Luis Puente de
la Vega Rojas
“Solo 4” nació desde los lectores para
los lectores, sin pensar siquiera en las enormes repercusiones mediáticas que
tendría en el futuro. Hoy, más de diez años después, ya habiéndose consolidado
como un medio líder y haberse institucionalizado, nos volvemos a presentar ante
usted, nuestro siempre endiosado lector, porque sí, nosotros nos debemos a
usted, a su constancia, a la espera y al ímpetu que pone cada sábado para ir a
buscarnos en los puestos de diarios, a aquellos que coleccionan cada edición y
que dedican gran parte de su tiempo a leernos y explorarnos, a los que nos usan
como material didáctico en centros educativos básicos y superiores, e incluso
aquellos que critican y viven permanentemente con veredictos negativos a
nuestro trabajo, pero que dedican constantemente su tiempo a desentrañarnos,
buscando argucias o ampliando más los contenidos ofrecidos.
Si logramos
cualquiera de estos efectos, estamos logrando lo ansiado: generar una reacción
que inevitablemente enriquece y difunde más nuestra cultura, y contribuye a
informar, entretener o más, a educar.
El director de Correo, en el 2003,
Héctor Mayhuire, definió el proyecto de un suplemento cultural, a modo y forma
de lo hecho por Manuel Baquerizo, como “Caballo de fuego” y “Ciudad letrada”,
así que el 5 de julio del mismo año, convocó a un grupo de intelectuales y
periodistas para empezar con lo que hoy es nuestro siempre pequeño, pero
variado “Solo 4”.
Muchas personas afirman, cabalmente,
que solamente cuatro páginas es un espacio nimio e insuficiente para hacer
cultura —peor aún con las partes repartidas en publicidad—. Es una afirmación
por demás cierta, pero si comparamos los espacios de otros medios nacionales,
con una gigantesca maquinaria de producción que podría avasallar fácilmente la
nuestra, nos daremos cuenta que dedican una o dos páginas irregulares, o se
hacen del rótulo de “cultural” para publicar revistas o suplementos que
entregan más del 90% de sus contenidos a los espectáculos, a dimes y diretes,
al entretenimiento bobo de los programas concurso y series televisión, o a los
“blockbusters” hollywoodenses, sin considerar siquiera secciones tan inútiles y
frívolas como “Circo beat”, ni a los escritos de “famosos” acéfalos que afirman
con total desfachatez y desvergüenza no haber leído nunca un libro completo.
Tal vez todo eso nos hace más
especiales, pues, en la medida de nuestras posibilidades, les ofrecemos
contenidos dedicados exclusivamente a la cultura. Además, abrimos siempre
nuestras páginas a quienes quieran publicar en este medio, claro, siempre
cumpliendo con las mínimas condiciones de publicabilidad.
Sin embargo, “Solo 4” no sería nada
sin la participación permanente de las personas que lo hacen posible de manera
gratuita y desinteresada, con artículos, entrevistas, crónicas y más, que son
enviados a nuestra redacción para su posterior publicación sin establecer
ninguna clase de acuerdo económico.
Así, tenemos a algunos de los
intelectuales más valiosos de nuestras tierras, como Jorge Jaime Valdez que
funge con solvencia la fotografía y la crítica cinematográfica —a pesar de que
en nuestro medio solo existe un cine cuya cartelera muchas veces termina siendo
ridícula—; Josué Sánchez, quien nos ha dado, con su ya reconocido talento, un
acercamiento más claro a las artes plásticas y más temas con un definido afecto
por los Andes; o Juan Carlos Suárez Revollar, que sustenta sus textos en la
literatura y los autores clásicos de “Deslecturas”.
Otro de nuestros más valiosos
colaboradores es el escritor Sandro Bossio, que permanece estable con su
columna “El buen salvaje” desde el primer número de “Solo 4”. No olvidamos a
Luis Cárdenas Raschio que, con enorme carisma y entusiasmo, nos entregó, hasta
sus últimos días, su colección de textos sobre nuestra historia y tradición:
“El folclor que yo vi”.
No podemos cerrar esto sin mencionar a
nuestra “mamá grande”, Isabel Córdova Rosas, hija ilustre de Huancayo y la
autora de literatura infantil más editada y vendida de nuestra historia en el
mundo, que, al igual que Jhony Carhuallanqui, otro diestro cronista de variedades,
sostenemos este suplemento con mayor regularidad y riqueza.
Hay mucho que decir y contar, pero el
espacio es un tirano inmortal. Simplemente, queremos agradecer a estas y más
personalidades que nos han apoyado durante todo este tiempo: Máximo Orellana, Pio
Altamirano, Marco Miranda, Ricardo Rodríguez, Roberto Loayza, Pentafónica
Radio, Alberto Chavarría, Nicolás Matayoshi, Joe Delgado, Patricia Tauma, Hugo
Velazco, Apolinario Mayta, Jorge Salcedo, Oswaldo Reynoso, Pedro Gonzales,
Fernando Iwasaki, Eduardo Gonzales Viaña, María Teresa Zúñiga, Manuel Perales,
Leonardo Mendoza, Enrique Ortiz, Gerardo Garcíarosales, Héctor Meza Parra, y
muchos más. Y, por supuesto, a usted querido lector, que sin su aval hoy no
seríamos más que polvo en el viento.
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