jueves, 5 de abril de 2012
Por la equidad de género en la danza
Consuelo Arriola Jorge
Estamos asistiendo a la Globalización como un signo de la época postmoderna, y “entre los cambios más obvios y rotundos experimentados por los modelos de realización personal o grupal, se halla el rol que ha asumido la mujer media frente a sus clásicas funciones maternas y domésticas, junto al esfuerzo de readecuación que ello le demanda a los varones”, según afirma Hugo Biagini en su libro “Entre la identidad y la globalización”.
Algunos antropólogos, como el suizo Bachofen, sostienen que a una primera etapa de promiscuidad sucedió otra de matriarcado y, en un tiempo posterior, el patriarcado, tal como hoy lo conocemos. Parece que tiene razón pues, en nuestro país, la Dama de Cao es un indicio de que la organización social también estuvo a cargo del género femenino.
¿No será tiempo de que la mujer retome su rol protagónico y participe en todo el ámbito cultural? Pese al reconocimiento de la equidad de género, ésta no puede participar en ciertas danzas como La Huaconada de Mito.
Desde tiempos inmemoriales, los varones y las propias mujeres del distrito decían que quien se pone la máscara del Huacón se vuelve “descarado” (sinvergüenza). Debe ser cierto en el mejor sentido, pues la mujer al igual que el hombre se siente empoderada al ocultarse, porque la careta puede “transformarnos”, como en el teatro, para poder dar vida a un personaje que, quizás, somos en el fondo.
Por machismo y presión social, la mujer se limita a observar con prudencia la danza o a preparar el vestuario. Sin embargo, también desde tiempos remotos no son pocas las mujeres valientes que, desafiando el riesgo y aprovechando la máscara, se integran a la pandilla en horas de la noche o a la víspera, que por las veredas del parque “Bedoya” marcan el paso al compás de la orquesta, o que en sus casas danzan al son de tarareos que se llevan en el alma.
Tenemos el ejemplo de la Srta. Ramírez a quien al hacerle el “corta rabo” (bautizo para los nuevos integrantes), fue descubierta por su sufriente exclamación de dolor. El padrino tuvo que agasajar a los reunidos para mantener en reserva el hecho, y no recibir el castigo por haber permitido la participación de una mujer.
Volviendo al tema, postulamos la participación de las mujeres en la Huaconada, conocida mundialmente desde su reconocimiento como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
Los niños han logrado integrarse al tercer día, antes solo se iniciaban como huacones aproximadamente a los 14 años; el Huacón antiguo tiene una cuarta jornada porque se estaba extinguiendo, ya que los jóvenes prefieren el vestuario moderno. Y ¿por qué las mujeres no podríamos tener un quinto día?
Somos conscientes que falta aún mucho camino por recorrer, pero a todos los invito a reflexionar con la preclara frase de González Prada: “La elevación moral de un hombre se mide por el concepto que se forma de la mujer: para el ignorante y brutal no pasa de ser una hembra, para el culto y pensador es un cerebro y un corazón”.
Que las mujeres no sigan bailando a escondidas: la apertura permitirá ampliar los horizontes de la danza. Cuando ella tome de manera renovada su rol de “sacerdotisa del Dios Kon” en estos tiempos de postmodernidad, sobreviviremos a la globalización sin perder nuestra identidad.
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Fue audaz hacer esta publicación. Y fiel testimonio del machismo el silencio para la propuesta. Habrá que esperar un tiempo.
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