Miguel Ramón
Llulluy
En el último proceso de admisión a la Universidad Nacional
del Centro del Perú, se presentaron 4035 postulantes para cubrir 1340 vacantes,
que incluyen exámenes en las
modalidades: primeros puestos, deportistas destacados, hijos de comuneros,
víctimas de la violencia política, personas con discapacidad, traslado interno –
externo, y el examen de ingreso a través del Centro Pre Universitario (Cepre).
Para satisfacción de muchos, lograron
ingresar en las diferentes carreras 907 postulantes, pero un total de 433
vacantes no se cubrió al no superarse el 10.5 de puntaje. Aproximadamente, 3028
postulantes, que no lograron ingresar, seguirán preparándose para el próximo proceso
y, algunos, “tentarán” esta posibilidad en universidades particulares.
Estadísticamente se pudo comprobar que
los estudiantes que postulan a la universidad estatal provienen, principalmente,
de colegios nacionales de la ciudad y de colegios públicos que se encuentran en
las zonas rurales y periféricas de la región Junín, Huancavelica, Ayacucho y
Cerro de Pasco.
Para realizar un análisis de lo que
está pasando en el proceso de enseñanza – aprendizaje que reciben los
estudiantes de secundaria en las zonas rurales, es necesario analizar los
resultados en la modalidad “hijos de comuneros” que muestran notas de 03 ó 04,
lo cual es preocupante pues muchos de ellos no ingresan en el primer intento,
sino que tienen que prepararse en una academia para lograr su objetivo, a pesar
de que el examen, para ellos, contiene preguntas de nivel básico.
Realmente, en la educación básica, ¿se
logra cumplir con las 1200 horas académicas?, teniendo en cuenta que existen
denuncias de los padres de familia porque hay profesores que dictan entre 10 y
15 días al mes en las zonas rurales. Este hecho podría ser uno de los factores
por el cual los alumnos no superan la valla del 10.5 para el ingreso a la
universidad pública.
Este puntaje mínimo, que aplica la
Comisión de Admisión UNCP, es un mecanismo de selección, pues permite contar
con los mejores recursos humanos para ser formados en las diferentes facultades
y, luego, se conviertan en profesionales útiles al servicio de la región; sin
embargo, contraria a esta valla, en la totalidad de las universidades
particulares, ingresan todos los que postulan. Adicionalmente, se ofertan
exámenes “a pedido de los padres de familia”, de los abuelos, tíos, primos o
del padrino de promoción.
Otro factor por el que no se logra
copar todas las vacantes, también, es el excesivo número de éstas que se consideran
en facultades con pocos postulantes; claro ejemplo son las facultades de Educación,
Antropología y Agronomía —ésta última
consignó 60 vacantes y solo ha ingresado
uno—.
Sería importante que la Dirección de Educación
de Junín (DREJ) evalúe estos resultados y de los últimos procesos de admisión,
que son similares en cuanto a la cantidad de vacantes no cubiertas, con la
finalidad de tomar medidas correctivas que permitan, progresivamente, copar cualitativamente
la cantidad de vacantes ofertadas; además, la universidad debe pensar en un proceso
de admisión adicional en aquellas facultades que no lograron superar la nota
mínima.
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