martes, 3 de abril de 2012

Spinetta, inspiración viva



Ricardo Altamirano Acosta

Para los músicos, la música es el aire que respiramos por los oídos, nos alimenta, nos nutre de lo esencial, nos hace soñar y amar: nos permite vivir.
A los once años, tuve la curiosidad de escuchar la gran cantidad de cassetes que mi padre tenía en un estante. Escogí uno que titulaba “Almendra”, pensando en los temas infantiles de “Nubeluz”, y sucedió que me encontré con el antiguo sonido de una guitarra sutil y suave, la voz intensa de un loco enamorado cantando a su “muchacha ojos de papel”, pidiéndole “soñar un sueño despacito, entre sus manos”. Era el flaco Spinetta, aquel que transitó por los caminos melódicos por donde su alma le guió, sin adormecerse en ninguna moda, signo inequívoco del artista libertario, del genio creador. Desde entonces, la curiosidad se convirtió en necesidad: necesidad de hacer, vivir y sentir la música.
Fue un encuentro trascendental a mis once años, “Fermín”, “Laura va” o “Figuración”, me encausaban e involucraban en un mundo distinto, nuevo. Las joyas de “Pescado Rabioso”, “Invisible”, “Spinetta Jade”, “Los Socios del Desierto” por nombrar algunos de sus discos tan originales, distintos unos de otros, todos llenos de poesía. El 2005, Spinetta y su grupo, en el Hotel María Angola, inició el concierto con “Resumen porteño”, y ocurrió la magia: el tema invadió y conectó las emociones del artista y su público, arrancando sentimientos encontrados de algarabía y llanto. Grande flaco, sólo un grande como tú podría lograrlo.
Luis Alberto Spinetta logró el sueño del músico independiente sin proponérselo: la Sony Music lo contactó en 1995 para grabar sus temas. Él puso como condición que ninguna de sus composiciones sufriera variación alguna —las disqueras proponen melodías, armonías y letras que “vendan”—, lo cual fue aceptado y grabó lo que quiso (el disco Salió en 1997).
Hoy quiero rendirte este humilde homenaje, recordándote e interpretando tus canciones, por tu grandeza en la modestia, tu mensaje de paz y amor, de un mundo mejor, tu consecuencia y por ser la voz e inspiración de muchas generaciones. Con el flaco me convenzo de que no todo tiempo pasado fue mejor: mañana es mejor. Aunque “el mar fuera de llanto”, gracias Flaco, que tu voz y guitarra nos acompañen por siempre.

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