Vinko Marka
Galjuf
A través de
muros y arcos, con una perspectiva barroca que nos remonta al Renacimiento
Romano, Huancayo fue engalanada con un enorme templo, que comienza su
edificación a mediados del siglo XX, gracias a la colaboración de religiosos,
personajes políticos y fieles, pero sobre todo a Miguel Sánchez Ayala, quien
comparte su intacta memoria con nosotros. Esta es la historia de la Iglesia de
la Inmaculada.
Registro de la construcción - Fotos: Archivo Iglesia La Inmaculada. |
El inicio de este proyecto se dio en
1944, a través de una conversación que un sacerdote de apellido Echevarría sostuvo
con Adelaida Torres viuda de Calixto, distinguida dama de la época, cuando le
expuso la urgencia de construir una amplia iglesia donde vivan los frailes de
Ocopa para atender a los fieles de Huancayo. La señora le contestó que deseaba
construir una capilla en honor de la Virgen Inmaculada, para lo cual cedió su
terreno ubicado a una cuadra de la Plaza Huamanmarca.
«Esta Iglesia hablará a las
generaciones venideras de nuestra fe y será una fuente de inspiración para
quienes aman las cosas del espíritu», manifestó el ministro provincial fray
Luis María Maestu, en 1965.
La arquitectura del templo está
compuesta de tres naves, una cúpula de 40 metros, un crucero, torres de 45
metros (de 70 m de largo, 25 de ancho y 18 de alto). Estos ciclópeos cimientos
fueron logrados con toneladas de piedra, cascajo, cemento y hierro. Las
esbeltas naves, arcos, cruceros y altares forman un armónico conjunto que hace
de este espacio el mejor monumento de la ciudad y la iglesia más majestuosa del
valle.
El responsable de este ambicioso
proyecto fue Miguel Sánchez Ayala, quien nació el 17 de abril de 1922, en
Celendín, Cajamarca, técnico constructor de profesión. Él proyectó y construyó
este hermoso templo, su obra maestra, como él la denomina, la cual fue
inaugurada el 28 de agosto de 1965.
Miguel Sánchez Ayala, constructor del templo. |
Desde muy pequeño fue atraído por el
arte de construir, le encantaba hacer hornitos, casitas con techos de paja,
entre otras cosas. Más tarde, ya joven, en su deseo por ser mejor, comenzó sus
estudios profesionales en la Escuela Nacional de Artes y Oficios, lo que viene
a ser hoy el Politécnico José Pardo.
Además de la Iglesia de la Inmaculada,
tuvo una participación notable en otras construcciones, como el Patio de los
Leones del Convento de Ocopa, el hotel Kiya, la fachada del colegio Rosario, la
Iglesia Virgen del Carmen (Celendín), el Hospital Carrión, el colegio El Carmen
de Jauja, así como el Banco Popular de Pucallpa, y hospitales de madera en la
selva. Del mismo modo, su primo Máximo Marín lo apoyó en la construcción de la
carretera Celendín – Balsas. También, trabajó con Francisco Miró Quesada, con
quien construyó varias obras, entre ellas un hotel en Aguaytía, donde se hospedó
el presidente Manuel Prado.
Cada una de estas obras fue posible
gracias a la exigencia, fortaleza, creatividad y capacidad que Sánchez Ayala
demostró.
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