sábado, 26 de febrero de 2011

Solo 4 “354” del 26 de febrero de 2011

LA CITA

“Quizás es que la lluvia es una forma de presentimiento; o quizá se deba a que el color de la vida en nuestras mejillas se diluye con el agua.”

José Carlos Somoza, La caverna de las ideas

Mario Vargas Llosa: Nobleza de cholo, obliga.

Nicolas Matayoshi


Nuestro ilustre escritor bi-nacional, Don Jorge Mario Vargas Llosa ha sido ungido como uno de los grandes de España; su amigo, el Rey Juan Carlos le ha concedido el título de Marqués, por su extraordinaria contribución a las letras españolas, el escritor de 74 años de edad se hizo libre y voluntariamente español en 1993, aunque irremediablemente conserva su origen de cholo arequipeño, ciudad que conoció “de oídas”, como él mismo aclaró.
Es una buena ocasión para rememorar que no fueron distinguidos con el mismo entusiasmo los otros latinoamericanos Premios Nóbel de Literatura: la chilena Gabriela Mistral (1945), el guatemalteco Miguel Ángel Asturias (1967), el chileno Pablo Neruda (1971), el colombiano Gabriel García Márquez (1982) ni el mexicano Octavio Paz (1990), acaso porque ninguno optó por nacionalizarse español.
Porque, exceptuando a Camilo José de Cela, que obtuvo el Marquesado de Iria Flavia, la corona española tampoco ha sido muy pródiga en colocar en el altar de la nobleza a los intelectuales y escritores nacidos en España, siguen siendo plebeyos el primer Nobel de habla hispana José Echegaray (1904), tampoco fue distinguido Jacinto Benavente (1922), Juan Ramón Jimenez (1956) ni Vicente Alexaindre (1977), el último poeta nacido en España, franquista de corazón.
Don Jorge Mario Vargas Llosa con todo derecho puede ostentar, desde ahora y siempre, el apelativo de “DON”, esto es “De Origen Noble” y ser tratado como “Su Ilustrísima”, pudiendo heredar tan distinguido trato a Don Álvaro Vargas Llosa, el autor del “Manual del perfecto idiota”.
Es bueno recordar que este asunto de pertenecer a los Grandes de España fue una aspiración de muchos indianos, ligados a las clases dirigentes nativas de América India, reclamaron este derecho los descendientes mestizos de Vlei-Tlatoani (mexica), Motecuzohma II (azteca) y Atahualpa (Inca), entre muchos otros. También pugnaron infructuosamente por este reconocimiento, por ser la contribución nativa a lo que se ha venido llamando “El descubrimiento y conquista de América”.
Hubieron también intelectuales mestizos, de sangre noble española y nativa, que trataron de alcanzar la misma distinción, un descendiente mestizo de uno de los Grandes de España, primo del poeta Garcilaso de la Vega, nuestro escritor Garcilaso de la Vega, el Inca, hijo de un aventurero y noble español, después de tentar infructuosamente que se le reconozca sus títulos nobiliarios, considerada indigna debido a su noble genealogía inca, murió siendo un clérigo plebeyo en la propia España. Lo mismo sucedió con el cronista indio Felipe Guamán Poma de Ayala, quien luchó porque se le reconociera como hidalgo caballero, claro está que en esos tiempos, el título de nobleza significaba, además, ingresos económicos para una vida holgada y traía consigo grandes propiedades, privilegios y derechos a gobernar autoritariamente sin dudas ni murmuraciones.
Por eso, entre los caciques huancas, don Felipe Huacrapáucar hizo todo lo posible conseguir dicha distinción, dejando de lado a sus otros aliados, los Apoalaya y los Zurichaqui, entre otros. No sólo se trataba de ostentar un escudo nobilario, escudo que finalmente los descendientes, en un acto de dignidad reivindicativa, lo expropiamos, para uso de las poblaciones huancas plebeyas.
Y como el propio Marqués de Vargas Llosa, o Marqués de Arequipa, al conceder una entrevista a los reporteros de Radioprogramas del Perú, aclaró, con la modestia que da el saberse ganador de la máxima distinción literaria del planeta:
“Es un gesto muy cariñoso, se lo agradezco al rey y a España, y al mismo tiempo quiero decir que yo nací plebeyo y me voy a morir plebeyo”, respondió a los periodistas de Radioprogramas, cuando lo entrevistaron apenas se supo la noticia.
“Los cholos hemos llegado a la aristocracia española; es divertido ¿no es verdad? Es una sorpresa descomunal porque si algo no se me pasó jamás por la cabeza es que a mí me harían marqués”, dijo y aclaró que en la literatura no es único en recibir este título: “Hay marqueses interesantes, no todos son unos bobalicones”, y mencionó entre ellos al marqués de Sade.
Acaso se refería a los miembros de la Diputación Permanente de la Grandeza, quienes dieron a conocer su malestar porque el tratamiento de ilustrísimo se le haya otorgado a Vargas Llosa, cuando los notables escritores españoles, ganadores del Premio Cervantes y el Premio Príncipe de Asturias, no gozan del mismo trato.

La tía Julia del escribidor

Sandro Bossio Suárez


En mis años universitarios, en Lima, caminaba por la avenida Wilson y, en un quiosco, encontré un libro que me llamó la atención: “Lo que Varguitas no dijo”. Lo firmaba la boliviana Julia Urquidi Illanes, primera esposa de Mario Vargas Llosa y, a la sazón, protagonista de “La tía Julia y el escribidor”, novela que recientemente había leído con agrado.
Como era un estudiante sin recursos, demoré mucho en comprar el libro de Julia Urquidi, pero cuando lo hice no me arrepentí. Sufrí un sacudón, un espasmo, al devorar sus primeras páginas: “Según Mario, él jamás fue celoso, fueron mis celos injustos los que nos hicieron vivir en ese infierno, y eso me lo reprochaba cruelmente. Pasaron muchas cosas, cosas con cuyo recuerdo todavía me estremezco”.
Hace poco mi amigo Max Orellana me pidió prestado el libro y, al encontrarlo, le eché una nueva mirada y volví a quedar enganchado: he andado con él durante mi largo periplo de principios de año.
Ahora que Vargas Llosa se ha situado en el pináculo de las letras mundiales, me ha sorprendido que “Lo que Varguitas no dijo” no se haya reeditado. Recuerdo mucho que en el prólogo, Julia Urquidi dice que le fue muy difícil publicar el libro porque las editoriales españolas enlazaron fuerzas para impedirlo. El libro salió, mal que bien, en 1983, en una edición barata que se vendió con un periódico de Bolivia, y no tengo idea cómo llegó a Lima (yo tengo la edición de 1989).
En fin, el libro sigue conmocionando a quien lo lee, sobre todo a aquellos que creemos conocer a Vargas Llosa a través de su obra, pues lo descalza por completo, presentándolo, lejos del famoso escritor, como un ser humano auténtico, con pasiones, celos, esperanzas, y, por supuesto, debilidades. Dice Julia Urquidi: “Tampoco deseo levantar un dedo acusador. No soy juez de nadie, soy solamente una mujer, y ustedes me ayudarán a comprender con quién viví: ¿con un marido, un amante, un primo, un sobrino o, posiblemente, un desconocido?”.
En los primeros capítulos la autora narra, en paralelo con la novela de Vargas Llosa, las secuencias del enamoramiento entre el joven escritor y la experimentada “tía” (en realidad nunca lo fue porque ella era, apenas, hermana de la esposa del tío de Vargas Llosa). Su azaroso matrimonio, su fuga, sus primeros años de dicha en Miraflores, también forman parte de estos primeros capítulos, pero desde otro punto de vista. El libro empieza a tomar distancia de “La tía Julia y el escribidor” cuando los protagonistas parten en barco a Barcelona. Estos acontecimientos no se encuentran ni en la novela ni en las memorias del escritor (“El pez en el agua”), y configuran un material fascinante que da cuenta del nacimiento de un genio literario. Sus evoluciones por Europa, sus decisiones matrimoniales (como irse a malvivir a París usando el importe que los hubiera traído al Perú), sus primeras amistades con los grandes escritores del siglo pasado, son realmente reveladores. Como reveladores son los pasajes que, incluso, desmienten a los biógrafos de Vargas Llosa: “La ciudad y los perros” empezó a escribirse en el barco que los llevaba a Europa, mucho antes de lo que todos afirman.
Conmueven en estas páginas las muestras de amor infinito de Julia Urquidi por su esposo, a quien protegió desde el principio, como cuando se despoja de lo poco que tiene para que él haga un viaje por Medio Oriente. Es por lo que ella dice: “El talento era de Mario, pero el sacrificio fue mío”.
El libro va tomando cuerpo a medida que avanza, sobre todo cuando aparece en la vida del matrimonio la sobrina carnal de Julia, Patricia Llosa, la quinceañera que terminó siendo la segunda esposa de Mario.
A partir de la mitad del libro, las sospechas y las intrigas prosperan, y asistimos a situaciones cada vez más inquietantes. Presenciamos la lenta debacle de un matrimonio malavenido, minado por las dudas, las vacilaciones, el sufrimiento, los intentos de suicidio de la protagonista. Hasta que llega el desenlace, la anagnórisis, en un monólogo que indigna.
Otro valor de la obra es la publicación de las cartas entre los actores, algunas de ellas, sobre todo las escritas por Vargas Llosa, verdaderas obras maestras del género epistolar.
El libro fue acusado de chismográfico y sin valor, y el propio Vargas Llosa reaccionó muy mal contra él, al punto que –según la autora– cortó toda comunicación con ella y le revocó los derechos de autor de “La ciudad y los perros” que le había dejado como legado del divorcio.
Como fuere, “Lo que Varguitas no dijo”, perdonando la edición pobre y mal cuidada y el tono muchas veces quejoso de la autora, es un ldocumento revelador que nos acerca a la fase más humana de nuestro admirado compatriota. Julia Urquidi murió el año pasado sin ver a Vargas Llosa recibir el premio Nobel.

PERFUME DE MUJER

John Maxwell Coetzee, Desgracia
Ella no se le resiste. Lo único que hace es rehuirlo: aparta los labios, aparta los ojos. Deja que la tienda sobre la cama y la desnude: incluso le ayuda, pues levanta los brazos, arquea las caderas. Le sobrevienen pequeños escalofríos; en cuanto está desnuda, se cuela bajo el edredón como un topo que se abriese camino horadando la tierra, y le da la espalda.

Microcuento

Parricidio
Rony Vásquez Guevara

—Hijo, hace dos días que no duermo —quejose la madre.
—No te preocupes. Esta noche dormirás eternamente —apaciguó el hijo mientras desenfundaba el cuchillo.

EL FOLKLORE QUE YO VI

Luis Cárdenas Raschio

Danzantes de tijeras de Pariahuanca

Allá por los años de 1940, cuando se realizaba la fiesta en homenaje a la Cruz de Chilca, vi a los danzantes de tijeras, que bailaban en la puerta de la capilla, acompañados de un solo violín y otros con pincullo; los devotos de la Cruz de Chilca, pagaban a los bailarines, mejor dicho, a los danzantes de tijeras, para que dancen en su nombre. Después de su actuación, recibían su pago y se iban a tomar un remojado de culebra. Por entonces, mi madre tenía una pequeña tienda ubicada a media cuadra de la capilla, a la que acudían estos danzantes y tomaban su remojadito de caña.
A mis hermanos y a mí nos gustaba ver como danzaban y las pruebas de destreza y magia que realizaban. Recuerdo que uno de ellos agarraba una de mis orejas, me sacudía y caían monedas de plata. Lo mismo hacía con mi nariz. También, agarraban un carbón encendido, lo mantenían entre las manos, y no les quemaba. ¿Cómo lo hacían?, no lo sé, pero nos quedábamos asombrados con la habilidad que tenían. Mi mamá nos decía: “Estos danzantes tienen pacto con el diablo, es por eso que hacen todas estas cosas”.
Todas estas manifestaciones, y muchas más, eran realizadas por los danzantes de tijeras de Pariahuanca y Lampa, pueblos pertenecientes a Huancayo. Su vestuario consistía en un pantalón de color negro, al que en la pantorrilla le colocaban unas “huatanas” de colores (cintas que se emplean en la fiesta del Santiago). Camisa blanca de mangas largas, llevaban maquitos de color negro y blanco, en la cabeza se ponían un pañuelo rojo y danzaban con los pies desnudos.
La última vez que los vi danzar fue en Acopalca, donde competían los mejores danzantes de tijeras de los pueblos de Pariahuanca contra los Huancavelicanos y Ayacuchanos. Lamentablemente, se perdieron estas competencias, a causa del terrorismo, pues los subversivos quemaron todo donde se realizaban las competencias.

Radiohead : The King of limbs

Gerson Loayza

Desde hace tres años estuve esperando, día a día, semana tras semana, revisando la página oficial —como niño que espera un regalo en navidad—. En fin, la espera valió la pena: el lanzamiento del octavo disco de la banda, tal vez, más influyente del mundo: Radiohead. Tres años y medio de: “no estaba listo”, “falta poco”, “hemos descartado el material”, hasta el ansiado: “Gracias por esperar”, acompañado del anuncio: “The King of limbs”.
Este 14 de febrero tuvo mayor sentido para mí, y seguro también para otros seguidores de la banda, con el anunció de su nuevo trabajo discográfico: “El rey de las ramas” (título en español); nombre en alusión a un viejo roble de 1000 años, ubicado cerca a los estudios de grabación de la banda.
Ésta vez no es solo por amor al arte, como su predecesora “In Rainbows”, pues el precio para “The King of limbs”, varía desde nueve hasta 58 dólares (edición “deluxe”). Para un conocedor el precio vale la pena y se sobreentiende cual ordené para comprar: la edición “deluxe”. Un CD, dos vinilos de 10”, y arte de 625 piezas. El precio no importa para un amante de la buena música.
Día clave: 19 de febrero, las descargas digitales comenzaron, originales y piratas (por desgracia). La sorpresa: Ocho pistas. Sí, el disco más corto de la banda. Desde “Bloom” hasta “Separator”, vives una historia, luego de oírlos no eres el mismo —me pasó a mí—. Radiohead sorprende y espero que lo siga haciendo.

lunes, 21 de febrero de 2011

Solo 4 “353” del 19 de febrero de 2011

LA CITA

Ximena se despierta y la sorprende llorando, y con la rabia latente de otras veces la ve romper una a una las páginas de la novela que le ha regalado hace poco su madre.

Laura Riesco, Ximena de dos caminos

LO ÚLTIMO

XIII MUESTRA MACROREGIONAL DE TEATRO



Los mejores grupos de teatro independiente, de las provicias de Ucayali, Huánuco, Pasco, Junín y Huancavelica, se presentarán en nuestra ciudad, durante la XIII Muestra Macroregional de Teatro Centroperuano, organizada por Barricada Teatro, desde el 23 al 27 de febrero. Este es un evento que tiene la finalidad de contribuir al desarrollo de la dramaturgia en preparación a la XXIV Muestra Nacional de Teatro Peruano. En esta muestra se considerarán ejes temáticos que posibiliten la reflexión colectiva sobre el ser social, sin perder nuestra identidad cultural y sin ningún fin de lucro.

Huarivilca, el emblemático monumento arqueológico en peligro

Manuel F. Perales Munguía

En el siglo XVI, el extirpador de idolatrías Cristóbal de Albornoz escribió la famosa “Instrucción para descubrir todas las guacas del Pirú y sus camayos y haziendas”, manual redactado para ayudar a los clérigos católicos a identificar, confiscar y destruir los objetos y lugares más sagrados de las poblaciones andinas y, de este modo, desterrar su religión. Precisamente en este trabajo Albornoz menciona a “Guaribilca” como “guaca muy prencipal de los dichos (indios) ananguancas, es una piedra como indio. Está en un llano junto al tambo Guancayo, cerca, en un corral”, referencia que complementa aquéllas otras que también nos han brindado Pedro Cieza de León, Juan Santa Cruz Pachacuti y Titu Cusi Yupanqui, las cuales, en su conjunto, no hacen sino denotar la singular importancia del santuario de Huarivilca como un gran templo-oráculo, cuyo prestigio se extendía mucho más allá de los confines de nuestra región y que los mismos incas tomaron muy bien en cuenta luego que conquistar el valle del Mantaro.
Gracias a la información proporcionada por estas fuentes etnohistóricas un equipo liderado por Federico Gálvez Durand pudo identificar este viejo templo en 1931. Décadas después, a iniciativa de la Comunidad de Huari y bajo la dirección de Ramiro Matos, en 1964 se iniciaron las primeras labores de limpieza y restauración, no obstante las críticas a dichas obras que hicieron los estudiosos norteamericanos Daniel Shea y David Browman por no respetar el aspecto original del monumento. Un tiempo después, entre 1986 y 1987, se llevaron a cabo nuevos trabajos a cargo de José María Gálvez y, luego, del Instituto Nacional de Cultura, esta vez con la intención de evitar el colapso de los muros del edificio. Hacia los años de 1995 y 1996, se gestionaron y llevaron a cabo nuevos intentos al mando de David Motta Pérez, los cuales quedaron interrumpidos como consecuencia de su fallecimiento. Después de ello el Instituto Nacional de Cultura nuevamente asumió tales labores, que incluyeron la remodelación total del Museo de Sitio.
Sin embargo, pese a todos estos esfuerzos, en nuestros días el otrora famosísimo templo-oráculo de Huarivilca se encuentra nuevamente en serio riesgo de colapsar a raíz de las fuertes lluvias que vienen cayendo en la región, situación que se complica por la presencia de un complejo sistema hidráulico subterráneo que existe en el lugar y que también está dañado, debilitando los cimientos de las construcciones, tal como han demostrado los recientes trabajos de los investigadores Steven Wirtz y Jacqueline Bernuy. De no tomarse cartas inmediatas en el asunto, podríamos lamentar graves pérdidas, incluyendo vidas humanas, por el riesgo de desplome de los muros. Hacemos un llamado a todas las instancias e instituciones pertinentes a ejecutar intervenciones de emergencia a fin de preservar la integridad de este importante sitio arqueológico, sin duda el monumento prehispánico más emblemático de toda la provincia de Huancayo.

Huarivilca, la tercera destrucción

Sandro Bossio Suárez

La ciudad sagrada de Huarivilca sufrió dos destrucciones. Una tercera, quizás la definitiva, se cierne sobre ella.
Su construcción se remonta al origen de los huancas, quienes influenciados por el culto tiahuanacoide, creían que sus genitores eran un hombre y una mujer salidos de una fuente de esta “pacarina”. La pareja, que habría esparcido su prole en el valle, estaba constituida por una mujer de nombre Urochombe (o Urocumpi, según otros cronistas) y por un hombre sin patronímico (quien, a decir de Waldemar Espinoza podría ser Atay Imapuramcapia). Los dos, errantes y divinizados, tomaron los inmensos campos del valle y luego procrearon cientos de hijos que poblaron la campiña. Éstos, en cuanto murieron sus padres, los enterraron en el mismo lugar de donde se creía habían salido y a ese paraje le denominaron Huarivilca, que quiere decir «lugar de origen». Tan importante se torna la divinidad de de este sagrario que en cierto momento hasta llega a desplazar a la máxima deidad huanca: Huallallo Carhuancho. Así lo cuenta en sus relaciones Santa Cruz Pachacuti.
Con la conquista de los incas, el templo de Huarivilca no desaparece, sino que pasa a convertirse en un adoratorio del dios sol o “tayta inti”. Lo curioso es que Huarivilca, como deidad, tampoco desapareció: empezó a convivir con el nuevo dios y a compartir sus feligreses con él.
Francisco Pizarro entró al Valle del Mantaro en 1534 y el consejero espiritual de la monarquía, el dominico Vicente Valverde, se dedicó de inmediato a combatir las idolatrías. Al lado de Fray Reinaldo de Pedraza, este fraile de temperamento inquisidor se ensañó contra las «vilcas» y las «huancas» por considerarlas «ídolos» y «habitáculos del demonio», y con los «laycas» y «yanaconas» que defendían los territorios sagrados huancas. En su estadía en la zona se dedicó a peregrinar en busca de oráculos, pacarinas y conopas, que quebró y quemó, enfureciéndose, sobre todo, con la ciudadela huanca de Huarivilca, a la que devastó mientras estimulaba una auténtica masacre con sus habitantes. Esa fue la primera destrucción de Huarivilca.
La segunda se dio durante las guerras entre incas y huancas, alentadas por los españoles. Según las anotaciones de Jerónimo de Guacrapáucar, Manco Inca, el último de los nobles cusqueños, levantado contra los españoles en pos de la libertad, decidió venir al Valle de Hatunmayo para derrotar a los invasores. Después de librar la batalla de Auccivilca (al noroccidente de Jauja), desistió de su viaje a Chachapoyas y desandó su camino. Al llegar al paraje de Huayucachi, decidió destruir el templo de Huarivilca, del que saqueó sus tesoros y asesinó a sus sacerdotes. Se dice que le pasó una soga al cuello del ídolo (lo que corroboraría la hipótesis de que éste tenía figura humana) y lo arrastró hasta Acostambo (aproximadamente unos diez kilómetros).
Titu Cusi Yupanqui, por su lado, relata también este episodio: «Hay una huaca antigua muy famosa, la que en tiempo de los ingas hablaba (se refiere al oráculo). Y es tradición de ellos, que pasando por este pueblo Manco Cápac (debe entenderse Manco Inca) le fue a hacer sacrificio; y ella le dijo: que no quería recibirle, porque no era inga legítimo y que le había de quitar el reino. De lo cual enojado Manco Cápac, hizo arrojarlo por el cerro».
Por ello, cuando quince años después pasó por el valle Pedro Cieza de León, encontró el templo «deshecho y arruinado y lleno de herbazales y malezas».
La tercera destrucción, si es que las cosas siguen como están, se deberá a la inercia y al poco valor civil de la Dirección de Cultura de Junín (y me imagino de otras autoridades regionales y locales) que nada hace, cuando es su deber, por restaurar y proteger este importante espacio arqueológico de Huancayo.

Un poeta argentino en Huancayo

Nicolas Matayoshi


El poeta argentino Oscar Hermes Villordo es uno de los poetas contemporáneos que ha dejado huella importante en la literatura argentina. Dicen que era solidario, inteligente, un escritor de fuste metido a periodista. Era un agudo crítico y sus notas y ensayos pueden encontrarse en el suplemento literario y en el ambiente progresista del diario 'La Nación'.
Por sus dotes especiales como escritor, fue premiado con la Faja de Honor de la SADE (Sociedad Argentina de Autores), la Pluma de Plata del Pen Club Internacional, el Premio Municipal de Literatura y una beca Fullbright.
Reconocido activista a favor de los derechos homosexuales, su producción literaria está relacionada con el homoerotismo, representada por tres de sus obras, las novelas: “La brasa en la mano” (1983), “La otra mejilla” (1986) y “El ahijado” (1990), las cuales constituyen una verdadera trilogía de la visibilidad homoerótica, a través de la vida y las costumbres de los personajes, varones homosexuales porteños, de las décadas del cincuenta al ochenta del siglo XX.
La homosexualidad de Villordo no era un secreto a voces, como en el caso de otros famosos. Había tenido problemas con la censura en la década del sesenta y en 1976, año del golpe militar que dio comienzo a la dictadura que gobernó Argentina hasta 1983; marchó al exilio donde desarrolló una exitosa carrera.
Villordo no daba muestras de afeminamiento; su voz fue la voz de un poeta ciudadano, sus descripciones no eran amaneradas, aunque la mayoría de las veces eran, francamente, transgresoras por el lenguaje empleado para narrar los encuentros sexuales de sus protagonistas; por entonces, la visibilidad homosexual en Argentina, estuvo como desde los tiempos coloniales, en un cono de sombra, ligada a la enfermedad y a la delincuencia, visión sólo superada a finales del siglo XX.
El mérito de Villordo fue hacer pública su orientación sexual en un momento donde “salir del closet” aún no se había puesto de moda, ni en Europa, ni en los Estados Unidos. En esos tiempos, arriesgando su propia vida, Villordo denunció la persecución y los asesinatos de homosexuales durante la dictadura militar en “La otra mejilla”. Como señala el crítico Leopolde Brizuela, la novela narra los crímenes de la policía contra los homosexuales.

Sufrió mucho por la discriminación de la que fue objeto por su opción sexual, poco antes de morir a causa del SIDA, declaró públicamente que había contraído la enfermedad, lo divulgó con coraje en las páginas del matutino “La Nación”, fundado por Bartolomé Mitre. Allí admitió su condición y preferencia sexual y reflexionó sobre el dolor provocado por la discriminación y el prejuicio de una sociedad tan filistea como estúpida.
Este poeta estuvo en Huancayo en un viaje de retorno a su patria en los años cincuenta, entonces conoció el famoso restaurante “Olímpico” que quedaba en una antigua casona, ubicada en lo que ahora es la Plaza Constitución y, allí, fue impresionado por la inmensa humanidad de su propietario, el legendario Juanito Garay a quien le dedica el poema: “En Huancayo, Perú”

En Huancayo, Perú

En Huancayo, Perú, hay una casa.
Y en la casa hay un hombre.
No sé las señas ni sé el nombre
de la casa y el hombre.
Apenas visto, apenas entrevista,
les diré lo que pasa.
En Huancayo, Perú, perdónenme que insista.
Me dijeron, y es cierto,
que en la casa, un viejo restaurant,
cuando se queda el comedor desierto,
los niños de Huancayo comen pan.
Todos los niños pobres, los que tienen
hambre y ensayan ya, como un mendigo
hecho de muchas manos,
El gesto del castigo
de ser la humanidad de donde vienen,
de estar entre los hombres, sus hermanos.
Los he visto parados en la calle
ante la puerta misericordiosa.
Para que el hambre no los halle,
se ocultan en la sombra,
se hacen guiños.
Brilla la oscuridad como una rosa.
El hombre dice: "Entra, si puedes".
Y el hambre no se asombra.
El hambre hermoso de los niños
por la maldad de ustedes.
Entonces entran, comen.
Saltan entre las ollas con el salto
del pajarito en él asfalto,
del pajarito solo en la ciudad.
Los que se asomen,
verán la cara de la caridad.
Yo no he visto otra cara.
No sé las señas ni sé el nombre
de la casa y el hombre.
Tampoco el hombre preguntaba
si el hambre es mucho o poco.
Les digo esto para
que dejen sus corteses modos:
el hambre de los niños es la maldad de todos.
Si quieren más, yo estaba ahí, miraba.
Me comía mis lágrimas, la parte que me toca.

MÁS DATOS: Villordo comenzó su carrera literaria con 'Poemas de la calle' publicado en 1953, obra a la que le siguieron 'El bazar' (1966) y 'Consultorio sentimental' (1971).

Función continuada / Más allá de la vida

Los solitarios y el más allá

Juan Carlos Suárez Revollar

Clint Eastwood viene estrenando en los últimos años, y con frecuencia sostenida, algunos de los filmes más relevantes de la cinematografía mundial. Desde su prometedor debut con “Play Misty for Me” (1971), ha dirigido más de treinta largos, entre los que destacan “El fuera de la ley Josey Wales” (1976), “Bronco Billy” (1980), “Los imperdonables” (1992), “Crimen verdadero” (1999), “Jinetes del espacio” (2000), “Río místico” (2003), “Million Dollar Baby” (2004), el díptico “Banderas de nuestros padres” y “Cartas de Iwo Jima” (2006), “Gran Torino” (2008) e “Invictus” (2009).
Por su tratamiento místico, “Más allá de la vida” es poco afín al resto de la obra de Eastwood. Aborda las implicancias del contacto con la muerte y lo que hay en ella. La estructura se plantea a partir de un puñado de personajes alejados entre sí, y sin ningún punto en común, salvo su cercanía con la muerte. Ello los diferencia de los demás, y por tanto, los torna en seres solitarios, incomprendidos, que llevan su experiencia como un estigma.

George Lonegan (Matt Damon) es capaz de comunicarse con los muertos; Marie Lelay (Cécile De France) ha fallecido efímeramente y regresado a la vida; y Marcus (Frankie y George McLaren) vive la carencia de alguien extremadamente cercano. Cada uno de ellos sirve de punto de vista para las tres historias que conforman el filme. Su proximidad con la muerte los tiene sometidos y no les permite hacer una vida normal. Por eso el paso fugaz de Melanie (Bryce Dallas Howard) por la vida de George, y por eso la instantánea empatía de Marie con la doctora Rousseau (Marthe Keller) o con George.
“Más allá de la vida” es más bien realista, pese a sus elementos sobrenaturales. Se centra en el drama humano de sus personajes y no en los asomos góticos o espectrales de las historias de fantasmas de Dickens —de quien George es ferviente admirador— o de otros filmes de temática similar.
Los personajes mejor construidos son George y Marie. Da la impresión, en cambio, de que resulta insuficiente el desarrollo que tienen en la trama los gemelos Marcus y Jason, así como Melanie. El poderoso ritmo narrativo atrapa al espectador desde el inicio, aunque sufre un leve estancamiento poco antes de integrar las tres historias particulares en una sola. Afortunadamente, poco después el filme se recupera y se mantiene constante hasta su desenlace.
La fotografía, por su parte, es más que sobresaliente, y la interpretación de los actores formidable, como ya es habitual en las películas de Clint Eastwood. “Más allá de la vida” es un estupendo filme que no defrauda para nada a los ya muchos seguidores de este genial realizador.

EL DATO
Más allá de la vida
Director: Clint Eastwood
Título original: Hereafter
Duración: 129 minutos
País y año: Estados Unidos, 2010
Idioma: inglés y francés con subtítulos en español


Y en la cartelera:
Hay que evitar perderse “Más allá de la vida”, de lejos lo mejor de la cartelera local. Por otra parte, a pesar de sus defectos, “Los últimos tres días” (Paul Haggis, 2010) tiene buenos momentos y varias secuencias brillantes. “Enredados” (Nathan Greno, Byron Howard, 2010) es también recomendable.
La cartelera nacional tiene varios buenos títulos, como “El cisne negro” (Darren Aronofski, 2010), “El discurso del rey” (Tom Hooper, 2010), “Temple de acero” (Joel y Ethan Coen, 2010) y el independiente “Lazos de sangre” (Debra Granik, 2010), que esperamos también se proyecten en Huancayo.

Microcuento

Hogar
Pablo Nicoli Segura

El frío era tan intenso que papá Gepeto no lo pensó dos veces, cogió los trapos, los trozos de madera y los arrojó al fuego. Al menos así la llama se avivaría una hora más y Pinocho no volvería a tiritar de frío, y menos mentiría de nuevo.

Carlos 'Chino' Domínguez, descansa en paz.

El destacado fotógrafo, Carlos “Chino” Domínguez, dejó de existir en la unidad de emergencia del hospital Guillermo Almenara, durante la mañana del pasado jueves.
El “Chino” Domínguez, era considerado el mejor reportero gráfico del Perú, en el siglo XX, pero a causa de un mal renal y secuelas del cáncer al pulmón que padecía, fue internado el pasado 1 de febrero, en la ciudad de Lima.
Domínguez, debido a su paso por los más importantes diarios limeños, poseía un rico archivo fotográfico con instantáneas inéditas de personajes del medio intelectual, cultural, político y deportivo del país. Así, fotografió a personalidades tan relevantes como Blanca Varela, Oswaldo Reynoso, César Calvo, o Julio Ramón Riveyro. Aquí, un pequeño homenaje, de Solo 4, a su memoria.



Julio Ramón Ribeyro








Blanca Varela









César Calvo



Oswaldo Reynoso

PERFUME DE MUJER

El sueño eterno
Raymond Chandler

Llevaba pendientes de jade. Eran muy bonitos y probablemente habían costado un par de cientos de dólares. No llevaba otra cosa encima.
Tenía un hermoso cuerpo, pequeño, macizo, compacto, firme y redondeado. Su piel, a la luz de la lámpara, tenía el brillo trémulo de una perla. Sus piernas no poseían la gracia provocativa de las de la señora Regan, pero eran muy bonitas. La miré sin ningún deseo. Aunque desnuda, era como si no estuviese en la habitación.

El libro que cambió mi vida

El consejo de hierro
Henry Bonilla Medina

Una mañana de 2006, un cibernauta apodado Hermanillo100, me envió un libro en PDF, escaneado y corregido por él mismo. Nos conocimos en un foro web sobre literatura “Steampunk” y me había recomendado la novela “El consejo de hierro”, de más de cuatrocientas páginas. Me dijo que era un texto entretenido y que su autor era una especie de nerd sabelotodo con pinta de motociclista rockero y argolla en la oreja. No imaginé que sería la lectura definitiva que había estado buscando, ni que después de leerlo descubriría, por fin, el significado de tantas películas de serie B, animes insólitos y comics surrealistas. Tampoco que el autor, China Miéville, con nombre de apodo de tu vecina, fuera también un personaje tan extraño como los tantos que coexisten en esta brillante novela, de mirada inteligente y color ladrillo engrasado.
Así, caminé por “Nueva Crobuzón” —la ciudad más importante— al lado de una “Khepri” (mujer que por cabeza lleva un escarabajo entero); conocí el bar “Miserable mendigo” con un trago de color percudido en la mano, al lado de un “Vodyanoi” (rana antropomorfa con habilidades telequinéticas); le di una ojeada al periódico “Renegado Rampante”; fui testigo de una escena sexual bizarra entre el protagonista Juda y uno de los rebeldes de su grupo. No entendí muy bien la “Taumaturgia” —definida en esta novela como una mezcla de ciencia y magia—; vi un “golem” hecho de luz y a otro de sombra; me hipnotizaron los “Susurradores” (una especie de jinetes telépatas); y viví con tantos otros personajes experiencias bastante absurdas como ellos mismos.
Los mayores valores de la novela son su cohesión y coherencia, pues, a diferencia de lo que se podría esperar de un “monstruo” vil, instintivo y violento. Todas las criaturas, tienen sentimientos, objetivos, historia y origen. Viven y padecen bajo un gobierno tirano, retroceden ante la idea de abandonar el distingo, se aman y se odian, se mezclan las razas y se matan, mientras que en el aire flota la leyenda de un inmenso tren herrumbroso, que, lejos, en una zona llamada “La mancha cacotópica”, una fuerza llamada “Torsión”, genera más.
Escrito con seriedad, abundante en descripciones, con una mal disimulada ideología de rompimiento de parámetros y estructuras establecidas en la sociedad, es una obra que me mostró que la creatividad no se debe reprimir, que cualquier idea, por más estúpida que se nos pueda presentar en primera instancia, con un tratamiento literario adecuado, convicción y seguridad, puede llegar a ser valiosa.
“El consejo de hierro”, es eso, todos nuestros engendros infantiles que se utilizan para exponer ideas, la aventura ágil. Una novela que me tomó el pelo, que demuestra que lo más nuevo es lo más viejo, que no hay idea original, sino un estilo motivado e imparable. Que hay argumentos que no son ni ciencia ficción, ni fantasía, y que detrás de las heridas, el vapor, el melodrama y el romance, hay espacio para escribir sobre lo mismo sin que lo sea ciertamente. Es también aquello que mencionó J. J. Abrams, creador de la serie “Lost”, como uno de sus preceptos para trabajar: “Usar una idea de serie B y ejecutarla como si fuera A”. Un libro que me enseñó a saborear las novelas con un paladar nuevo.

AGENDA SEMANAL

Exposición: "Arguedas, todas las voces del río"
Organiza: ICPNA Región Centro
Abierta hasta el 10 de marzo
Lugar: Galería de Arte del ICPNA Región Centro
Jr. Ayacucho 169 - Huancayo
INGRESO LIBRE

-------------------------------------------------------------------------------------

Clase maestra del violinista argentino Fernando Rojas Huespe
Organizan: ICPNA Región Centro y Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil de Junín
Fecha: martes 22 de febrero
Hora: 7:00 pm
Lugar: Auditorio del ICPNA Región Centro
INGRESO LIBRE

-------------------------------------------------------------------------------------

Cineforo
Película: El milagro de Candeal - Fernando Trueba
Organiza: Centro cultural Continental
Fecha: lunes 21 de febrero
Lugar: Auditorio de la Sede Central
Calle Real 125 - Huancayo
INGRESO LIBRE