sábado, 6 de noviembre de 2010

Solo 4 del 06 de noviembre de 2010

El libro ya está en las librerías de Huancayo:
Mario Vargas Llosa presenta “El sueño del celta”

La esperada novela “El sueño del celta”, de Mario Vargas Llosa, fue presentada el miércoles último en Madrid como parte de su lanzamiento mundial. El libro aborda la vida de Roger Casament, quien enfrentó al rey belga Leopold II —uno de los mayores genocidas del siglo XX— y su brutal política de extracción de caucho, marfil y resina de nepal en el Congo. “El sueño del celta” aborda el mismo Congo de “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad, con quien Casament se topó durante la breve estadía de éste en el Congo. El libro, cuya primera edición tiene un tiraje de medio millón de ejemplares, ya se puede adquirir en las librerías de nuestra ciudad.






La cita:
Nunca estuvo entre mis aspiraciones literarias ganar el Premio Nobel. Mis ambiciones eran mayores: yo quería escribir buenas novelas. Mi ambición era que mis libros se leyeran como yo leía los libros que me cambiaron la vida.
Mario Vargas Llosa durante el lanzamiento de “El sueño del celta”.

Prácticas mortuorias prehispánicas en el valle del Mantaro


Algunas consideraciones desde la evidencia arqueológica

Manuel F. Perales Munguía

Como en todas las sociedades, los pueblos prehispánicos andinos desarrollaron sus propias concepciones sobre la muerte y la dimensión espiritual, no corpórea, de las personas. A nuestro modo de ver, ello configuró las características más esenciales de los rituales que ellos practicaron en torno a los difuntos y que en alguna forma han quedado testimoniados en las evidencias funerarias que han resistido al paso del tiempo y se han librado de las actividades de saqueo de aquéllos que sólo buscan lucrar con nuestro patrimonio.
En el valle del Mantaro, no obstante la gran cantidad de tumbas y entierros huaqueados, quedan todavía yacimientos que pueden ofrecernos información valiosa para conocer, aunque sea de manera parcial, las actitudes que tuvieron hacia la muerte nuestros antepasados. Éste es el caso de varios sitios arqueológicos correspondientes al periodo Intermedio Temprano (200-600 después de Cristo) en los que se aprecia la constante presencia de tumbas subterráneas formadas por una sola cámara en forma de L, en cuyo fondo descansaban los restos de una sola persona en posición fetal, junto a algunas ofrendas de diversa índole. Este patrón cambió hacia los tiempos del periodo Horizonte Medio (600 – 1000 después de Cristo) cuando se empezaron a elaborar cámaras subterráneas verticales, de planta circular o rectangular, pero esta vez interconectadas entre sí. Esto podría deberse a una mayor preocupación por la conservación de los lazos familiares entre los miembros de un grupo de parentesco después de la muerte, tal como también ya fue sugerido por David Browman hacia 1970.
Sin duda varios de los cambios más importantes en relación a los patrones funerarios prehispánicos de nuestro valle ocurrieron hacia el periodo Intermedio Tardío (1000 – 1470 después de Cristo aprox.) pues fue en estos tiempos cuando los restos de muchos de los difuntos no fueron colocados en cámaras subterráneas que luego eran selladas con grandes y pesadas lajas de piedra, sino eran dispuestos en edificaciones construidas a un lado de los patios de las mismas viviendas. Allí estos cuerpos –o “malquis”– podían estar en contacto mucho más directo con su parentela y viceversa, reforzándose su naturaleza como objetos de veneración por parte de los vivos, tal como era la tendencia general en otras partes de los Andes Centrales hasta los tiempos del Horizonte Tardío (1470 – 1532), según manifiestan varios cronistas de la época colonial, incluyendo al mismo Guaman Poma de Ayala. Además, nuestros propios estudios señalan que otros “malquis” fueron colocados en estructuras adosadas a las murallas de los pueblos y en el interior de otras construcciones levantadas hacia las puertas de tales murallas, en los corrales de la comunidad y en abrigos rocosos emplazados en farallones y laderas rocosas empinadas que miraban el curso de quebradas y ríos. Todo sugiere, entre otras cosas, que los difuntos desempeñaban en el mundo de los vivos un conjunto de papeles importantes como protectores del hogar y la familia, como guardianes de la comunidad y sus rebaños, así como entes que propiciaban las lluvias y, por ende, la fecundidad y la vida. La preservación de nuestros yacimientos arqueológicos y su investigación harán posible un mayor y más detallado conocimiento sobre estos aspectos de la vida de nuestros antepasados.

El buen salvaje: Sebastián Rodríguez y su oficio esencial

Sandro Bossio Suárez
Después de los altercados políticos entre Gamarra y Castilla, y de la vibrante Campaña de la Breña, Huancayo empezaba finalmente a cobrar notoriedad con la llegada del tren. Con él arribaron algunos adelantos tecnológicos: el primer gramófono, el primer velocípedo, la primera función de cine al aire libre. Y, claro, el primer estudio fotográfico. Pertenecía a Luis Ugarte, discípulo del célebre fotógrafo francés Eugenio Courret, quien temporalmente en Huancayo empezaba a plasmar el primer álbum de la vida cotidiana de la ciudad con notables fotografías de cromo y sepia. El joven Sebastián Rodríguez entabló amistad con él, quien le prodigó cariño y confianza, y cada vez que llegaba a Huancayo para continuar con su obra fotográfica lo buscaba para que le ayudase. Así, en 1913, a los 17 años, Sebastián Rodríguez marchó a Lima con Luis Ugarte para instalarse en el laboratorio de éste como su pasante permanente. En esta temporada aprendió las técnicas fotográficas de la época: sobre todo la de la fotografía seca en base a gelatina de plata.
Trabajó en la capital una década, durante la cual fotografió a gente de la alta sociedad, a empresarios y oligarcas, y hasta al propio presidente Augusto B. Leguía. Pero la competencia laboral en Lima era infranqueable. Por ello, tras haberse hecho de una cámara fotográfica Agfa Standard de fuelle (de formato 9 x 12), decidió emprender un largo derrotero como fotógrafo itinerante por los pueblos andinos y campamentos mineros del Centro (Casapalca, Tinyahuarco, La Oroya). Como Martín Chambi en Cusco, Sebastián Rodríguez debió recorrer las estribaciones centrales llevando cámara y trípode sobre una mula (un total de 20 kilos) para recoger las vivencias, las tradiciones, las miserias de la época en sus placas maravillosas.
La situación socioeconómica de esa parte del país atravesaba por momentos cruciales, debido principalmente al auge de la minería en La Oroya y Cerro de Pasco.
El retrato de esos tiempos, de esa tensión entre
lo tradicional y lo moderno, fue el trabajo que
se encargó a sí mismo Sebastián Rodríguez.
Eran épocas sociales convulsas, de grandes mudas sociales, pues los sistemas comunales tradicionales empezaban a resquebrajarse mientras, a instancia de la legislación minera, se privilegiaba el ingreso y expansión de los capitales extranjeros, despojando muchas veces a los campesinos de sus tierras y compeliéndolos al único camino que les quedaba: engancharse para los socavones.
El retrato de esos tiempos, de esa tensión entre lo tradicional y lo moderno, fue el trabajo que se encargó a sí mismo Sebastián Rodríguez a partir de 1928, año en que se instaló en Morococha, atraído por su bullente modernidad y derroche. Allí se casó, ubicó su estudio y vivió hasta la muerte (aunque se movilizaba permanentemente a Huancayo, donde residía su familia y se abastecía de insumos para su arte esencial). Trabajó también para la Compañía Cerro de Pasco Copper Corporation, retratando el desarrollo del campo minero y ocupándose del registro fotográfico de los obreros que ingresaban a la empresa.
En Huancayo, Sebastián Rodríguez compartió terreno con otros fotógrafos huancaínos importantes, como Mariño Dávila, Manuel Villavicencio, Nolberto Villanueva, Fortunato Pecho, Augusto Rojas y, sobre todo, con el mítico Teófilo Hinostroza, con quien trabajó hombro a hombro en alguna oportunidad.
Sebastián Rodríguez dominó varias técnicas fotográficas. La que usó hasta la maestría fue la del gelatino de bromuro, que supone el empleo de una placa sobre la que se disemina una solución de bromuro, agua y gelatina sensibilizada con nitrato de plata. Este procedimiento ya no necesitaba mantener húmeda la placa como ocurría antes.
Pero también fue uno de los precursores de la fotografía “iluminada” y de la “foto óleo” en la región, logrando calotipos de maravillosa factura. Como sabemos, esta técnica consiste en el uso de papel sensibilizado con nitrato de plata y ácido gálico que, después de ser expuesto a la luz, es revelado con las mismas sustancias y fijado con hiposulfito sódico. Tras lograr las placas, Rodríguez remitía sus trabajos a Lima para las ampliaciones y para, en algunos casos, tratarlas con pigmentos al agua o al aceite por un pintor de apellido Malca, tal como puede verse en el calotipo de su esposa Francisca Nájera de Rodríguez.


Sebastián Rodríguez, el fotógrafo del coraje

La exposición de su obra irá hasta el 30 de noviembre

La obra fotográfica de Sebastián Rodríguez (Huancayo, 1896 - Morococha, 1968) se constituye en uno de los hallazgos más relevantes de los últimos años en nuestro país. Largamente olvidado, la labor de varios investigadores está permitiendo ponerla en valor. Más de setenta fotografías suyas pueden apreciarse en la exposición “Coraje”, la primera realizada en nuestra ciudad, y que se inicia en Huancayo. De aquí pasará al Museo de la Nación, y de allí a un largo periplo por el mundo (Nueva York, Madrid, París y otras grandes capitales).

"Retrato de dos mineros" (c. 1935-1945)
Copia moderna en papel de gelatina de plata.
Colección Museo de Arte de Lima,
Donación de Fran Antmann


Juan Carlos Suárez Revollar
El solo hecho de tener a un fotógrafo que dedicara cuarenta años de su vida a documentar el acontecer de un asentamiento minero es de por sí extraordinario. Sebastián Rodríguez llegó a Morococha a finales de la década de los veinte —en 1928—, luego de recorrer varios asentamientos mineros con su hermano Braulio. Sus amplios conocimientos de fotografía venían de diez años de labor como asistente del reputado fotógrafo limeño Luis Ugarte (a quien conoció en Huancayo).

"Velorio de un minero muerto a causa de un accidente" (c. 1928-1940)
Copia moderna en papel de gelatina de plata.
Colección Museo de Arte de Lima,
Donación de Fran Antmann
Museum of Contemporary Hispanic Art y Familia Rodríguez Nájera

«Elementos específicos en la fotografía, como la decisión de Rodríguez de incluir el lago en el fondo, tendrían un significado especial para los sujetos. El lago, una metáfora común en la cosmología andina, representa tanto el centro como la periferia del universo. El agua simboliza el ciclo de la vida humana unificando diversas partes orgánicas del universo así como la vida y la muerte en sí. Las almas regresan a los lagos y las cenizas de los muertos son lavadas en los ríos junto con sus pecados, convirtiéndose en parte del flujo orgánico de la vida. Rodríguez estaba familiarizado con este símbolo circular del mundo andino y
del cosmos que representaba».
Fran Antmann, "The Peasant Miners of Morococha", 1983.

Se sabe que tenía dos cámaras fotográficas, una que compró con su hermano, y otra mucho mejor de la que se hizo después, de marca Agfa, que fue la que usó para casi toda la obra suya que conocemos.
Las fotografías que tomó tienen la estética propia del siglo XIX, “y a esa misma época corresponden los procedimientos técnicos”, nos dicen Ricardo Kusunoki y Natalia Majluf, y añaden que “su propio público se inclinaba a fórmulas visuales que hacía tiempo habían pasado de moda”, es decir, la foto óleo y la fotografía iluminada, consistentes en el pintado a mano de las imágenes tomadas, y que eran usuales antes de la invención de la fotografía en color.






"Trabajadores en la entrada de la mina" (c. 1928-1940)
Copia moderna en papel de gelatina de plata.
Colección Museo de Arte de Lima,
Donación de Fran Antmann
Museum of Contemporary Hispanic Art y Familia Rodríguez Nájera









Las fotografías de Rodríguez parecen ser convencionales: todas tienen a sus sujetos posando. La razón de ello está en que su vieja Agfa era muy antigua, de gran formato, y cuyos negativos eran todavía de placa de vidrio. Por eso mismo, para tener la exposición adecuada, ésta debía ser muy larga, de forma que se “inmovilizaba a sus retratados en poses formales y rígidas”, a decir de la estudiosa Fran Antmann, quien además tiene el mérito de haber rescatado gran parte de la obra fotográfica de Rodríguez. Sin embargo, esa inmovilidad permitía una composición mucho más cuidadosa. En sus fotografías nada es dejado al azar. Desde el ángulo de la toma y el encuadre, podían bien ocultar o destacar los elementos visuales según lo que quería mostrar. Así, se anulaba o resaltaba el fondo con la hábil manipulación de la profundidad de campo –en espacios abiertos–, o se daba mayor protagonismo a algún elemento del entorno o a un personaje en particular, de modo que el conjunto reflejará exactamente lo que deseaba decir.





"El contratista Froilán Vega con su grupo de Chanquiris" (c. 1928-1940)
Copia moderna en papel de gelatina de plata.
Colección Museo de Arte de Lima,
Donación de Fran Antmann
Museum of Contemporary Hispanic Art y Familia Rodríguez Nájera










Fran Antmann dice más sobre la técnica de iluminación de Rodríguez: “para el trabajo en interiores sólo usó la luz natural que se filtraba por el tragaluz de su estudio”. Al parecer, también sus fotografías de exteriores mantenían esas “amplias gamas tonales y sutil iluminación”.
El contexto de Morococha, en sí, no es apacible, y mucho menos en la época en que vivió ahí Sebastián Rodríguez. Se trata de una ciudad áspera, extremadamente fría, donde las constantes lluvias y la rala nieve mantienen las calles cubiertas de barro. Los trabajadores de entonces enfrentaban unas condiciones laborales –y de seguridad– bastante desfavorables, y Rodríguez no lo oculta. Por eso el brusco entorno suele aparecer tal cual es, y mantiene un marcado contraste con la expresión, postura o vestimenta de los retratados, que acentúan la ternura que podría inspirar cada uno, y construye así su respectiva historia particular.






"Familia campesina llegando a Morococha" (c. 1928-1940)
Copia moderna en papel de gelatina de plata.
Colección Museo de Arte de Lima,
Donación de Fran Antmann
Museum of Contemporary Hispanic Art y Familia Rodríguez Nájera









Sebastián Rodríguez era más que un fotógrafo profesional según la acepción académica de la palabra: era un artista. Y su obra ya está ganando el sitial que merece como uno de los mayores fotógrafos peruanos del siglo XX.

“Coraje”, muestra fotográfica de Sebastián Rodríguez
Esta exposición cuenta con más de setenta fotografías de Sebastián Rodríguez, recientemente rescatadas, y se podrán apreciar hasta el 30 de noviembre en el Museo Antropológico de la Cultura Andina (Casona de la UNCP –ex Local Central– de la Bajada de El Tambo). Esta muestra se inicia en Huancayo, y continuará en un largo itinerario por el Perú, América Latina y el mundo.




“Wambla Light”, nuevo cortometraje huancaíno

Con una renovada estética



El cortometraje musical “Wambla Light” es un filme de revaloración cultural, que rebasa la música latinoamericana en ritmo de Tinkus de los cantautores Adolfo Salazar y Pío Altamirano. Su peso visual y su formato a medio camino entre el videoclip y la cinematografía de la India, lo convierten en una propuesta fresca, poco frecuente en nuestro medio, que marca el inicio de lo que su director, José Miguel “Picasso” García Delgado (Huancavelica, 1984), define como “Cine Novo Andino” en Huancayo.
Con sus poco más de 13 minutos de duración, “Wambla Light” aborda la vida de una Top Model Andina que aprende a superar sus complejos y los obstáculos que se le presentan para salir adelante con la moda Novo Andina y demostrar así sus raíces culturales peruanas en las pasarelas del mundo. Tras conectarse con las voces antropomorfas de una cultura ancestral que se le manifiestan en quechua, cambia su percepción de las cosas. Y todo ello con los códigos, el glamour y la teatralidad propios del musical del cine de la India.
Forman parte de la producción el actor Daniel Núñez (“La teta asustada” y “Madre”), los músicos Adolfo Salazar y Pío Altamirano del dúo Encuentros, quienes son los autores de los fondos musicales, y la actriz que protagoniza este filme “Aleca” (Ángela Luisa Evangelista Carhuas).
“Han sido meses enteros de trabajo para que este ‘producto emblema’ que es Wambla Light se convierta en mi ópera prima como director”, dijo José Miguel “Picasso” García. Cabe señalar que este filme está circulando por diversas partes del país, y la próxima semana competirá en el Festival Nacional de Cortos (Fenaco, 2010) en Cusco, donde participan 37 países de América, Europa y Asia.
Éxitos para este joven y talentoso cineasta, que promueve la producción audiovisual en nuestra ciudad.

Breviario

En la Casa de la Cultura de Chilca
Presentación teatral
Hoy, a partir de las 7 pm, se representará la obra teatral “La Abuela” en el auditorio de la Casa de la Cultura “Héroes de Azapampa” de la Municipalidad Distrital de Chilca (Real Nº 100, Chilca). Esta obra, que llega gracias al Taller de Cine y Teatro que promueve esta institución cultural, ha sido escrita, producida y dirigida por Luis Gonzales Sosa. Se trata de una pieza teatral basada en la vida real de una familia pobre que lucha por salir adelante. El elenco está conformado por veinte actores, y el ingreso será completamente libre.

Agenda semanal

Noches de Arte:
Giannina Sovero / Sandro Bossio
Suárez: El fuego de la literatura
Jueves 11 y viernes 12 de noviembre.
Hora: 7 p.m.
Auditorio del ICPNA Región Centro.
Jr. Ayacucho 169 Huancayo.
Ingreso libre

Cine Alternativo
Cero en conducta
Viernes 12. Hora: 6 p.m.
Auditorio de la Dirección Regional
de Cultura Junín. Jr. San Fernando
181, San Carlos - Huancayo.
Ingreso libre
"25 años de arte"

Inauguración de la exposición
pictórica de la Asociación de Artistas
Plásticos del Centro (ASAP)
Viernes 12. Hora: 7 p.m.
Sala Guillermo Guzmán Manzaneda.
Costado del auditorio mayor
de la Municipalidad Provincial
de Huancayo.
Ingreso libre

FESTIVAL DE CINE EUROPEO
Centro cultural Continental
Real 125 – Huancayo
Lunes 8. 7 p.m. Tiro en la cabeza
Martes 9. 7 p.m. La chica de Mónaco.
Miércoles 10. 7 p.m. Provincia
Mecánica. Jueves 11. 8 p.m.
Mater Natura.

Universidad Continental
Av. San Carlos 1980 – Huancayo
Martes 9. 10 a.m. Zapatos negros
Jueves 11. 10 a.m. El capitán de Kopenick.

Alianza Francesa Huancayo
Jr. Santa Isabel 367, San Carlos,
Huancayo. Viernes 12. 7:30 p.m.
Pioneros del oro verde / El Poncho
verde de los Andes. Sábado 13.
7:30 p.m. Puede atravesar la piel.
Ingreso libre