martes, 26 de marzo de 2013

Solo 4. Edición 462, del 23 de MARZO de 2013. Año IX


LA CITA:

«Pero yo no le vi la cara, sólo su sombra que atravesaba el local. Una sombra sin metáforas, vacía de imágenes, una sombra que solo era una sombra y que con eso tenía más que suficiente.»

Roberto Bolaño, Los detectives salvajes

LO ÚLTIMO: Y llega el Día Internacional del Teatro en Huancayo


Este 27 de marzo se celebra el Día Internacional del Teatro. Y como tenía que ser, los más importantes grupos y colectivos teatrales de Huancayo y sus alrededores se han unido para poner en marcha una variada temporada teatral. Esta noche a las 6:30 pm, en el teatro del Colegio Andino, arranca la puesta en escena de “Tinieblas del emperador”, de María Teresa Zúñiga, por el Grupo Expresión. Igualmente, el lunes 25 continúa con “El abuelo Miseria”, del grupo Ergo Camaleón; el martes 26 con “Los topos”, del elenco del Colegio Andino, y finalmente el miércoles 27 con “Sobre el encierro y debajo”, del grupo Metáfora. Las entradas podrán adquirirse en el mismo teatro por Solo 4 cinco nuevos soles (S/. 5).

El gran teatro del mundo


Juan Carlos Suárez Revollar


En algún momento, los primeros hombres debieron buscar nuevas formas de entender aquello que les era incomprensible, inalcanzable. Tuvieron que conseguirlo a través de la fabulación, y desde entonces la ficción empezó a hacerse más necesaria para vivir. Es aquel el hechizo que mantiene a la literatura colmada de vigor: su capacidad de llenar con la fantasía los vacíos de la naturaleza humana, habitualmente tan rutinaria, chata, aburrida.
No creo que haya mejor experiencia que cruzar la línea —a menudo difusa— que separa realidad y ficción. Pero mientras la lectura es la gran vía para transportarnos hacia otros mundos y otras gentes, para evocarlos y revivirlos, el teatro nos permite compartir sus historias en la plena realidad, contemplar a los personajes, hechos carne y hueso, en la aventura humana que es su corta existencia.
Los dramaturgos griegos lo comprendieron y reconstruyeron los lances de sus dioses y héroes —cuyas actitudes y sentimientos eran más bien terrenos—, y los hicieron tragedias: ¿no se nos antoja humano Prometeo a la espera de ser atormentado por traicionar a los suyos para proteger a los hombres? ¿Y no es divina Alcestis cuando acepta morir en lugar de su indigno marido? Siempre me he preguntado por las sensaciones que debieron experimentar los antiguos actores mientras interpretaban a sus divinidades. Y los actuales, ¿no deben igualmente encarnar una personalidad, una realidad completamente diferente de la suya? Y claro, deben mostrarse lo suficientemente convincentes para que más bien sea el espectador quien crea en ellos, en la ficción, que vuelve a ser más poderosa que la realidad.
La tentación de traspasar esa línea del camino a la ficción mantendrá su constancia. ¿Dónde acaba la ficción y dónde la realidad? ¿Qué hace ficticio a un personaje aunque tenga una base objetiva? ¿Por qué son convincentes unos y otros no? La respuesta es bastante esquiva, pero puede que la más acertada tenga que ver con el talento del escritor, quien mientras escribe hace las veces del Creador, por su capacidad de decisión sobre el destino y la providencia, sobre la vida y la muerte. Eso y no otra cosa, es lo más fascinante de la literatura: nuevas vidas derivadas de otra más cotidiana, cuya única fortaleza es la experiencia y la imaginación del artista.
Pero el deseo, la pasión o el amor, sublimados por las ilusiones y los sueños, son solo una parte de lo que la representación dramática puede permitir. A mi juicio, el teatro rebasa la mera contemplación de una realidad fingida. En tanto dure su representación, se vuelve realidad real, no solo en la historia que relata, sino entre las fantasías del espectador.
Soñar permite convertirnos —a nosotros, como lectores o espectadores: simples mortales— en héroes literarios, en aquellos que como Hamlet, aman, luchan, desean, vengan, sufren o mueren. Puede que sentir aquellas emociones en la ficción no nos haga mejores personas, pero sí seres humanos más completos.

La Constitución de Cádiz, Huancayo y el Perú


Nivardo Santillán Romero

Plaza Constitución a principios de los años 20.
España, en 1812, vivió la ocupación de su territorio por la Francia napoleónica. Ayuntamientos y regiones se levantaron en resistencia, los mismos que  desembocaron en la convocatoria extraordinaria de las Cortes de Cádiz, lo cuales  promulgaron la Primera Constitución Española, el 19 de marzo de 1813. Este documento fue válido, también, para las colonias de “indias”, dentro de ellas el Perú.
Esta carta política de la monarquía española —de orientación liberal—, se nutrió de las corrientes de la ilustración europea y dejó marcados los principios de soberanía popular, división de poderes y otros, de contenido transformador y  alternativo al feudalismo imperante. Influyó poderosamente en la “semilla de la libertad, que germinó en los distintos procesos de independencia de los países del Nuevo Mundo”, incluso, sin lugar a dudas, en la flamante Constitución de la República Peruana de 1822.
Con la Constitución de Cádiz, las ideas de Patria, del paso de siervos a ciudadanos, República, y de libertad de imprenta, como por la abolición del tribunal de la Santa Inquisición,la esclavitud o el tributo indígena, entre otros, se esparcieron como gérmenes democráticos en los procesos emancipadores y libertarios de nuestros pueblos.
Los días 18 y 19 del presente mes fueron, cívica y políticamente, beneficiosos para Huancayo y el Valle del Mantaro: acaba de culminar un tramo de los homenajes rememorativos por el Bicentenario de la Constitución de Cádiz, de su proclama y jura por parte del pueblo huancaíno, el 1° de enero de 1813.
Estos actos, presididos por el alcalde de la Municipalidad Provincial de Huancayo, están programados para todo el año 2013 y con justicia se prolongan hasta el 2021, cuando celebraremos el bicentenario de nuestra independencia.
A estos homenajes asistieron: Juan Blanco Fadol, delegado de los ayuntamientos de Caravaca de la Cruz de Murcia y de Cádiz, España; autoridades de la Presidencia del Consejo de Ministros, parlamentarios, y diversos representantes de los gobiernos regionales y alcaldías, lo cual implica, más allá, de los protocolos y actividades académicas, religiosas y cívicas, la propagación de las semillas de un reencuentro con la historia, un examen del presente y una proyección del futuro, en la vida social, política, económica, cultural y territorial de los pobladores de nuestra cuenca del Mantaro.
Huancayo tiene un lugar de primer orden en este proceso. En efecto, desde la proclama de ese ilustre 1° de enero de 1813, y el cambio de nombre de la  entonces  Plaza del Comercio por “Plaza de la Constitución”, nos ubicamos en un lugar privilegiado y único en nuestra historia.
Además, parte importantísima de estos días fue el coloquio: “De Cádiz a Huancayo,  Bicentenario de la Jura de la Constitución 1813 - 2013”, que permitió una primera reflexión, interpretación y (re)posicionamiento del valor de nuestra historia como Nación Wanka y como país, en estrecha y contradictoria relación con España.
Estudiosos, investigadores y conferencistas de la talla de Teodoro Hampe Martínez,  José Carlos Vilcapoma, Miguel Seminario Ojeda, Nicolás Matayoshi y Samuel Villegas Paúcar, disertaron sobre el significado histórico, jurídico, político, social y económico de la Constitución de Cádiz para Huancayo, Junín, el país y el mundo. Las actas de las reflexiones y aportes serán editados en libros convencionales y virtuales, y puestas al servicio de toda la colectividad.

EN STEREO: VISITA A LOS TORMENTOS EN COLOR


Bacon en Lima

Roberto Loayza Cárdenas

Estudio para un retrato de William Blake” (1955) por Francis Bacon.
Debido a ciertas inclemencias de la naturaleza y a un poco de mala suerte, el viaje a Lima para encontrarme con el genio irlandés tomó unas 14 horas. Exhausto pero emocionado, y con la compañía de una grácil y sutil guía, empezó el recorrido en búsqueda de mis propios demonios impresos en los aterradoramente hermosos cuadros de Francis Bacon.
Fue el pintor y gran amigo de juergas y conversas, Daniel Pickens, quien me “presentó” a este inconmensurable artista dublinés que me atrapó con su obra en un sueño sin fin, desplazando a Van Gogh de mis favoritos pictóricos de todos los tiempos. La búsqueda febril de sus cuadros tuvo paradas tan emocionantes, como perturbadoras, en sus estudios sobre el triste rostro del también extraordinario poeta y pintor William Blake, sus escenarios de pesadilla rodeados de carne y demás menudencias intestinales, especialmente, su obra sobre el Papa Inocencio X, original del español Diego Velázquez, donde el rostro del pontífice se transmuta en un grito desesperado y eterno, una imagen desoladora encerrada en un cubo perfecto, en un cristal irrompible, cuadros que siempre han tenido en mí un efecto devastador, para bien o para mal.
Esas ansias en pos de la esencia personal a partir de la deformación, del antídoto contra la angustia, sumergiéndonos paradójicamente en lo más profundo de ella, a través del arte, de la violencia “natural” del ser humano, de la tristeza, del cuerpo, del ser.
Fue tanta la emoción de ver la obra de Francis Bacon, que no importó demasiado que fueran litografías, copias a escala directamente del original, o que “únicamente” esté en la muestra el “Estudio para un retrato de William Blake” de 1955, y sus “Estudios para un autorretrato” de mediados de los 70.
El impacto de observarlas tan de cerca provocó que Picasso, Dalí, Warhol y todos los demás grandes, que esa tarde se encontraban para el disfrute de los asistentes, pasaran a un segundo plano, sin duda, Bacon es la estrella de la muestra.
Las gracias infinitas al pintor y músico limeño José Tola por mostrarnos parte de su vasta colección personal, en la Galería de Arte Pancho Fierro, exposición que por desgracia termina mañana. Las casi 12 horas del viaje de vuelta, otra vez debido a la suerte un poco adversa, las hice con una gran sonrisa, una retorcida, gutural, propia de uno de sus cuadros.

COLUMNA: UN MUNDO PERFECTO


Pedro González: la imaginación del imaginero

Jorge Jaime Valdez

Pedro Gonzales Páucar – Foto: Jorge Jaime Valdez.
Pedro González Paucar pertenece a una familia de artistas. Heredó el arte de la imaginería de su abuelo, don Pedro Abilio, maestro de la artesanía peruana. Justamente, esta semana, el Congreso de la República y MINCETUR le otorgaron el Premio “Joaquín López Antay 2013” como uno de los artesanos más destacados del Perú. Reconocimiento que tardó, pero que llega con toda justicia por su enorme trabajo como artista de la imaginería y cultor de una tradición que, en pocos lugares, aún se viene practicando.
Nació en Aza, un pueblito que pertenece a El Tambo (Huancayo), creció rodeado de eucaliptos, retamas, maizales, sembríos verdes y amarillos, y sobre todo del “ala” o maguey, soporte fundamental de la imaginería, ese arte muy antiguo de modelar figurillas con yeso, tela encolada, tierras de colores y mucha imaginación.
Desde niño, de juego en juego, aprendió del abuelo, al igual que su hermano Javier, a darle vida al tronco del maguey para crear un mundo lleno de color y formas. Están los habitantes del pueblo y sus costumbres, los músicos, los danzantes, las imágenes religiosas, las Cruces de Mayo y una galería enorme de personajes del Valle del Mantaro.
Pedro mantiene la tradición que es la esencia de la artesanía. Desde joven se interesó por revalorar el rol de los artistas populares, publicó, con un grupo de intelectuales, la revista “Kamaq Maki” (Mano creadora) de la asociación de artesanos del mismo nombre, recordada por su aporte a la cultura de la región. Ha expuesto en diversas galerías del mundo y, anualmente, viaja a Santa Fe, Estados Unidos, a mostrar su arte a coleccionistas y amantes del arte tradicional de todo el mundo.
Conoce, como pocos, de textilería y toda su iconografía, tiene una interesante colección de máscaras de diferente factura, además de que es una persona sumamente generosa, al igual que toda su familia, pues la grandeza de espíritu también se aprende. “Pedrito”, para los amigos, está siendo reconocido recién por el Estado peruano. Se celebró, hace poco, el día del Artesano, palabra con tufillo peyorativo para nombrar a los “artistas populares” que no tienen nada que envidiar a los cultores del arte canónico, elitista u oficial.
Esperamos que este premio al estupendo imaginero sirva de puente para que otros artesanos o artistas populares sean valorados en su real dimensión y que nos permita, a los huancaínos, conocer y acercarnos a su obra.

Ceremonia de premiación

Con el premio "Joaquín López Antay 2013" fueron distinguidos, el pasado 21 de marzo, 12 de los más destacados artesanos del país —en el marco de las celebraciones por el Día Internacional del Artesano—, entre los que se encontraba nuestro único representante regional: Pedro Gonzales Páucar. El reconocimiento se dió en la sala Raúl Porras Barrenechea del Congreso de la República, con presidencia de la Primera Vicepresidenta de la Nación, Marisol Espinoza Cruz, además del Ministro de Comercio Exterior y Turismo, y la Directora Nacional de Artesanía. "Solo 4" fue el único medio local presente, y traerá mayor información para ustedes en la próxima edición.

PERFUME DE MUJER:


Sueños digitales

Edmundo Paz Soldán


A las tres de la mañana de un lunes, a pedido de Nikki, había salido con ella a hacer el amor en el parque. Ella se puso un vestido verde que le llegaba hasta los muslos (nada de ropa interior), y zapatos negros de taco alto (…) Bajo un manto de estrellas, con la brisa fría helando su cuerpo y el silencio roto por los alaridos de amor u odio de unos recién casados en el vecindario, pusieron una frazada en el centro del perímetro rectangular y se echaron sobre ella. Lo excitaba verla desnuda entre las sombras y con eso zapatos de mujer al ataque. ¿Habría pares de ojos mirándolos detrás de las cortinas de las ventanas en las casas que rodeaban el parque?

MICROCUENTO:


Ovejas
Alberto Benza
Aquel hombre que no podía conciliar el sueño pensó en usar el viejo truco de contar ovejitas. Empezó, y cuando la cuenta llegó a 20 ya no pudo dormir. En su cuarto se hallaban 20 ovejas que no cesaban de balitear.

PLAN LECTOR: HOMENAJE SEMANA INTERNACIONAL DEL ARTESANO


El tejedor César y la araña Arcadia

Luis Gamarra Yurivilca

Acuarela “Artesano” – Autor: Hernán Chilo Huanca.
Cuando dejó de existir el anciano tejedor, su hijo, César, heredó su telar, así la tradición ancestral continuó.
Aunque muy joven, con poca experiencia, el inquieto muchacho inició el trabajo artesanal con gran voluntad. Sin embargo, a pesar de su ahínco y habilidad, su tejido dejaba mucho que desear. La lanzadera se deslizaba dudosa entre los hilos que se enredaban; trama, urdimbre y mechas de lana sostenían una abigarrada pelea, y del telar solo salían marañas de fibra y seda.
En cierta ocasión, mientras se ingeniaba entrelazando en orden una composición maravillosa, el noble César oyó una carcajada satírica y observó alrededor suyo con asombro:
—Discúlpame —dijo una vocecita maligna—, pero tus grotescos líos me divierten de verdad.
Una araña, suspendida de un hilo de plata en la parte superior del atacador del telar, oscilaba sobre la cabeza del joven.
—Tienes que admitir, muchacho, que en cuanto a habilidad textil tengo más creatividad que tú ¿eh? —le dijo con disimulo.
César se encogió de hombros.
—No niego tu destreza. Aunque, si Tayta San Pedro me ayuda, también yo lograré hacerme famoso en el arte de mis ancestros.
—Sudas, te acongojas, pobre muchacho. Además de causarme risa, me inspiras lástima. Yo tejo sin el más mínimo esfuerzo y, debes aceptarlo, lo hago de una manera excelente. Es claro que San Pedro te protege —decía el insecto—, ama a todos sus devotos, pero los que han recibido el don maravilloso del talento, los hombres, deben hacerse dignos de cualquier progreso con la ofrenda.
La araña fue a refugiarse, riendo, entre el tejido de su tapiz.
César reanudó su trabajo con paciencia y fe renovada. Poco a poco, hoy un paso, mañana otro, recordando las sabias enseñanzas de su padre y confiado en la propia inspiración, logró confeccionar un tapiz con la imagen del Patrón San Pedro: las tramas multicolores resultaron de fino acabado, que luego se le entregó al mayordomo en la fiesta tradicional.
No contento con su primer resultado, buscó perfeccionarse. Creó diseños atractivos. Tejiendo, perseguía sueños de belleza y poesía. Con mechas de lana de oveja, teñida con insectos y plantas silvestres, compuso tapices que parecían santos auténticos, jardines reales, cielos adornados de estrellas, deslumbrantes paisajes serranos.
Los turistas compradores venían de distintos países para adquirir los magníficos tejidos de César, sin par en el mundo. Pagaban fuertes sumas, sin dudar, hasta que una vez, un visitante, mientras contemplaba uno de los tapices que centellaba como la laguna de Parpacocha bajo la luz de la luna, lanzó un grito.
Sobre el cautivador tejido había caído una telaraña cargada de polvo, y su dueña, pataleando en medio de aquel prodigio de belleza, decía: «Es verdad, hombre, tú eres el privilegiado de San Pedro».
El turista no oyó la vocecita del animalito moribundo, pero la oyó el artífice, el hombre del trabajo glorioso y de los altos sueños. La oyó y cogió delicadamente a la araña que no daba señales de vida y, saliendo del taller, la depositó tiernamente entre las flores multicolores de su huerto.