Juan Carlos Suárez Revollar
Dice
la canción “Yo soy huancaíno” que conozcan bien a quien canta, amigos míos,
pues huancaíno es por algo. Aunque tiene diversas versiones, es en la voz de
Víctor Alberto Gil Mallma, conocido como Picaflor de los Andes, que la canción
se terminó por institucionalizar.
Nacido
en Huancayo en 1930, su incursión en la música vernacular coincidió con los de
otros tantos grandes exponentes del género en la región centro. Contemporáneos
a él son desde Flor Pucarina —con cuyo trabajo musical se emparenta más— hasta
Carmela Morales Lazo y Panchito Leight Navarro.
“Esa
fue una época en que confluyeron las grandes voces con los grandes
compositores”, indica el folclorólogo y escritor José Oregón Morales. “Detrás
de él hay muchas grandes plumas, desde Carlos Baquerizo hasta Moticha Alanya”.
Picaflor
de los Andes es un huanca que rescató los cantos de la zona, y con las
adiciones de la música tradicional de Huancavelica pudo crear su propio estilo,
uno personal y característico. A ello se sumó la identificación que creó su
música con el sentir del huancaíno.
Si
bien no es su única canción célebre, es su interpretación de “Yo soy huancaíno”
la que le ha dado más éxito. Se trata de una canción que destaca el orgullo de
ser huancaíno y, a su modo, se ha terminado por convertir en una suerte de
himno para los habitantes de Huancayo.
Esta
canción tiene su propia historia, nebulosa y con varias versiones. Aunque se
encuentra firmada por Zenobio Dhaga, de quien se dice la creó durante una
conversación de cantina con algunos colegas jaujinos para destacar el espíritu
huancaíno, hay otra historia, acaso más creíble, que atribuye su autoría a Luis
Cárdenas Raschio. La letra, entonces, no decía “Yo soy huancaíno por algo”,
sino “Yo soy isabelino por algo”, en referencia al colegio Santa Isabel.
Para
Oregón Morales, “Picaflor de los Andes debe ser recordado como un gran
cantautor”. Es un músico y cantante que interiorizó como pocos el folclor de la
región centro, y por eso puede considerársele como el cantautor más
característico del espíritu huancaíno.
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