La
piel que habito: en la cárcel de tu piel
Jorge Jaime Valdez
“La piel que habito” es la última
película de Pedro Almodóvar. En esta ocasión vuelve al thriller y a dirigir a uno de sus actores “fetiche”; después de 21
años, se reencuentra con Antonio Banderas. El último filme que hicieron juntos
fue “¡Átame!”, con un Banderas joven y la siempre carnal Victoria Abril.
Recordemos que las primeras cintas de
Almodóvar tuvieron como protagonista a este actor, que en sus manos logra
actuaciones respetables, y a varias actrices que se convertirían, con el paso
del tiempo, en las famosas “Chicas Almodóvar”. Alguna de ellas siguen hasta
ahora, como la gran Marisa Paredes que interpreta en el filme que nos ocupa a
la madre de dos hermanos muy diferentes: uno, médico reconocido, y el otro,
delincuente de poca monta. Ambos no solo comparten la misma sangre sino también
a la misma mujer.
La historia que nos presenta tiene que
ver con el cuerpo y el deseo, como es recurrente en su obra. Esta vez la
hermosa Elena Anaya (Vera) se convierte en ese obscuro objeto del deseo de un
cirujano con pocos escrúpulos, encarnado por Banderas (Robert Ledgard), quien
pierde a su esposa —que muere quemada—, y pretende reconstruir en otro cuerpo a
la mujer que amó con delirio.
Como vemos, estamos dentro de una trama
sórdida que reconstruye el viejo mito del hombre que juega a ser Dios. Este
médico es un Víctor Frankenstein moderno, y Anaya será su criatura. También
está presente la influencia del cineasta, Luis Buñuel; no sabemos si David
Cronenberg, porque son contemporáneos; pero sí y cada vez con mayor intensidad,
Alfred Hitchcock y sobre todo su obra maestra, “Vértigo”.
Al igual que esa cumbre del cine, Almodóvar
juega con lo mórbido y lo tanático. Este doctor, al no tener a su mujer, trata
de construirla a partir de otro cuerpo, sin embargo, el relato no queda allí,
da un giro impresionante que sorprende al más audaz de los espectadores. El
director español mueve magistralmente sus piezas y nos sorprende con datos
escondidos que, obviamente, no revelaremos, y que le dan brillo a una historia
tratada muchas veces por el cine.
Almodóvar demuestra con esta cinta que
no solo es un maestro de la comedia o el melodrama, sino también del thriller.
Esta película es oscura, sórdida, resultará incluso repulsiva para espectadores
sensibles, pero su talento para componer historias inverosímiles, que solo en
sus manos funcionan, es innegable.
“La piel que habito” es deslumbrante pues
no solo maneja el suspenso con destreza, sino también el terror, la ciencia
ficción y sobre todo el “film noir”
(cine negro). La galería de personajes y perversiones son proporcionales al
talento de su creador. Es un estudio sobre la compleja naturaleza humana, sobre
el miedo, las perversiones, los deseos ocultos que reprimimos por ser
políticamente incorrectos. El fetichismo, el voyeurismo, el amor obsesivo, fueron temas tratados muchas veces
por Almodóvar, pero pocas cintas suyas lograron el nivel que tiene “La piel que
habito”, a excepción de “Hable con ella” que sigue siendo insuperable.
Alberto Iglesias, es el autor de la
partitura que acompaña obsesivamente el desarrollo de la trama. La fotografía y
la dirección de actores es igualmente notable, también la puesta en escena o
dirección de arte: todo ocurre en una mansión que a la vez es prisión.
Como dato adicional, mencionaremos que
la cantante de origen africano, Concha Buika, aparece interpretando un bolero
en medio de una fiesta que oculta muchas cosas, que iremos descubriendo de a
poco, hasta el final, donde se desata el nudo de manera notable, y deja abierta
la posibilidad de un nuevo romance, un nuevo deseo, que antes era improbable.
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