miércoles, 25 de julio de 2012

I Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4”


Diseño: Robhert Pimentel



El Suplemento Cultural “Solo 4” del diario Correo de Huancayo, en el marco de las celebraciones por los 50 AÑOS DE FUNDACIÓN DE CORREO en la región Junín, y la edición 444 de su suplemento, con la finalidad de contribuir a la producción literaria de nuestro país, convoca al I Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4”, con arreglo a las siguientes bases:

Bases:

1.    Podrán participar todos los autores interesados mayores de 18 años.
2.    Cada participante podrá presentar hasta dos cuentos.
3.    Los participantes concursarán bajo seudónimo por cada cuento presentado.
4.    El tema es completamente libre.
5.     El cuento deberá ser INÉDITO, escrito en español, y no haber sido presentado con anterioridad a otro concurso nacional o internacional cuyo fallo esté pendiente.
6.    La extensión máxima será de 1200 palabras, digitadas a doble espacio, en fuente Arial 12.
7.    Los trabajos se presentarán en las instalaciones del diario Correo, Jr. Cuzco N° 337 – Huancayo, en un sobre de manila tamaño A4 CERRADO dirigido a: I Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4”;  que deberá contener:
a)  El cuento impreso por una sola cara en papel A4, en TRES EJEMPLARES LEGIBLES, debidamente compaginados, numerados en el extremo inferior derecho. Cada ejemplar impreso deberá contar con una carátula en la que se consignará el nombre del cuento y el seudónimo del participante.
b)  El cuento en soporte electrónico, es decir grabado en un disco compacto (CD), rotulado con el título del cuento y el seudónimo del autor.
c)  Un sobre tamaño carta o similar CERRADO, que en su exterior consigne el correspondiente nombre del cuento y seudónimo, y en su interior una página con los nombres y apellidos del autor, lugar de nacimiento, dirección domiciliaria, dirección electrónica, teléfono (imprescindible) y un breve resumen biográfico, además de una fotocopia simple del documento de identidad por ambos lados (DNI).
8.    La fecha y hora límites de recepción de los trabajos será el viernes, 05 de OCTUBRE de 2012, a las 6:00 pm. Los trabajos enviados por correo serán considerados válidos siempre y cuando se registre en el matasellos la fecha y hora mencionadas.
9.    El Jurado Calificador estará conformado por tres escritores de reconocido prestigio nacional e internacional, y se dará a conocer junto a su veredicto.
10. El Jurado Calificador elegirá tres trabajos ganadores, que se harán acreedores a los siguientes premios:
1er puesto: S/. 1,000.00 (Mil Nuevos Soles) y diploma de honor.
2do puesto: S/. 700.00 (Setecientos Nuevos Soles) y diploma de honor.
3er puesto: S/. 300.00 (Trescientos Nuevos Soles)  y diploma de honor.
Además, según su criterio, elegirán a los cuentos finalistas que serán reconocidos con Menciones Honrosas.
11. El cuento ganador, el segundo y tercer lugar serán publicados, indefectiblemente,  en la edición especial n° 444 del Suplemento Cultural “Solo 4” del diario Correo de Huancayo. Además, junto a los finalistas, serán publicados en los sitios web oficiales de “Solo 4”, en Facebook y en el respectivo blog.
12. El fallo del Jurado Calificador será INAPELABLE y se publicará 30 días después del cierre de convocatoria, en el diario Correo y en su suplemento “Solo 4”.
13. Finalizado el concurso, los trabajos que no hayan sido premiados serán incinerados.
14. La participación en este certamen implica la ACEPTACIÓN DE TODOS LOS PUNTOS antes señalados.
15. Cualquier omisión de cualquiera de los estamentos en las presentes bases implicará la inmediata descalificación del cuento concursante.
16.  Los casos no previstos se resolverán a criterio del Jurado Calificador y la organización.

                                                                                     Huancayo, julio de 2012.

Solo 4, “427”, del 21 de JULIO de 2012, año IX


LA CITA:

“Y así es como los que nos iluminan son los ciegos. Así es como alguien, sin saberlo, llega a mostrarte irrefutablemente un camino que por su parte sería incapaz de seguir.”

Julio Cortázar, Rayuela

LO ÚLTIMO: 25 años del descubrimiento del Señor de Sipán




Hace 25 años, el arqueólogo Walter Alva y su equipo de investigadores hallaron los restos de lo que llegaría a ser el descubrimiento arqueológico más trascendente en lo que va de nuestra historia: la cámara funeraria del Señor de Sipán.
Este gobernante del siglo III fue encontrado en Huaca Rajada, Lambayeque, durante julio de 1987. La prensa mundial comparó este hallazgo con el de Tutankamón en Egipto. Hoy se conoce que fue uno de los señores más célebres de la cultura Moche, y se atesoran centenares de piezas de oro macizo, enterradas con él en su tumba, en diversos museos del Perú. El 20 de julio fue declarado como el día para conmemorar su descubrimiento.

Yeats, el arte del ensueño y lo ilimitado


Diana Casas




Premio Nobel de Literatura en 1923, el poeta, ensayista y dramaturgo irlandés William Butler Yeats (1865-1948)  es una de las figuras máximas de la literatura de habla inglesa, cuya obra, de dimensión universal, nos toca de cerca.
Encandilado habitante de la verde esmeralda isla de los ensueños célticos, el rico pasado celta habrá de encender la imaginación del joven Yeats desde temprana edad y, a los veinte años, iniciará una carrera literaria que lo ubica  entre los más grandes rescatistas del mundo enigmático y apasionante de las tradiciones orales antiguas.
Espíritus espectrales, “leprecauns”, “banshees”, hadas, duendes y hechiceros llenarán su mente de exaltadas fantasías y, con romántico nacionalismo, dedicará su esfuerzo a compilar los mitos y leyendas populares de su tierra, luchando por  salvar la  Irlanda inmortal, poética e inquietante que reflejan.
Para Yeats, lo eterno, lo perdurable, es el mundo misterioso de la imaginación, que concibe como el único capaz de llegar directamente a la verdad, por medios de los que no dispone la razón.
Hoy, la ciencia habla de dos hemisferios cerebrales con funciones diferentes. Uno, que es el reino de la razón, y otro, donde domina la intuición y la imaginación. Este segundo, contradiciendo siglos de despótico racionalismo materialista, sería el único que provee a la persona de una visión holística del mundo, una visión totalizadora e inmediata, que permitiría captar instantáneamente y sin intermediaciones racionales dilatorias, ligadas a la búsqueda de la realidad sensible, la verdad última en su esencia.
Verdad que se presenta clara y distinta en la cosmovisión de los pueblos que Yeats llamó “razas espirituales indestructibles”, forjadoras de las grandes culturas y civilizaciones antiguas que, como la irlandesa y la andina, han conservado a través de la oralidad,  no sólo la memoria de un pueblo, sino una particular ligazón con la naturaleza, concebida como madre, fuente generatriz y emanación de lo divino.
¿Qué es —a fin de cuentas— el Ser, la entidad primera, energía pura y única, mente suprema? Acaso, como diría Taliesin: “¿Sabes tú quién eres cuando duermes, un cuerpo, un alma, o bien un refugio de percepciones?”. Los antiguos parecían saberlo. Sumergidos en la fluidez de su imaginación desbordada iban a desembocar por un mismo cauce en el gran océano de la vida, como un gran pez cósmico con miríadas de doradas y refulgentes burbujas saliendo de sus sabias fauces, hambrientas de aspirar hasta el último hálito de conocimiento.
Porque la vida no es solo la prosaica realidad de lo sensible, es también la inmaterialidad de los recuerdos y de los sueños, de la memoria primordial  oculta en las profundidades de la mente, impresa en los repliegues de la gran madre naturaleza, latiente en el alma popular.
La lánguida Erin de verdes prados brumosos, país de los hiperbóreos, tiene la misma magia salvaje de  las fabulosas tierras del puma de oro con ojos de esmeraldas. Leer una antología de Yeats  es como revivir nuestras viejas historias de aparecidos y “muquis”. Sus espectros son como nuestras entidades del “Ukupacha”, deambulando entre este mundo y el otro. Sus “leprecauns” tienen el mismo espíritu burlón y alegre optimismo de las pequeñas criaturas traviesas de nuestras minas y hasta llenan ollas de onzas de oro como el amable ser que espera al final de nuestras multicolores “tulumanyas”. En los Andes como en Irlanda los dioses de la tierra son tan buenos con los hombres como buenos sean éstos, son malos con los malos, conviven con la gente sencilla del pueblo y no atemorizan, porque están llenos de encanto y  travesura. “Todo arte es ensueño”, dice Yeats, y si este arte además “se recrea en las cosas ilimitadas e inmortales” de la tradición folclórica, entonces se convierte en imperecedero.

Picaflor de los Andes, la voz de quien es huancaíno por algo


Juan Carlos Suárez Revollar





Dice la canción “Yo soy huancaíno” que conozcan bien a quien canta, amigos míos, pues huancaíno es por algo. Aunque tiene diversas versiones, es en la voz de Víctor Alberto Gil Mallma, conocido como Picaflor de los Andes, que la canción se terminó por institucionalizar.
Nacido en Huancayo en 1930, su incursión en la música vernacular coincidió con los de otros tantos grandes exponentes del género en la región centro. Contemporáneos a él son desde Flor Pucarina —con cuyo trabajo musical se emparenta más— hasta Carmela Morales Lazo y Panchito Leight Navarro.
“Esa fue una época en que confluyeron las grandes voces con los grandes compositores”, indica el folclorólogo y escritor José Oregón Morales. “Detrás de él hay muchas grandes plumas, desde Carlos Baquerizo hasta Moticha Alanya”.
Picaflor de los Andes es un huanca que rescató los cantos de la zona, y con las adiciones de la música tradicional de Huancavelica pudo crear su propio estilo, uno personal y característico. A ello se sumó la identificación que creó su música con el sentir del huancaíno.
Si bien no es su única canción célebre, es su interpretación de “Yo soy huancaíno” la que le ha dado más éxito. Se trata de una canción que destaca el orgullo de ser huancaíno y, a su modo, se ha terminado por convertir en una suerte de himno para los habitantes de Huancayo.
Esta canción tiene su propia historia, nebulosa y con varias versiones. Aunque se encuentra firmada por Zenobio Dhaga, de quien se dice la creó durante una conversación de cantina con algunos colegas jaujinos para destacar el espíritu huancaíno, hay otra historia, acaso más creíble, que atribuye su autoría a Luis Cárdenas Raschio. La letra, entonces, no decía “Yo soy huancaíno por algo”, sino “Yo soy isabelino por algo”, en referencia al colegio Santa Isabel.
Para Oregón Morales, “Picaflor de los Andes debe ser recordado como un gran cantautor”. Es un músico y cantante que interiorizó como pocos el folclor de la región centro, y por eso puede considerársele como el cantautor más característico del espíritu huancaíno.

IMPRESCINDIBLES / CINE:


Camino a la perdición

Sam Mendes (2002)

En los oscuros años de la Gran Depresión y la Ley Seca en los Estados Unidos, Michael Sullivan es un asesino a sueldo leal a su jefe, el señor Rooney. Sin embargo, a pesar de su oficio, es un padre de familia bueno y responsable, que oculta su trabajo a sus hijos. Un día, uno de ellos lo sigue y lo descubre, sin saber que es testigo de algo que podría destruir toda una organización criminal. Tom Hanks hace uno de los papeles más impactantes de su carrera, encarnando a un hombre capaz de enfrentar al mismísimo diablo por proteger a su familia.



Batman: El Caballero de la noche

Christopher Nolan (2008)

Batman reinicia su lucha contra el crimen, esta vez con la ayuda del teniente Jim Gordon y del Fiscal del Distrito Harvey Dent. “El caballero de la noche”, pese a sus innumerables conflictos existenciales, se propone destruir el crimen organizado en Gotham City. Sin embargo, un nuevo criminal desencadena el caos con demente pasión, asesinando incluso a los más poderosos delincuentes, sin razón aparente para su insanía. ¿Qué pasa cuando una fuerza imparable choca contra un objeto inamovible? La respuesta está en este filme imprescindible. El final de la trilogía del hombre murciélago se estrena esta semana, ojalá nos dé una grata sorpresa.



Memorias de una geisha

Rob Marshall (2005)

En 1929, Chiyo, con apenas nueve años, es vendida por sus padres, junto a su hermana Satsu, a la escuela de geishas “Nitta Okiya”. Su hermana no es aceptada y es enviada a un prostíbulo. En la escuela, Chiyo conocerá a Pumpkin, otra niña que va a ser instruida para ser geisha, así como a Hatsumomo y Mameha, dos famosas geishas que han rivalizado desde su juventud. El aprendizaje de Chiyo será duro, pero encontrarse con el amor de su vida hará que, desde ese momento, sólo desee convertirse en la más importante geisha del Japón, solo para acercarse más a él.


COLUMNA: DESDE EL ATELIER


III Bienal Nacional de Pintura UPLA 2012

Josué Sánchez




Un panorama de lo que es el arte pictórico en nuestro país, se encuentra en las obras artísticas presentadas a la III Bienal Nacional de Pintura UPLA 2012, que puede ser apreciada desde el 26 del presente hasta el 28 de agosto, en la sala de exposiciones del Centro Cultural de la Universidad Peruana Los Andes, Av. Mariscal Castilla No 950, El Tambo, Huancayo.
Más de treinta artistas plásticos participaron de la convocatoria de manera entusiasta y fraterna, haciendo llegar sus obras, muchas veces en forma colectiva, desde las más lejanas regiones del Perú.
Desde Piura hasta Tacna y desde Lima hasta Puno, la respuesta de estos artistas ha revelado no sólo un hondo sentimiento de hermandad; sino, además, un profundo talento artístico. En primera instancia, llama la atención lo polifacético de la muestra y la pluralidad de expresiones que contiene la exposición. Desde un acendrado tratamiento de la figura  y el paisaje, hasta un neo figurativismo que llega ya a la abstracción; se descubren formas y colores, ritmos y texturas de estilos variados, reflejándose en su mayoría una herencia cultural andina, con formas iconográficas de las culturas pre hispánicas y contenidos figurativos locales y sociales propios de cada región. Son pinturas que con un lenguaje personal y distinto, conciben el arte como una realidad visual objetiva y simplificada en unos casos, o como una complejidad enaltecida y subjetiva en otros, descubriéndose elaboraciones intelectuales de altísima calidad, unidas a un saber dibujar, un saber pintar, en una entrega de verdades y significados que motivan la creación.
En los ganadores esto es completamente manifiesto. Sus obras están cargadas de auténtica pasión y emoción artística, están llenas de los maravillosos colores del ande peruano y tienen un marcado acento de identidad. Las pinturas de Claudio Martínez Paredes de Ayacucho, Leider Calva Guerrero de Cajamarca, Cristian López Aroni, Pedro Aliro Aranda, David Camavilca Collazos de Huancayo y Sherman Hilton Meléndez de Lima, ganadores de la III Bienal Nacional, son la expresión del vigor y la vigencia de las artes plásticas peruanas.

martes, 24 de julio de 2012

MICROCUENTO:


Carroza

Gonzalo del Rosario



Esa noche despedimos a mi tío desde la puerta del hotel. Solo estaba la familia y amigos más cercanos. Todos le abrazamos fuerte, y entre sonrisas y felicitaciones, dejamos que subiese a la parte trasera de la carroza y se metiera en su ataúd.

PERFUME DE MUJER


Travesuras de la niña mala

Mario Vargas Llosa



Se dejó besar, acariciar, desnudar, siempre con esa curiosa actitud de prescindencia, sin permitirme acortar la invisible distancia que guardaba frente a mis besos, abrazos y cariños, aunque me abandonara su cuerpo. Me emocionó verla desnuda, sobre la camita colocada en el rincón del cuarto donde el techo se inclinaba y apenas llegaba el resplandor de la única bombilla. Era muy delgada, de miembros bien proporcionados, con una cintura tan estrecha que, me pareció, yo hubiera podido ceñirla con mis dos manos. Bajo la pequeña mancha de vellos en el pubis, la piel lucía más clara que en el resto de su cuerpo (…) ésta era la noche más feliz de mi vida, nunca había deseado a nadie tanto como a ella, siempre la querría.

Taita Cristo, entre lo profano y lo religioso


Héctor Meza Parra


Esta obra breve de Eleodoro Vargas Vicuña contiene ocho cuentos de corte rural, y nació primigeniamente con el título de “El cargador” en la ciudad de Lima. Según confesó el propio Eleodoro a Roland Forgues, la obra ingresó a los talleres con ese primer título, pero saldría meses después, en 1964 como “Taita Cristo”.
¿Cómo concibió la obra? Nació en circunstancias que era estafado por un amigo y era consciente de ello. Cuando sucedió lo que esperaba, llegó a casa y le contó a Enedina, su esposa, la pequeña tragedia. Ella le miró a los ojos como a un niño desprotegido y le ordenó: “desfógate”. Eleodoro obedeció, se puso el abrigo negro y fue a sentarse a la máquina para empezar a escribir con cierto rubor en las mejillas: “Cómo es el tiempo, ¿no? Da que reír. Da también que sufrir”. Precisamente con esas palabras da inicio a su libro de cuentos “Taita Cristo”.
Como hecho anecdótico, el final del mismo, lo tomó de otra experiencia en una fiesta de carnavales en Chosica, cuando vio a un hombre que decía estar enamorado y subía al árbol, enhiesto y borracho, adornado la cabeza de serpentinas y cargando en hombros un tronco. Pretendía que lo aplaudieran por la hazaña pero nadie se percató, mucho menos la mujer a quien quería impresionar. Al segundo, el tipo, por un descuido, cayó de una de las ramas enterrando la cabeza en el barro. Eleodoro que observaba discretamente, se echó a reír para sus propios reinos. A ello obedece el final del cuento: “De cerca, recogidos, vemos: un rostro de sangre en un rostro de barro”.
“Taita Cristo” reúne otros cuentos con una riquísima filosofía andina: “La Pascualina”, “Pobre negro”, “Tata Mayo”, “En la altura”, “Ojos de lechuza”, “El desconocido” y “Memoria por Raúl Muñoz Mieses”. ¿De qué trata “Taita Cristo”? Es la historia de un anciano llamado Alejandro Guerrero —inspirado en la vida de su primo Alejandro Vicuña— que lucha contra sí mismo. También es la peregrinación del hombre que carga el anda en Viernes Santo a sabiendas que con ese acto comprometerá su quebradiza salud. Durante el recorrido cae muchas veces, representando el Vía Crucis. Incluso, muchos le echan burlas a su paso. Lo admirable está en que lleva cargando 39 años el anda y pareciera no bastarle.
Pese a su estado de salud no está dispuesto a que nadie lo reemplace. Es un viejo terco que juega cada Semana Santa con la muerte. En un principio lo hace por fe y después por pura hombría, y por último, no tanto por él, sino por el pueblo de Acobamba que ha encontrado en los huaracaínos a sus enemigos, así él se levanta como su salvador.
El recorrido de la procesión es épico y se da bajo la lluvia, pese a que va perdiendo la conciencia. En esas circunstancias, alguien lleva a la madre para que lo vea agonizar. Ella sufre y ayuda con sus ruegos y lágrimas a que soporte el largo peregrinaje; es más, cada vez que puede, lo reanima soplándole aguardiente en la frente. En este caso, la madre, actúa como la Dolorosa.
Finalmente, el viejo Alejandro, quien se encuentra desfalleciente, pone una cara de felicidad al saber que ha salvado el honor y ha cumplido una vez más con su promesa dada al pueblo. Su madre entre sollozos mira a la gente y siente que su hijo, aunque haya muerto, ha nacido, esta vez para la gloria y la santidad.
De manera que, si habría que hablar de santos, encontramos en este personaje el símbolo de Cristo que sufre y deja en el camino la huella de su sangre. Finalmente, están los huaracaínos —los del otro barrio— como la gente romana burlándose y esperando la inmolación. Cerca de él lo acompañan los acobambinos como los judíos, que lo ven y sufren, pero que no hacen nada. En definitiva, Alejandro Guerrero representa la batalla que se da contra el mundo y contra uno mismo.
Si bien los españoles impusieron el idioma, no pudieron sobornar la sintaxis y la metáfora andina, que como en este caso, Eleodoro nos demuestra con un español dulce, poético y quechuizado. Por ejemplo, cuando sale una voz del gentío refiriéndose a su madre que dice: “¿Por qué trajeron a la mama Juliana, a ella que ya está en camino?” —es decir, “camino a la muerte”—, o esta otra, que murmura el pueblo refiriéndose al personaje principal que persiste en cargar el anda: “Ya no es sino el querer llegar”.
El cuento “Taita Cristo” es la “Crónica de una muerte anunciada” o, tal vez, un “Fuente ovejuna”, donde todos son culpables. El argumento tiene el acopio de la obra El viejo y el mar, porque de alguna manera Alejandro Guerrero es el remedo del viejo Santiago, enseñando la valentía, la dignidad, la perseverancia, el dolor, y sobre todo, el querer demostrar que nunca se está viejo para nada.

Solo 4, “426”, del 14 de JULIO de 2012, año IX


LA CITA:

Su amor, que él creía apagado y que sólo estaba adormecido, se despertó en su corazón. Milady sonreía y D'Artagnan sentía que se condenaría por aquella sonrisa.”

Alejandro Dumas, Los tres mosqueteros

LO ÚLTIMO: Convocatoria al I Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4”


En el marco de las celebraciones por los 50 años de fundación de Correo en la región Junín, y la próxima edición 444 de nuestro suplemento, con la finalidad de contribuir a la producción literaria de nuestro país, convocamos al I Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4”.
Los premios de este certamen serán de S/. 1000 para el primer lugar, S/. 700 para el segundo, y S/. 300 para el tercero. El tema es totalmente libre. La fecha y hora límites de recepción de trabajos será el viernes, 05 de octubre, a las 6 pm, en las instalaciones del diario Correo, Jr. Cuzco N° 337 – Huancayo.
Las bases generales las podrán hallar en nuestro blog y perfil de Facebook. 

La gastronomía del Valle del Mantaro


Diana Casas



La gastronomía peruana está considerada una de las más importantes del mundo. Se caracteriza por su variedad, fruto del mestizaje entre la cocina pre Inca e Inca y la culinaria española, africana, chino-cantonesa, japonesa e italiana. El resultado es un sinnúmero de platos de diversos sabores, que le han dado un toque internacional.
Pero la auténtica cocina peruana procede de las regiones del interior del país. Las cocinas regionales son la base del patrimonio cultural culinario del Perú. Están asentadas en los productos de la tierra, productos nativos como la papa, el maíz o el ají, que singularizan nuestra cocina y que se preparan con métodos, técnicas y utensilios tradicionales que también tienen que ver con la Madre Tierra, como las ollas de barro, las cocinas de leña, los cucharones de palo.
En la región Junín, las prácticas tradicionales de preparación de los alimentos siguen vigentes. La salsa de la Papa a la Huancaína, plato bandera de la región, considerado una de las siete maravillas gastronómicas del Perú, se prepara aun moliendo el ají en batán, junto al queso y un poquito de aceite, sólo así puede tener el extraordinario sabor y textura que lo caracterizan y que son propios de esta zona, aunque algunos ahora, equivocadamente, pretendan decir que el plato es limeño. Felizmente, todos los que conocen algo de la historia del Ferrocarril Central saben que el nombre del plato viene de la época cuando lo construían y que se origina en la costumbre de las mujeres encargadas de la cocina, de preparar papas sancochadas bañadas en esta exquisita salsa de ají y queso, mujeres que eran todas huancaínas de pura cepa.


Hay que ser de la región también para saber preparar una Pachamanca con auténtico sabor a tierra, es decir, cocinada en el interior de un hueco cavado en la tierra, cubierto con piedras calentadas al rojo y carne, habas, papas y humitas; todo tapado con ramas de marmaquilla (arbusto de flores blancas, muy aromático, que crece entre los 3100 y los 4800 m de altura), sacos de yute y tierra formando un pequeño montículo. 45 minutos de espera y listo, a deleitarse con este auténtico regalo para el paladar.
La cocina del Valle del Mantaro está llena de exquisiteces similares. Es una cocina sólida, consistente, nutritiva y deliciosa, con platos para cada comida del día. En el desayuno huanca, no falta la Sopa Verde o Yacu Chupe, sopa de arrieros,  hecha con papas picadas en juliana, queso, leche, huevos y siete hierbas diferentes molidas juntas (ruda, hierbabuena, culantro, muña, paico, orégano y espinaca o perejil). El Mondongo o Patasca es otra sopa de desayuno, que se consigue hirviendo durante toda la noche maíz pelado con diversas carnes y mondongo, de ahí su nombre.
Entre las sopas más destacables también están el Patachi, que se prepara a base de trigo pelado, hervido con diversas carnes y legumbres; el Huallpachupe, hecho con gallina criada en casa, arroz y un aderezo de ajos, cebolla y ají mirasol; y el  Human Caldo o caldo de cabeza de cordero hervido durante varias horas.
Entre los segundos destacan la Trucha, servida de diversas formas: frita, a la plancha, a la parrilla, al ajo, a la “meniere”, al barro; el Cuy Colorado: cuy frito guisado sobre un sofrito de ají colorado, maní, cebolla y ajos; el Carnero al Palo, asado al fuego atravesado en un palo que gira constantemente; el Chicharrón Colorado, preparado con carne de cerdo de forma similar al Cuy Colorado pero sin maní; el Lechón, cerdo tierno asado en horno de barro, en cuya preparación son expertos los pobladores de Chupaca y Orcotuna; los Tamales, que en nuestra zona son blancos y suaves, sin excesivos condimentos; y el Yuyo o Shita, un delicioso plato campesino elaborado con las hojas de la planta de mostaza y un aderezo de ajos y cebolla, que se sirve con maíz tostado.
En cuanto a los postres, la Gelatina de Pata, la Mazamorra de Caya, los Dulces de Membrillo, Melocotón y Níspero, junto con los Bizcochuelos y los Pastelillos de Jauja,  son algunas muestras cumbre de las delicias que suelen servirse al final de las comidas o a media tarde como merienda en las mesas de la región; donde tampoco faltan bebidas como la Chicha de Jora, el Ponche de Cerveza o el de Habas y el infaltable Calientito, que por las noches ayuda a combatir el frío con la sencilla y mágica mezcla de un poco de  té caliente con limón, azúcar y aguardiente, pisco, cognac, ron o anisado, todo rociado con una pizca de canela.

* Diana Casas es coautora del libro “Delicias con papas nativas”, publicado recientemente por el Instituto Nacional de Innovación Agraria INIA.

En busca de mi identidad


Enrique Ortiz Palacios





            Cada vez que en los colegios se discute el famoso plan lector (entiéndase como la preocupación de los profesores por plantear una lista de autores que los estudiantes están “obligados” a leer), se incurre en tremendos equívocos, y muy pocas veces en aciertos, tal vez por desconocimiento, desidia o lo que es peor, por falta de una preparación adecuada o simplemente por la carencia de hábitos de lectura entre nosotros los adultos.
            Por ejemplo, se cree que lo que nos fascinó en nuestra mocedad, le agradará de la misma manera a los muchachos de ahora —fanáticos del “Tablet”—, por eso cuando Juanito le pregunta a su profesor que obras leerá en el plan lector, no es raro escuchar nombres como “La divina comedia”, “El cantar del Mio Cid”, “Platero y yo” o “Mujercitas”; y con ello no quiero decir que esos libros ya pasaron de moda o que son malos, todo lo contrario, tienen la marca de la excelencia.
Sin embargo, a esos fabulosos textos llegarán en la medida que los enamoremos de los libros. A los chicos les encanta el género del terror, la aventura, el romance o el misterio, y lo comprobamos con las ventas millonarias de los creadores de “Harry Potter”, “Eclipse”, “El código da Vinci”, “Crónicas de Narnia”, “El señor de los anillos” y otros.
            A la propuesta de lectura del Gobierno Regional de Junín de dos magníficos autores sería bueno agregar otra; de escritores que circunscriben sus temas a nuestro ámbito geopolítico, ya que si queremos que nuestro patrimonio cultural regional se convierta en patrimonio de la humanidad debemos difundirlo y para ello tenemos que conocerlo, leerlo. De lo contrario, perderemos lo que es vital para la supervivencia de las naciones: la identidad.
            Por ello proponemos a los siguientes autores, tomando en cuenta la cierta facilidad para hallarlos: “Prestadito nomás” de César Alfaro Gilvonio, “Dos árboles y otras formas de internarse en la niebla” de Augusto Effio Ordóñez, “The Cure en Huancayo” y “Ojos de pez abisal” de Ulises Gutiérrez Llantoy, “La casita de cedrón” de José Oregón, “El unicornio” (estos agrupados en la colección Cuentos Completos) de Edgardo Rivera Martínez, “Dos relatos amargos” de Ernesto Ramos Berrospi, y “Cuentan los abuelos” de Héctor Curisinche.
            Debemos aclarar que casi no existen textos para niños, salvo contadas excepciones como “La cabrita glotona” de Cirilo López Salvatierra, además se debería incidir en la lectura del libro “Lecturas huancas” y rescatar del casi olvido, y si es posible reeditar, “La montaña azul” de Elsa Herrera.
            Recordemos que las civilizaciones perduran no solo por los fuertes puentes que se construyen o por la pachamanca más grande del mundo que se cocina, sino por los libros que se escriben.

IMPRESCINDIBLES / DISCOS:


Selección textos: Marlon Zenteno Mayorca

Velvet Underground & Nico

Verve Records (1967)

¿Qué se podría esperar de la marginalidad del orbe neoyorquino, el erotismo obsesivo hecho arte, la poesía transgresora mutada en pop y una guitarra que pare acordes alterados casi hasta la cacofonía, sin dejar por eso, la melodía y la correcta edulcoración? Eso es lo que se experimenta en la primera producción oficial de “la velvet”  que cuenta con el magistral aporte vocal de la alemana Nico y un interesante guiño literario a Leopold  Von Sacher  Massoch, creador estético del masoquismo (escuchar “Venus in Furs”). Disco producido por Andy Warhol. Definitivamente imprescindible.



Lonely Is An Eyesore

4AD Records (1987)

Atmósferas góticas y medievales, pasajes oníricos que parecen  recuerdos reprimidos —ahora liberados— que emergen del subconsciente y una selección impecable de lo mejor de la escena independiente y vanguardista del “underground” británico (y de otros lares) de los 80. 4AD, el legendario sello anglo, produjo este recopilatorio que incluye a Cocteau Twins,  Dead Can Dance,  This Mortal Coil, los holandeses de Clan of Xymox, entre otros artistas sencillamente imperdibles. Ivo Watts-Russell y Peter Kent dejaron un legado que a muchos nos cambió la vida.



Crystal Castles II

Crystal Castles (2010)

Manifiesto electrónico y experimental de la era iPod. Los canadienses de Crystal Castles crean música de un corte bizarro y mutante. El ruido insoportable se fusiona con “loops” y sonidos sofisticados y futuristas sacados del viejo Atari o la laptop más actual, pero que suenan como si estos dispositivos estuvieran siendo despedazados o les arrancaran los cables en una disección demencial. Pese a ello, la placa puede sonar melódica o evocadora (escuchar “Celestica” o “Soffocation”) ya que CCII a diferencia de su predecesor, es más adaptable a las pistas de baile.


MICROCUENTO:


Fuego

María Luisa del Río



Lo siento cerca, su furia, lo siento cerca, su fuego, sus ojos centellantes, su pelo, su saliva abundante, el olor a hierba húmeda de su cuerpo. Para él me guardo intacta y temerosa, en silencio jadeante, en espera. Para él camino mirando las plantas, cogiendo frutos, aprisionando luciérnagas entre mis dedos. Para él engullo flores y sonrío en las mañanas. Para él discuto con Dios todas las noches.

PERFUME DE MUJER


Estaciones de paso

Almudena Grandes



Mayo correspondía a una rubia teñida y muy maquillada que tomaba el sol desnuda hasta de su propio vello y en una postura incomodísima, encima de una peña, con un río al fondo. Tenía las piernas abiertas, una pañoleta blanca sobre los hombros, el cuerpo arqueado, los labios fruncidos y los ojos fijos en la cámara. Debajo de sus pies, y en el mismo tono rojo que había escogido para pintarse las uñas, se 98 leía el nombre del taller, mi propio apellido. Eso tampoco era nuevo. Había visto antes muchos calendarios parecidos, y sin embargo, aquél también me pareció distinto.

El mataperro que todos llevamos dentro


Anahí Novoa Coca


Héctor Meza Parra, autor de “Los mataperros”.

Hablar de “Los mataperros” (Acerva Ediciones, 2012), del escritor Héctor Meza Parra, es hacer una regresión a la niñez, aquella época en que, entre juegos y tardes de despreocupación, competíamos por quién del grupo era el más travieso, quién más atrevido, más audaz o arrojado.
“Los mataperros” es una sorpresa grata en la narrativa de Junín. Es una novela que, con los códigos de la picaresca, cuenta una serie de aventuras (y desventuras) de tres pequeños tarmeños, tan traviesos, que hacen rabiar a todo el mundo y, entre tropelías y juegos, se hacen acreedores del sobrenombre de mataperros.
Los mataperros son tres niños pobres, astutos e ingeniosos: Élver, Lucho y Ángel. Cada uno guarda sus propias características; mientras el primero es el estratega y líder del grupo, los otros dos complementan cada una de sus travesuras. Lucho es el más sensato, aunque el de menos poder. Ángel, por su parte, se encuentra en un punto intermedio de los otros dos personajes, pero corona su participación en la historia por ser el narrador.
Lo bueno del libro es que la historia atrapa al lector y permite una lectura fluida. El fino humor de cada una de las situaciones hace que se quiera seguir, siempre en busca de más; y hasta da la impresión de quedar corto, por sus apenas cien páginas. Algo que está presente desde el inicio es la nostalgia; una nostalgia de sucesos, objetos, costumbres y vivencias ya pasadas (la novela se ambienta en la Tarma de los setenta). El hecho de ser una historia autobiográfica lo certifica.
Aunque nacido en Jauja, Héctor Meza Parra ha residido casi toda su vida en Tarma. Por eso mismo, gran parte de su obra está ambientada en esta ciudad. Y “Los mataperros” no es la excepción. Sin embargo, acostumbrado al relato y la crónica, esta es su primera incursión en la novela.
Llama la atención la extraordinaria pericia del autor para enganchar al lector. El uso del lenguaje es más que efectivo, y por eso permite una lectura ágil, que se ve sazonada con las anécdotas de aquellos tres “lazarillos modernos”, a decir del escritor Maynor Freyre. Pero también podría definirse a los protagonistas como tres Quijotes de pantalón corto, a juzgar por sus muchas aventuras de resultados no muy satisfactorios, en que, aunque no terminan manteados o apaleados como el Quijote, sí, en cambio, pueden acabar con los huesos rotos o sufriendo mil y un accidentes producto de sus travesuras.
Del libro el escritor Maynor Freyre ha escrito lo siguiente: “Héctor Meza Parra presenta a tres pequeños tarmeños que deambulan por las calles de esa ciudad realizando travesuras como compete a todo mataperro. La calle es su hábitat natural y Meza Parra narra las tropelías de su diario vivir durante sus primeros doce años. Son niños que no paran en mientes para efectuar acrobacias donde terminan con los huesos rotos, cual lazarillos modernos. Ágil y tierna, esta breve novela encantará a grandes y chicos”.
Lo que queda en el lector adulto, al pasar la última página del libro, es la certeza de que todos, en algún momento de nuestras vidas —seamos hombres o mujeres—, hemos sido mataperros. Y el lector niño encontrará en esta novela, además de esas grandes lecciones que nos dan los libros bien escritos, gratas horas de una divertidísima lectura.