Álvaro Sánchez Schwartz
Tras la muerte de Rodolfo Valentino, Hollywood buscó al siguiente gran amante de la naciente historia del cine norteamericano y encontró a John Gilbert, quien a finales de los años veinte se convertiría en su sucesor y en una de las estrellas más taquilleras y renombradas del cine mudo.
Por aquellos años también llegaba a tierras norteamericanas y, a Hollywood exactamente, una desconocida Greta Garbo, procedente de Suecia después de haber sido descubierta por Louis B. Mayer, dueño de la Metro-Goldwyn-Mayer, en su búsqueda europea de talentos nuevos.
En 1925, después de haber compartido protagónicos con Lon Chaney, Lillian Gish, y ser dirigido por Erich Von Stroheim, quien había colaborado con David W. Griffith en las primeras superproducciones de Hollywood, Gilbert rueda la que se convertiría en un éxito de taquilla “El gran desfile”, de King Vidor, película con la segunda mayor recaudación dentro de la historia del cine mudo. Para 1926, protagoniza la primera cinta con Garbo: “El demonio y la carne”, producción que, a través de la fuerza expresiva de las escenas de amor, hizo de ambos los favoritos del público y logró que la relación se trasladara de los sets a la vida real. Incomparable es la escena donde Greta Garbo hace girar la copa para que sus labios tocaran el lugar exacto por donde Gilbert acababa beber. “Anna Karenina” fue otro rodaje en el cual aparecieron juntos, cuando ya se sabía de su relación fuera de las pantallas. La Metro-Goldwyn-Mayer aprovechando aquella situación no dudo en llamar al filme “Love”.
Aunque “La Garbo” como la llamaban, vivía en la mansión de Gilbert, el romance llegó a su culminación cuando en un confuso incidente y durante una ceremonia doble donde habrían de casarse King Vidor y la actriz Eleanor Boardman, así como John Gilbert y Greta Garbo, esta última no acudió. Mientras muchos convidados intentaban consolar a Gilbert, Louis B. Mayer fue golpeado por éste, después de que Mayer le comentara de forma poco atinada que sólo debía acostarse con ella más no casarse. Ese sería el inicio de la caída de Gilbert.
A finales de los años 20, hizo su aparición el cine sonoro. Actores como John Barrymore superaban el cambio; mas Gilbert, por la enemistad de Louis B. Mayer, no lo hacía con la película “His glorious nigth”. Su voz, aguda para algunos, grotesca para otros, marcaría su hundimiento y decidió su retiro temprano del cine. Greta Garbo por su parte, y ante la expectación del público, salió airosa con su voz grave que se unió para siempre a ese rostro perfecto del cual las cámaras, desde su primera aparición, aprendieron a amar. A pesar de que ambos habían tomado sendas distintas —una ascendía a la gloria y al parnaso del cine y el otro se hundía sin remedio en el olvido—, Garbo acudió en su ayuda y grabaron juntos “La Reina Cristina de Suecia”. Las sendas actuaciones fueron descollantes, pero no impidieron el hundimiento de la carrera de Gilbert, quien moriría alcoholizado en 1936, a los 39 años.
La historia de Gilbert y de Garbo sirvió de inspiración para la historia contada en la gran ganadora de este año de cinco premios Oscar y dos globos de oro: “El Artista”. Valentín y Miller, protagonistas de esta historia tienen muchas semejanzas con los actores de la vida real, empezando por el actor taquillero y a la desconocida actriz llegada de Suecia. Si en la cinta ganadora del Oscar la estrella Peppy Miller (Greta Garbo) convence al productor (Louis B. Mayer) para filmar una película (“La Reina Cristina de Suecia”) con el actor en desgracia Valentín (Gilbert), logrando salvarlo de la ruina y el alcohol, en la vida real, como vimos, no hubo para John Gilbert un final Capriano.
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