lunes, 18 de noviembre de 2013

Solo 4. Edición 496, del 16 de NOVIEMBRE de 2013. Año IX

LA CITA:

« Prefiero pintar ojos de hombres a pintar catedrales, porque en los ojos de los hombres hay algo que no puede haber en las catedrales, por muy majestuosas e imponentes que estas puedan ser».


Henry Miller, Plexus

LO ÚLTIMO: Próximo sábado: ganadores del “Premio Solo 4”

La convocatoria para el II Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4”, organizado por el diario Correo y su suplemento cultural, cerró hace casi un mes con sumo éxito.
En el conteo final se tuvieron 336 cuentos participantes llegados desde provincias como Piura o Tacna, y hasta de países como España, los Estados Unidos y Japón.
Para cumplir con todas las condiciones de un concurso de esta magnitud y relevancia, en nuestra próxima edición anunciaremos a los ganadores de este certamen literario que está en su fase final. Además, daremos a conocer las identidades de nuestro prestigioso jurado.

Les recordamos que este año los premios son de S/. 1000.00 para el primer lugar, S/. 700.00 para el segundo y S/. 300.00 para el tercero, y la publicación de los ganadores en este medio distribuido por toda la región central del país.

El ladrón de historias

Luis Puente de la Vega Rojas

Enrique Ortiz Palacios nos presenta una interesante colección de cuentos: El ladrón de historias engloba una interesante compilación de relatos breves, capaces de cautivar los gustos más exigentes con tramas que, verdaderamente, parecen arrancadas del seno de la literatura.


 ¿Por qué escogiste ese título?
Escribir relatos implica mezclarlas con nuestras experiencias o vivencias. Los once cuentos de mi libro tienen historias 'prestadas', aquellas que escuché a mi padre, a un amigo, una noticia que me impactó. Yo creo que ningún escritor escapa a la autografía, la cuestión es cuánto de ello colocamos en un relato.

Tú eres en principio poeta, ¿es difícil pasar de la poesía a la narrativa?
En realidad, y aunque parezca extraño decirlo, es más fácil escribir un cuento o una novela que un texto poético. Yo ya había leído este argumento, pero no me lo creía hasta que yo mismo lo experimenté. Al escribir un poema son más visibles los errores de construcción del idioma que cuando lo hacemos con un cuento. En el poema los adjetivos matan y los verbos dan vida cosa que no ocurre, necesariamente, con los textos narrativos.

Decidiste emprender el camino solo, ¿por qué? ¿Nuestro mercado editorial aún es insuficiente?
En principio te diré que he aprendido mucho publicando por mi cuenta sobre aspectos formales, me refiero a: diseño de portada, inscripción en la Biblioteca Nacional, el ISBN, tipo de impresión. El problema más grande se presenta cuando tienes que salir a vender tu trabajo, ahí sí tenemos que luchar con nuestros prejuicios, porque ¿para qué escribo y publico un libro si luego lo voy a esconder debajo de mi cama? Tocaba diez puertas ofreciendo El ladrón de historias y solo una se habría. Así se empieza ¿no? Con respecto al mercado editorial, te diré que es insuficiente en todo el Perú. En Huancayo conozco una editorial muy cuidadosa de la edición: Acerva.

A comparación de hace una década, y gracias al plan lector, se ha incrementado el consumo de libros. Como autor y profesor, ¿sientes que esto es así?
Es mentira decir que al peruano no le gusta leer, al peruano le encanta leer. Muchas veces no lo hacen por el precio exorbitante del libro. A mi sobrina le pidieron en su colegio un cuento de 20 páginas que costaba ¡cincuenta soles! Hay un descuido por parte de Estado en procurar que el 'negociado' de los libros acabe.

Si tuvieras que desentrañar El ladrón de historias desde un punto de vista neutro, ¿cómo lo describirías?

No se puede ser neutro con tu creación o, en todo caso, se me hace muy difícil ahora mantener una distancia con mi libro. Tal vez ello ocurra más adelante. Suele pasarme que con el tiempo me vuelvo muy crítico de lo que escribo y parece que ello me permite seguir perfeccionando esta pasión por la escritura.

Minka y comunidad

Raúl Arias Sánchez

Templo de Vilcashuamán
La 'minka' (como es conocida en el Perú) es un sistema en el cual la colectividad ejecuta las obras que beneficiaban al ayllu como un todo: canales de irrigación local, andenes, puentes, templos, ciudades, locales de  almacenamiento de productos, corrales, manutención de las 'huacas', etc.
Este sistema generalizaba a todos los miembros de la comunidad a trabajar en beneficio de ella. La 'minka' era realizada cuando ocurría el casamiento de miembros del ayllu (por ejemplo en la construcción de su casa o la 'zafada' en la actualidad) o en el cuidado de las tierras de inválidos, viudas, enfermos y ancianos. De manera diferente del 'ayni', la 'minka' no implicaba una deuda ética o moral ni obligaba al pago de la misma. Podemos anotar puntualmente de ella que:
1) Durante el 'Tawantinsuyu', la mayoría de las ciudades o 'llactas', incluyendo las del Cusco, Hatun-Xauxa, Vilcashuamán, Pisaq y Machu Picchu, fueron construidas a través del sistema 'minka' (Lumbreras, 1969). Los constructores cortaron, labraron y transportaron bloques monumentales de piedra en forma rectangular y los colocaron en forma horizontal, en hileras, unidas y superpuestas de manera admirable, sin argamasa entre ellas, formando muros extensos, dotándolos de gran belleza urbana,  arquitectónica y simbólica. Las esquinas, como las del Coricancha, por ejemplo, poseían suaves curvaturas, con ventanas cuadrangulares y vigas de madera que cubrían el techo (Espinoza, 1997).
2) La 'minka' fue la forma básica en que se efectuaba el trabajo en el interior de las comunidades, así como también en las faenas destinadas a la producción de las tierras del Estado y del Inca.
3) Las 'minkas' eran fundamentales para mantener vínculos de solidaridad y permitían que el ayllu sobreviviese. Por este motivo, aquellas personas que no cumplían las reglas de la comunidad eran expulsadas y se convertían en mendigos, siervos o 'yanas' al servicio de algún 'señor' o del Estado; y 4) la fuerza del trabajo demostrada por los 'ayllus', durante la 'minka', era una especie de 'competición' entre ellos.
Este instrumento de construcción habría sido controlado por las clases dominantes. Por tanto, la construcción de una obra público-ceremonial habría sido una decisión política entre los líderes de los 'ayllus' interesados.

En síntesis, la 'minka' y 'ayni' fueron, y son, de suma importancia para todos los pueblos andinos, y han permitido la construcción en el pensamiento de modelos de reciprocidad y de colectivismo de la organización del trabajo; así, podemos concluir que estos sistemas, en gran medida, han sido la fuerza que dinamizó el desenvolvimiento no sólo de sociedades como del 'Tawantinsuyu', sino también de las sociedades complejas andinas.

COLUMNA: AVISO PARA NAVEGANTES

Bienvenido, Jeremías Gamboa

Carlos Villanes Cairo

Escribir la primera novela es como disfrutar del primer amor, entras a tientas pero nunca lo olvidas. Es una aventura personal y solitaria, siempre está llena de dudas, misterios, esperanzas, sueños, ilusiones, y duros quebrantos si la meta soñada no se alcanza. Así como medio infierno está empedrado de malos poetas, supongo que la otra mitad la ocupan los novelistas malos.
Además, cada novela es un microcosmos y tiene una intrahistoria, un devenir íntimo, desde su concepción en las neuronas del escritor hasta su aparición como volumen impreso. Cien años de soledad estuvo navegando en la mente del Gabito de Aracata durante 20 años y se materializó en año y medio. La ciudad y los perros fue rechazada en España por ocho editores antes de convertirse en la primera historia de quien, medio siglo después, sería nuestro primer premio Nobel. Kafka pidió que a su muerte quemaran todos sus originales inéditos, pero su viuda no le hizo caso y salvó sus libros que hoy conocemos.
La buena novela, ya dije, es un universo en pequeño, pero ¿y el novelista?, y mucho más el que sueña con serlo y fracasa, seguro acaba en la mitad de la cancha del averno, maloliente y calenturiento.
También el mundo y los avatares del novelista son un micro universo. Los hay que nacen con suerte, los que se estrellan y los estrellados, los que sin haber publicado su primera novela ya respiran los aires de la fama. Este último es el caso de Jeremías Gamboa (Lima, 1975), de padres ayacuchanos, quechua hablantes y analfabetos, que emigraron a la Capital, es ya famoso y su novela primogénita, Contarlo todo, ha salido apenas hace cuatro días, el martes 13, en este friolero Madrid de otoño, con árboles de hojas doradas y caducas.
¿Cuál ha sido el milagro? Ninguno, salvo mucho sudor durante los 5 años en que fueron escritas sus 507 páginas impresas y un golpe de suerte: ser “ahijado” de Vargas Llosa.
Gamboa ganó un concurso para ser vigilado por nuestro Nobel durante un año en su escritura. Los primeros capítulos convencieron a Vargas Llosa, y cuando el bisoño novelista concluyó con los originales, lo recomendó a su agente literaria, la “Mamá Grande”, Carmen Balcells, ella llevó el manuscrito a la feria de Libros de Frankfurt, donde lo vendió a cinco lenguas incluida la española. Acá la compró y editó Mondadori y para calentar el ambiente, entrevistas, alguna a doble página, un domingo en El País, que es leído por una media de cuatro millones de personas, y un impecable despliegue publicitario.

Y ¿la novela vale la pena? Definitivamente sí. Es la historia de un universitario que sueña con ser escritor. Como la mayoría empieza en una revista y luego un periódico —Debate y El Comercio—, cuenta su vida, minuto a minuto, con increíble sencillez, sinceridad y mano realmente diestra, los primeros palos de ciego en la escritura. Llega a editor de una importante revista, pero lo deja todo por hacerse, entre sudores y lágrimas, un gran escritor. ¡Bienvenido, Jeremías Gamboa!

Lou Reed: el transformador

Roberto Loayza Cárdenas

Lou Reed (Nueva York, 2 de marzo de 1942 – 27 de octubre de 2013).
Su enjuta figura adornaba las calles de Nueva York, era uno de sus príncipes, durante más de dos décadas su sonido fue el de la ciudad. Hace unas semanas Lou Reed murió, el mundillo del rock llora, en las redes “cuelgan” I'm Waiting for the Man, Sweet Jane, Coney Island Baby, Street Hassle, Dirty Boulevard.
Uno de los tantos chicos malos del rock, muy difícil entrevistarlo, el típico estilo conformista, confrontacional, siempre de negro, como Johnny Cash. Mucha gente solo lo ubica como el cantante de Walk on the Wild Side, pero su imprescindible obra abarca mucho más. Sin él, por ejemplo, el importante sonido “grunge” no hubiera existido.
Tal vez ese carácter tan endiablado se debía a los tormentos sufridos a causa de su bisexualidad: sus padres lo llevaron a una clínica a “curarlo”, incluso lo sometieron a sesiones de electroshock, pero lo que lograron fue hacer nacer en él esa ira incontrolable, esa rebeldía que se plasma desde sus primeros discos con su banda iniciática The Velvet Underground, fundamental agrupación cuyo legado es incalculable, aunque su éxito haya sido moderado, los apadrinó el apabullante Andy Warhol, la movida “under” de mediados de los 60.
Sin duda, su herencia más importante es con esta banda formada junto con el músico galés John Cale: sus primeros cuatro discos son puntos cardinales en la historia del rock: The Velvet Underground & Nico (1967), la de la tapa de plátano dibujada por Warhol y obra maestra absoluta, White Light/White Heat (1968), The Velvet Underground (1969) y Loaded (1970) títulos históricos, definitivos, brutales pero claros, primitivos pero modernos.
Su carrera como solista empezó de la mejor manera, en especial con Transformer (1972), su inolvidable colaboración con David Bowie, su obvio inspirador, y Berlin (1973) y aunque también rozó el desastre con el irreconocible Metal Machine Music (1975), su carrera mantuvo un nivel envidiable, hasta su última producción en conjunto con Metallica, Lulu (2011). Todos discos con una alta carga literaria en medio de sonidos desafiantes y directos.
Bandas como Pixies, Sonic Youth, Jesus and Mary Chain, Pavement y Yo La Tengo no existirían si Lou Reed se hubiera dedicado a otra cosa.
Sin embargo, la importancia de Lou trasciende lo musical: a través de su personalidad, su arte y su música, logró ver mucho más allá de una sociedad simplista y binaria que suele dividir a las opciones sexuales como heterosexual y homosexual y abrió el camino para que muchos otros artistas lograran establecer su posición con firmeza.

Hacia el final de su vida siempre se le vio acompañado de Laurie Anderson, una extraña artista experimental con quien estuvo casado desde el 2008 y quien inculcó en Lou el gusto por la fotografía. En mayo de este año fue sometido a un trasplante de hígado, que no resultó del todo exitoso y empezó a caminar por el lado salvaje el pasado 27 de octubre.

PERFUME DE MUJER: Ceremonia solitaria en compañía de tu cuerpo

Jorge Eduardo Eielson


Penetro tu cuerpo tu cuerpo
De carne penetro me hundo
Entre tu lengua y tu mirada pura
Primero con mis ojos
Con mi corazón con mis labios
Luego con mi soledad
Con mis huesos con mi glande
Entro y salgo de tu cuerpo
Como si fuera un espejo
Atravieso pelos y quejidos
No sé cuál es tu piel y cuál la mía
Cuál mi esqueleto y cuál el tuyo
Tu sangre brilla en mis arterias
Semejante a un lucero
Mis brazos y tus brazos son los brazos
De una estrella que se multiplica
Y que nos llena de ternura
Somos un animal que se enamora
Mitad ceniza mitad latido
Un puñado de tierra que respira
De incandescentes materias
Que jadean y que gozan

Y que jamás reposan

POESÍA: Fábula

César Calvo

El Rey escucha sólo
los pasos que se alejan, los disuelve
en su sueño,
ignora que es un sueño inacabable.
Soñando despertarse, un río de oro
cruza, corona roja, sobre el mundo.
Se despierta entonces y su muerte

desencadena el alba, la matanza.

¿El mundo es como una naranja?

Miguel Angel Villalobos Caballero

Viaje a la Luna, de Georges Méliès (1902).
Esta pregunta podría tener muchas respuestas, así, el mundo sería como una naranja ¿por lo áspero?, ¿por lo esférico? o ¿por lo acido? En realidad el mundo sería como una naranja por el tamaño tan pequeño que tiene en relación a la inmensidad del universo, donde si se imagina uno cualquier objeto que pulula por el infinito, no sería tan grande como se cree o piensa.
Así, en la época que estudié en el nido, aproveché el descuido de las monjitas para presenciar, televisivamente, la llegada del hombre a la superficie lunar, algo extraordinario que aprecié desde uno de los ambientes del jardín: allí estaban ellas mirando el hecho histórico, junto a mí.
Aún tengo presente en mi memoria las palabras de Neil A. Armstrong: «Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad», que me permite repensar en la famosa interrogante ¿de dónde venimos?, respuesta tentativa, que no sería otra que de algún lugar del universo, tan inconmensurable.
Siendo así, a veces la noche nos sirve para darnos cuenta de esa porción observable del universo, basta con mirar esos puntitos estelares nocturnos, que son las estrellas, para tener esa idea de grandeza que éste tiene, por lo que ¡cómo no imaginarse a la tierra como una naranja!
Así, si bien el hombre soñaba por años en cómo llegar a la luna y lo logró, ¿realmente llegó tan lejos?, cuando hay todavía en el espacio tanto por recorrer, como que pareciese que en realidad no recorrió nada visto desde una gran distancia, más aún, si se tiene presente a filósofos antiguos, como Zenón de Elea con paradojas, como la de Aquiles y la tortuga, en la que concluía, que el movimiento es impensable, es decir que en realidad no podemos abandonar el lugar que ocupamos.
Consecuentemente, ¿cómo es la condición humana?, en la que el hombre —por su condición física no es más que un ser limitado, en la que no puede prolongarse físicamente de manera indeterminada en el tiempo y el espacio, es decir, que solo tiene un tiempo para vivir y un tiempo para recorrer sus caminos, sus espacios, en la que ni siquiera los más ricos de este mundo pueden tanto como quisieran, por ejemplo, vivir más de los doscientos años o viajar por otros lugares fuera de la tierra, salvo la luna, donde finalmente se darán cuenta que lo único que pueden hacer es dar vueltas y vueltas por la Tierra; así, imaginemos de este modo a una naranja y a un grupo de hombrecitos dando vueltas y vueltas por su capa externa, luego de dar tantas ¿qué más podrían hacer?: nada, sino seguir dando vueltas y vueltas, por cuanto quiérase o no, el ser humano jamás podrá avanzar mucho más allá de su mundo, al menos en estos tiempos, a las justas, puede en estas épocas tratar de conocer su interioridad.

Por último, si bien el ser humano no puede realizar todo lo que quiere, por cuanto es limitado por su cuerpo y su temporalidad, al menos debe sentirse feliz, de ser inconmensurable para creer y crecer en sus sueños y fantasías, sobre todo en las propias mientras viva, como por ejemplo, el querer conquistar lo inconquistable (el universo), con lo que, a pesar de tener dificultades físicas y materiales, jamás deberá perder las esencias espirituales, como aquellas que le permiten crear cultura y, dentro de ésta, la cultura imaginaria. ¿Usted qué piensa?