jueves, 11 de octubre de 2012

Solo 4, “438”, del 06 de OCTUBRE de 2012, año IX


LA CITA:

“Lo malo de llorar cuando uno pica la cebolla no es el simple hecho de llorar, sino que a veces uno empieza y ya no puede parar.”

Laura Esquivel, Como agua para chocolate

LO ÚLTIMO: “Premio Solo 4” cierra convocatoria con gran éxito


En el marco de las celebraciones por los 50 años de fundación del diario Correo en la región Junín, y la próxima edición 444 de nuestro suplemento, convocamos al I Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4” con la finalidad de darles una oportunidad a jóvenes escritores de todo el país para demostrar su talento literario.
Así, al cierre de esta edición, iban llegando más de XXX trabajos, demostrando en éxito de esta iniciativa. Nuestro prestigioso jurado elegirá, en aproximadamente un mes, a los ganadores y finalistas, y sus nombres serán revelados para sorpresa de nuestra lectoría.
Los premios de este certamen serán de S/. 1000 para el primer lugar, S/. 700 para el segundo y S/. 300 para el tercero. Gracias por su participación, y no se pierda nuestra próxima edición donde usted encontrará más sorpresas.

El efecto San Mateo y el escándalo Sokal


Jhony Carhuallanqui



«¿Sabe quién es Jules Hoffmann?, ¿no?, pero si le mencionamos que fue uno de los galardonados con el premio Nobel de Medicina en 2011», entonces usted, aunque no haya leído sobre él, asociará inmediatamente cualidades como dedicación, esfuerzo e intelectualidad, y entenderá que catedráticos en medicina buscan citarlo constantemente para darle “reputación” a sus conferencias. Así “nace” el Efecto San Mateo.
Cuando un investigador obtiene prestigio, este reconocimiento lo catapulta del laboratorio a las portadas, y sus colaboradores, discípulos y seguidores, se olvidan de la rigurosidad que demandaba en sus trabajos, asumiendo como genialidad cualquier conclusión que dé; así, si un laureado Nobel dijera una estupidez, este sería citado, comentado y hasta interpretado, pero no cuestionado, ni examinado. Así se “sostiene” el Efecto San Mateo.
Fue Robert K. Merton (padre de la Sociología de la Ciencia), quién acuñó este término para referirse a la sobrevaloración del trabajo de un reconocido  investigador en desmedro de un nuevo talento (no condecorado), aun cuando el trabajo de éste último sea igual —o mejor—, en rigurosidad y calidad que el primero.
Según Mario Bunge, «si un autor famoso F colabora con un desconocido D, en un trabajo hecho casi exclusivamente por D, la gente tiende a atribuirle todo el mérito a F»; así, si el editor de una revista recibe dos novelas, una enviada por el ganador de un premio nacional y el otro por un estudiante de literatura, la decisión es casi instintiva para publicar y, si son coautores, se resalta al primero.
La Ley de Lotka dice que «el menor número de autores publica el mayor número de trabajos», pero debe indicarse que esto es porque toda revista pugna por publicar autores “reconocidos”, de los que ya ni evalúan la calidad de sus trabajos. Recordemos el llamado “escándalo Sokal” que remeció a las ciencias sociales.
Alan Sokal es un físico laureado que intencionalmente tergiversó conclusiones de investigaciones y las envió a acreditadas revistas como “Social Text”. Los revisores al enterarse de su “prestigio” no escatimaron cumplidos sobre su trabajo, que, entre otras incoherencias, asociaba la física cuántica con el psicoanálisis sin mayor argumento ni fundamento. Los barbarismos de sus premisas estaban llenas de términos extraños y mal empleados que hacían del cuerpo investigativo un guión de ficción, pero aun así lo publicaron.
El mismo Sokal terminó por desmantelar la jugarreta y demostrar lo poco confiable que son las revisiones cuando alguien con mérito intenta publicar. Su artículo tenía el respaldo de su prestigio y estaba plagado de citas de reconocidos intelectuales franceses y norteamericanos, lo que le dio mayor “valor académico”, aunque fuera una farsa. Luego con Jean Bricmont publicaría “Imposturas intelectuales”, donde cuestiona —por no decir lapida—, trabajos de Kristeva, Lacan, Debray, Latour, Bergson y otros.
Sokal también dejó en evidencia la pretensión errónea de validar argumentos propios de las ciencias humanas con categorías matemáticas, que desconocen y mal emplean los “científicos sociales”. Así por ejemplo, Lacan decía que «el órgano eréctil es igual a la raíz cuadrada de -1». Kristeba, sin entender las matemáticas, quiso explicar la Teoría del Lenguaje Poético en base a la Teoría de Conjuntos. Quién los entiende.

COLUMNA: EL BUEN SALVAJE


Isabel Córdova y el misterio de la literatura

Sandro Bossio Suárez



La literatura infantil, qué duda cabe, es una de las más antiguas y complejas sobre la tierra. Es la que nos acompaña desde los albores de la humanidad, y desde niños, la que siembra de sueños, asombro, candor en nuestra infancia, la que nos llena de esa visión luminosa y encantada de la vida en nuestros primeros años.
En esa perspectiva, la literatura infantil debe advertirse como una literatura formal en el cabal sentido de la palabra. Es decir, debe cumplir con los requisitos explícitos, positivos, de la literatura universal tanto en contenidos como en estética.
En el Perú, desde principios del siglo XX, contamos con importantes representantes de este modelo literario: Abraham Valdelomar, Francisco Izquierdo Ríos, Carlota Carvallo de Núñez, Rosa Cerna Guardia, entre otros.
A este tipo de literatura seria y sensata (porque también existe la otra, la que, con el pretexto de escribirles a los niños, persigue solo un fin utilitario) pertenece el nuevo y maravilloso libro “El acertijo de oro”, de Isabel Córdova Rosas, actualmente la más importante escritora nacional de literatura infantil, ampliamente publicada y traducida en el mundo.
La historia nos cuenta la aventura del despistado Luis, quien ha extraviado un prendedor que Almudena, su mejor amiga, le ha regalado. En su desesperada búsqueda, encuentra en el armario a un duendecillo: Trastolillo. Florece entre ellos una profunda amistad. Abundan las confidencias. Luis le confiesa que está enamorado de Almudena y éste también le hace una confesión: está prendado de una bella duende llamada Zum, pero no podrá casarse con ella si no encuentra la piedra de ambrosía. Conmovido por esto y secundado por Almudena, Luis se echa a la búsqueda de la perla.
Como puede verse, la docena de capítulos está llena de aventura, suspenso, emociones de múltiples aristas con una trama genuina y autónoma, con recursos que la hacen intensa y apasionada, aguda y penetrante, orientada hacia un claro fin de emociones encontradas y didáctica inteligente.
Destaca la pericia de la autora para, en medio de las carreras propias de la novela juvenil, darse tiempo y dedicarle todo un capítulo (brillante, por cierto) al pasado de Trastolillo, quien le cuenta a Luis las aventuras que vivió con el propio Lazarillo de Tormes, al que ha secundado en sus truhanescas andanzas. Se trata, pues, de una valiosa estrategia literaria con finalidad pedagógica que facilita el aprendizaje y despierta la curiosidad del lector por conocer la novela picaresca. Contiene, además, metaliteratura: una historia fictiva que se sirve de otra también fictiva para echar a andar los engranajes de los conflictos y suspensos de los buenos libros.
Bajo esa advertencia, la novela de Córdova Rosas se encumbra como el arquetipo más genuino de la literatura infantil, aquella que, como dice Danilo Sánchez Lihón “es reconocida como la verdadera literatura universal, porque de ella devienen todas las restantes, y porque sus atributos son esenciales a aquellos que toda estética reconoce como consustanciales al arte: el espíritu de infancia”.

Deslecturas (peruanas): Ventura García Calderón, «La venganza del cóndor»


La mirada exótica del Perú profundo

Juan Carlos Suárez Revollar

Primera edición, publicada en Madrid, en 1924.  

Era 1911. Ventura García Calderón (1886-1959) llevaba varios años en París, pero regresó al Perú por unos meses para adentrarse en la sierra de Ancash y buscar yacimientos de plata. Este episodio fue muy importante para su futura obra, pues recogió abundante material que le iba a servir para «La venganza del cóndor», que se publicaría trece años después.
Título fundamental de la narrativa de García Calderón, se trata de un volumen que reúne 24 cuentos ambientados en las profundidades de un Perú salvaje, primitivo y místico, donde se impone la fuerza y la constante oposición entre razas, principalmente de blancos e indígenas.
Se ha acusado a García Calderón de hacer un retrato inexacto —y hasta caricaturesco— de los indígenas peruanos. Además de ellos, los cuentos de «La venganza del cóndor» tienen como personajes a gentes foráneas al mundo andino. A través de estos últimos, el Perú profundo es contemplado desde el exterior. Ese es su mayor acierto, pues sabedor de sus limitaciones en el conocimiento de la psicología del indígena, el autor evita el punto de vista de este y, más bien, usa el de los criollos y recién llegados, quienes se maravillan por una cultura que están lejos de comprender (lo cual, atinadamente, se refuerza).
El libro ofrece una visión eminentemente exógena, pero también muy crítica, de la interacción entre blancos e indios en las tres regiones naturales del país. Desde ya, se reconoce sus mundos enfrentados, en permanente colisión, en la que los primeros oprimen a los segundos y ejercen sobre ellos una actitud hostil.
Los blancos son retratados como seres violentos, casi irracionales, armados siempre de un chicotillo y revólver. El salvajismo los hace matar y matarse entre sí, como en el cuento «En los cañaverales», donde asistimos al nacimiento de un tirano latifundista de esa clase. Pero también hay blancos que consiguen integrarse con la naturaleza y conocer parte de sus misterios debido a que no se le oponen, sino, al contrario, le ofrecen su respeto y devoción.
A este mundo en crisis se suma un nuevo elemento, llamado a restablecer el equilibrio: el misticismo, sobre el que los indios ejercen cierto dominio gracias a una suerte de alianza con las fuerzas de la naturaleza. Hay un saber impenetrable entre ellos y viven fusionados con su entorno terreno, pero también con el espiritual, de apus y poderosos antepasados. La naturaleza se muestra infalible, destructiva y feroz, y no se deja dominar. Destruye por igual a blancos e indios, a negros y a chinos.
Ventura García Calderón (1886-1959).
En algunos cuentos —como en «La selva de los venenos»— la superstición se impone a la lógica del relato y determina las decisiones de los personajes y su percepción del contexto. «Historias de caníbales», por su parte, lleva la barbarie a su máxima avanzada y la entremezcla con la mística y la superstición. Se trata de una interesante trama cuyo planteamiento iba a ser repetido por algunos autores para plasmar la inmersión del europeo insensato en las profundidades de la Amazonía hasta ser devorado por esta.
García Calderón se las arregla también para sugerir que el problema del indio es el inevitable hombre blanco. Una muestra es «Fue en el Perú», que con los códigos de la leyenda, cuenta el nacimiento de Jesucristo entre los indios. La opresión a los hijos de Judea es similar a la sufrida por los indios: viene de gentes poderosas y foráneas que les arrebataron lo que con justicia les pertenecía. Su trama desesperanzadora nos remite a «El gran inquisidor», de Fiodor Dostoievski.
Pero también mueve al autor el ánimo de escribir una literatura de denuncia social. Por eso el retrato de los personajes opresores —los curas, por ejemplo— es tan estereotipado e implacable. Estos relatos son los más débiles del libro.
El sexo es otra constante en estas tierras primitivas y obsesivas. Por eso está tan presente en muchos relatos, como «Amor indígena», «Chamico», «El hombre de los 48 hijos» o, el mejor, «La llama blanca», que además del horrible retrato de indígenas zoofílicos y paganos, retoma el tema del «inaferrable fantasma» de la existencia humana, o Moby Dick.
La impecable prosa de García Calderón ayuda a disimular la violencia en un territorio donde la vida nada vale. Se toma además la libertad —tan literaria— de fabular, y esboza su propia visión del Perú profundo, no necesariamente como fue, sino como podría haber sido.
Tras varias décadas de ataques contra «La venganza del cóndor» —muchas veces por razones extraliterarias—, una nueva lectura libre de ideologías y prejuicios nos revela otro de los grandes libros que pueblan la narrativa peruana.

COLUMNA: UN MUNDO PERFECTO


La piel que habito: en la cárcel de tu piel

Jorge Jaime Valdez



“La piel que habito” es la última película de Pedro Almodóvar. En esta ocasión vuelve al thriller y a dirigir a uno de sus actores “fetiche”; después de 21 años, se reencuentra con Antonio Banderas. El último filme que hicieron juntos fue “¡Átame!”, con un Banderas joven y la siempre carnal Victoria Abril.
Recordemos que las primeras cintas de Almodóvar tuvieron como protagonista a este actor, que en sus manos logra actuaciones respetables, y a varias actrices que se convertirían, con el paso del tiempo, en las famosas “Chicas Almodóvar”. Alguna de ellas siguen hasta ahora, como la gran Marisa Paredes que interpreta en el filme que nos ocupa a la madre de dos hermanos muy diferentes: uno, médico reconocido, y el otro, delincuente de poca monta. Ambos no solo comparten la misma sangre sino también a la misma mujer.
La historia que nos presenta tiene que ver con el cuerpo y el deseo, como es recurrente en su obra. Esta vez la hermosa Elena Anaya (Vera) se convierte en ese obscuro objeto del deseo de un cirujano con pocos escrúpulos, encarnado por Banderas (Robert Ledgard), quien pierde a su esposa —que muere quemada—, y pretende reconstruir en otro cuerpo a la mujer que amó con delirio.
Como vemos, estamos dentro de una trama sórdida que reconstruye el viejo mito del hombre que juega a ser Dios. Este médico es un Víctor Frankenstein moderno, y Anaya será su criatura. También está presente la influencia del cineasta, Luis Buñuel; no sabemos si David Cronenberg, porque son contemporáneos; pero sí y cada vez con mayor intensidad, Alfred Hitchcock y sobre todo su obra maestra, “Vértigo”.
Al igual que esa cumbre del cine, Almodóvar juega con lo mórbido y lo tanático. Este doctor, al no tener a su mujer, trata de construirla a partir de otro cuerpo, sin embargo, el relato no queda allí, da un giro impresionante que sorprende al más audaz de los espectadores. El director español mueve magistralmente sus piezas y nos sorprende con datos escondidos que, obviamente, no revelaremos, y que le dan brillo a una historia tratada muchas veces por el cine.
Almodóvar demuestra con esta cinta que no solo es un maestro de la comedia o el melodrama, sino también del thriller. Esta película es oscura, sórdida, resultará incluso repulsiva para espectadores sensibles, pero su talento para componer historias inverosímiles, que solo en sus manos funcionan, es innegable.
“La piel que habito” es deslumbrante pues no solo maneja el suspenso con destreza, sino también el terror, la ciencia ficción y sobre todo el “film noir” (cine negro). La galería de personajes y perversiones son proporcionales al talento de su creador. Es un estudio sobre la compleja naturaleza humana, sobre el miedo, las perversiones, los deseos ocultos que reprimimos por ser políticamente incorrectos. El fetichismo, el voyeurismo, el amor obsesivo, fueron temas tratados muchas veces por Almodóvar, pero pocas cintas suyas lograron el nivel que tiene “La piel que habito”, a excepción de “Hable con ella” que sigue siendo insuperable.
Alberto Iglesias, es el autor de la partitura que acompaña obsesivamente el desarrollo de la trama. La fotografía y la dirección de actores es igualmente notable, también la puesta en escena o dirección de arte: todo ocurre en una mansión que a la vez es prisión.
Como dato adicional, mencionaremos que la cantante de origen africano, Concha Buika, aparece interpretando un bolero en medio de una fiesta que oculta muchas cosas, que iremos descubriendo de a poco, hasta el final, donde se desata el nudo de manera notable, y deja abierta la posibilidad de un nuevo romance, un nuevo deseo, que antes era improbable.

MICROCUENTO:


Soledad

Pablo Ávila Oré



—Era mejor no haber ido.
—Sí, era mejor —respondió.
—Era mejor que no te hubieras acercado.
—Sí, era mejor.
—Y entonces —replicó amarga su voz.
-—La soledad, la soledad y yo.

PERFUME DE MUJER


«Amor indígena»

Ventura García Calderón



Aquello fue salvaje, como en las historias de la Conquista. Me encerré, despedí al chino aterrado, y la indiecita fue mía sollozando palabras que yo no acertaba a comprender. Estaba primorosa con su alucinado temor y su respeto servil al hombre blanco. Me alentaba por primera vez esa alegría de los abuelos españoles que derribaban a las mujeres en los caminos para solaz de una hora y se alejaban ufanos a caballo, sin remordimiento y sin amor. La linda niña me miraba sumisa como a su dueño. Era su carne prieta, de Sulamita, porque el sol le estragó el color, y en el desorden del manto, violeta como la tarde de las serranías, asomaban redondeces del plenilunio. Y cuando harté mi deseo, salí.

BREVIARIO: “Cielo oscuro” en Huancayo




“Cielo oscuro” la galardonada película peruana, se estrenará en nuestras salas este jueves, 11 de octubre.
Esta cinta cuenta la intensa historia de amor entre un comerciante de Gamarra (Lucho Cáceres) y una joven actriz de teatro (Sofía Humala). Entre los actores cuenta también con la participación de renombrados artistas como Roberto Moll, Pold Gastello y Norka Ramirez.
Es el primer filme peruano hecho por un director huancaíno, Joel Calero, que se exhibe en salas comerciales del Perú. Se pudo hacer gracias a que el guión obtuvo diversos premios en España, Venezuela y Perú. Además, acaba de obtener el premio TITRA a la Mejor Opera Prima Peruana en el 16 Festival de Lima de este año.

Cartografía del parnaso


Erika Aquino



Oliveiro Girondo en “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía” había dicho:  «La vida aquí es urbana y es simple». Hugo Velazco en su poemario Cartografía aplicada” perfila la ciudad como un animal hiriente y herido, salpicado de violencia sintáctica y furor semántico en el que se va tejiendo de forma impetuosa esta urbe “bestia”, de cuyo hocico el poeta va a escapar tras inventarse un éxodo que lo llevará a concebir el tiempo como fecundador de execración y agravio.
Tenemos aquí, el tópico del viaje ligado al de la urbe, pero que lejos de ser un encuentro de alegría se convierte en una desmitificación de la aventura que significa éste. Periplo histriónico del poeta que se agiganta ante el descomunal noviembre que pinta la geografía inexplicable de la ciudad.
Su espíritu nocturno le permite penetrar sigilosamente en “el ruido de las flores” abriendo su aliento cosmopolita ante disímiles nautas de cartón y tiempo, de allí el carácter de su título, “Cartografía aplicada”,   disciplina de la geografía y que el vate, en una re-semantización del término, la convierte en arte de comunicar el espacio geográfico mediante un lenguaje visual propio, y que le permite representar la localización y las relaciones entre elementos poéticos de todo orden existente, y acaso inconcluso.
Este poemario se convierte también en un mapa del cuerpo que ha de concluir asesinado por la lluvia. Su capacidad para percibir sonidos y voces de la naturaleza es deformadora y lúdica.
En los poemas a escala “1/1000”, el poeta huancaíno nos traslada al ámbito de las tecnologías de información. En un esfuerzo de comprensión y sincretismo incluye el “text message” como un uso tan recurrente de la modernidad. Poemas pequeños que imitan a los mensajes de texto del celular y que incorporan una forma de definir la dualidad entre literatura e internet o “hipertexto”, y que anexan la ambigüedad temática.
Allí encontramos el mapa del cuerpo que reivindica la boca (metáfora de pozo depresivo) como escondite a la soledad, la huida a Estocolmo que nos hace partícipes de los hechos catalizadores que no tienen fronteras y atañen a la humanidad, la latitud de Huacho que queda transcrita con la huella poética (correo electrónico), el puerto de Chimbote que deja constancia del hombre pelícano, las gaviotas solitarias como nueva metáfora del hombre y la muerte, la reivindicación de la tecnología, pero al mismo tiempo su limitación: “Google” y el mapa-poema siempre serán diferentes porque uno —a diferencia del otro— atañe los sentimientos pilares de toda comunicación humana.
Con este poemario concurrimos, entonces, a la transformación del caos al cosmos mediante el acto de creación. Frente a la ciudad adversa y hostil, el poeta traza su arte para deleitarnos con su verbo intenso. Velazco no sólo ha logrado disolver el caos, sino que también propone una nueva forma de escribir la ciudad y de hacer hipervínculos con la vida y la tecnología. 

BREVIARIO: VIII Concurso Nacional de Nacimientos “Navidad es Jesús” 2012


Por octavo año consecutivo, el Instituto Cultural Teatral y Social (ICTYS) convoca a los artistas populares peruanos a participar en el Concurso Nacional de Nacimientos “Navidad es Jesús” que este año tendrá lugar en la Casa de las Trece Puertas en el centro de Lima.
El concurso se realiza en coorganización con la Municipalidad Metropolitana de Lima y el apoyo del MINCETUR. Las inscripciones estarán abiertas hasta el 15 de noviembre, y las bases pueden ser descargadas de la página web: www.ictys.org
La exposición de las obras concursantes será inaugurada el 01 de diciembre de 2012 y se mantendrá abierta hasta el 06 de enero de 2013, en la Casa de las Trece Puertas (esquina de Jr. Lampa con Jr. Ancash, Lima 1).