La tristeza de los burros
Ernesto Ferrini
En el umbral apareció una
mujer de unos veinticinco años, de cuerpo menudo y pechos grandes (...)
Vestía jeans y un suéter negro de lana,
más bien adherente, y en la mano llevaba un abrigo verde de franela, a la moda
(...) Mientras la muchacha se dirigía a la sala, Sakic la miró por detrás. Pensó
que estaba espectacular.
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