no va a ocurrir». Y agregó: «Para mí, escribir es abolir ese aspecto tan negativo de la temporalidad. Me hace vivir intensamente, anula la preocupación (...) Me gustaría mucho morirme escribiendo».

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