martes, 8 de enero de 2013

Solo 4, “451”, del 05 de ENERO de 2013, año IX


LA CITA:

«Adrián pensó en el suicidio. No como un hecho cruento ni como una vengativa y desesperada acometida contra la vida, sino como una simple desconexión, un acabar ahí mismo, un dejar de gozar y de sufrir, una asunción de que ya había visto suficiente, de que ya había vivido suficiente…»

José Carlos Carmona,  Sabor a chocolate

LO ÚLTIMO: Descargue el libro digital “Premio Solo 4”




Hace poco premiamos a todos los ganadores y finalistas del I Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4”, y publicamos en nuestra edición 444, los relatos ganadores. Sin embargo, aún tenemos algunos textos que usted, estimado lector, no ha descubierto.
Las fiestas de fin de año aún se celebran y, si así lo desea, usted podrá descargar, completamente gratis, el libro electrónico “Premio Solo 4”. Esta edición reúne todos los cuentos premiados y estará disponible para ser leído en cualquier medio digital.
Lo único que tiene que hacer es visitar nuestra página en Facebook, o nuestro blog (http://suplementosolo4.blogspot.com/), y bajarlo a su computadora.
Es un regalo para usted y su preferencia. ¡Próspero 2013!

El rock de la calle


Manuel Maraví Quincho

Contrabanda
El rock en el Perú nació a finales de la década de los cincuenta, motivado por la tremenda movida americana del Rock and Roll. Nuestra Ciudad Incontrastable no estuvo ajena a esta invasión mundial, siendo también influenciada por este ritmo a mediados de los 60’s, años en los cuales se formaron grupos como Los Datsun’s , Los Deer Boys, Los Landers, Los Fracks, Los Sichers, Speed 66, Scorpions, Los Gatos Negros, La V Rebelión, entre otros.
Los jóvenes de nuestra ciudad, debido a este movimiento musical, por entonces, empezaron a representarse con la imagen del rebelde sin causa, usando las famosas chaquetas de cuero y los peinados engominados.
Estas agrupaciones, en un primer momento, sólo se presentaban en los horarios de “matiné”, sus espectáculos se montaban en los cines, y muchas veces sus apariciones consistían en mezclar la proyección de una película con sus “performance”. De esta forma, los cines tuvieron su mayor apogeo, y las bandas, un adecuado y estable lugar donde exhibirse.
Jichay
Esta movida rockera duró hasta casi la mitad de la década de los 80, desde entonces, hasta nuestros tiempos, el rock ha pasado a ser trascendental, pero no determinante para las siguientes generaciones. Por ello, hace 3 años, un conjunto de entusiastas productores, decididos a sembrar otra vez este bicho en nuestra generación, empezaron a organizar eventos con músicos de toda la región central del país, premiando su talento cada año. Hablamos de los “Premios De la Calle”.
El 2012 se realizó la segunda temporada de este certamen, donde algunos de los talentosos músicos de la ciudad de Tarma, quienes componen Contrabanda, fueron los grandes vencedores de esta 2da edición de estos galardones, por su tema “Como Ayer”, de composición propia, que elegida fue como Mejor Canción Rock del 2012 en la Región Junín, y a su vez fueron considerados como la segunda mejor banda con el Mejor Performance.
Por su parte, el grupo huancaíno de Groove Metal, Jichay,  por su videoclip “Expira el miedo”, fue proclamada vencedora por este trabajo audiovisual, en la categoría Mejor Videoclip 2012, sin desmerecer que ocuparon la posición número 3 a Mejor Canción 2012 por el mismo tema.
Los ganadores en la categoría Mejor Performance fueron la agrupación de San Jerónimo, Indoraza, por su aporte cultural a las costumbres, mitos e historias que plasman en sus presentaciones, además, de las impresionantes demostraciones en sus conciertos.
Indoraza
Para esta segunda edición de los “Premios De la Calle”, estuvieron nominadas otras orquestas como Eulora Rock, Eros, Dominik (Jauja), Komplicado, Exus, 40 Nativoz, Slide, y Santamaría.
Esto es ya un avance para el rescate del rock en nuestra región que, por los más de 5000 votos participantes en la selección de las bandas, demuestra el interés por este género, y abre la posibilidad de disfrutar de nuevas propuestas musicales, y la opción de explorar otros ritmos y vertientes que por su perfil “no comercial” casi no circulan en nuestro medio; además, esperamos que pronto uno, dos o más grupos, nos representen a nivel nacional demostrando que aquí también hay talento rockero.

COLUMNA: EL BUEN SALVAJE


La Plaza de la Pepa

Sandro Bossio Suárez

Pocos nos acordamos de los 200 años que acaba de cumplir la Plaza de la Constitución. Su notoriedad se consolidó el 1 de enero de 1813, al juramentarse en ella la primera Constitución de las Cortes Generales de España, por aquel entonces con sede en Cádiz, conocida como la Constitución Doceañista de Cádiz. Se trataba de una constitución liberal, que emprendía el respeto cívico y político del ser humano, promovida a instancias de José Bonaparte, quien había derrocado en España a los monarcas ibéricos.
Sus preceptos debían tutelar todas las instituciones públicas del Estado español, estableciendo los primeros principios de respeto a los derechos humanos, como el sufragio universal masculino, la libertad de imprenta, la monarquía constitucional y la separación de poderes, además de drásticos cambios relacionados con los territorios españoles de otros continentes.
La jura se hizo en varios puntos del país. En Huancayo, la ceremonia fue organizada por el cura José Ignacio Moreno en la Plaza del Comercio. Según cuentan las tradiciones, el pueblo se reunió frente a la iglesia en construcción; se celebró una misa de Acción de Gracias; se leyeron los pronunciamientos (el del cura Moreno fue el más vibrante); y luego se procedió a la juramentación.
Este fue el acontecimiento magno por el que la antigua Plaza del Comercio cambió su nombre a Plaza de la Constitución de Cádiz de 1812. Ese 1 de enero de 1913 se colocó una piedra (hasta hoy visible), que dice a la letra: “Plaza Constitución, 1 de enero de 1913”, en la entonces propiedad del señor Ignacio Sotelo. Según Óscar Chávez, «es el único signo recordatorio en todo el país de dicha Carta Fundamental».
En cuanto el rey Fernando VII restauró el absolutismo, derogando la Constitución de Cádiz, el 4 de mayo de 1814, se inició una persecución tiránica a todo aquel que la patrocinara, llegando hasta el colmo de prohibir sus vítores. El virrey del Perú, obediente de ese dictamen, comenzó a hacer lo mismo. Así que el pueblo, sagaz y agudo, empezó a utilizar, tal como lo hacían en España, el grito: «¡Viva la Pepa!», para no ser perseguido. Tal ingeniosa frase se debía a que el 19 de marzo, día de la promulgación de la Constitución Doceañista, se celebraba la festividad de San José, es decir de Pepe, y en consecuencia se le llamó Pepa a la referida Constitución de Cádiz.
Por ello, cuentan las tradiciones huancaínas que, hasta finales del siglo XIX, la Plaza de la Constitución también era conocida coloquialmente como la “Plaza de la Pepa”, nombre que se perdió con el tiempo, tal como ocurrió con el apelativo de “Cuto Torre” con que se le conoció, hasta los años 30 del siglo pasado, a la Catedral por tener una torre inconclusa.
Existen otras plazas de la Constitución en diversas partes del mundo: San Sebastián en el País Vasco, también conocida como Donostia; Santiago de Chile, donde se encuentra el Palacio de La Moneda, sede del gobierno; Fuenlabrada de Madrid; Centro histórico de México; la emblemática ciudad de Vigo, donde esta plaza, como en Huancayo, hace las veces de Plaza Mayor; Guatemala; Cádiz; Córdoba; Oviedo; Valdemoro y otras más.

TODAVÍA NO PINTO CANAS: ÚLTIMA ENTREGA


La generación romántica: viviendo en clave "tik"

Josué Sánchez

Josué Sánchez con Sergio Castillo, Félix Huamán, Antonio Altamirano, Nicolás Matayoshi, Sergio Castillo, Carlos Villanes y más.
(Izq. - der.)

La amistad es algo maravilloso. A veces llega envuelta en un halo de fantasía como sucedió con James, otras se forja en el trabajo y en los ideales, en ocasiones surge como un consuelo en la hora mala, pero siempre llega para quedarse en el corazón, y se vive como una fiesta inolvidable a la que todos están invitados.
Como aquella noche en que Sergio, un amigo poeta, y yo, decidimos detenernos a tomar un calientito en un kiosco ambulante.
La noche relumbraba de estrellas, pero el frío era helado. Llevábamos unos minutos allí, cuando llegó un amigo músico, con su mandolina: «Siéntate —le dijimos—, sírvete un calientito y dedícanos una pieza».
De pronto, en el kiosco vecino, un hombre que llevaba un saxofón se levantó y empezó a tocarlo.
«¡Buena! —exclamamos, batiendo palmas—. Un calientito para el vecino también».
En ese momento, llegó un guitarrista que conocíamos y mirando de soslayo al saxofonista, comentó: «Está buena la competencia».
«Es cosa de demostrarlo», respondió sonriendo el mandolinista.
Así, poco a poco, se formó un contrapunto de sonidos y voces. Todo el que llegaba a tomar un calientito empezaba a cantar. A las 12 de la noche ya éramos una multitud alegre y danzante, los dueños de las casas vecinas también se habían incorporado a la fiesta. Bailamos y cantamos hasta el amanecer. Fue una noche insólita e interminable. Una noche amable, ausente de desconfianza, feliz, sencilla, plena.
Así es la amistad. Un diálogo sin fronteras, abierto y cálido. Así la he sentido venir de ustedes amigos en estos días. Y así era también en los 60.
Cuando se habla de los 60 siempre se recuerda que teníamos los cabellos largos y los pantalones anchos. Que nos veíamos como "Enrique el antiguo". Que oíamos música de Bob Dylan o de Palito Ortega. Pero la generación del 60 fue algo más que romántica en la música o en el gesto. Pacifista o revolucionaria, fue una generación con ideales de igualdad y justicia, una generación apasionada y tierna, que quería cambiar el mundo y hacerlo más solidario. Éramos jóvenes que "no queríamos hacer el sordomudo", como cantaba Violeta Parra. Queríamos una sociedad más humana.
Ayer Diana comentó en su programa de radio —es una apasionada locutora—, un texto del pensador uruguayo Eduardo Galeano. El autor relata que en una reunión de la comunidad maya Tzeltal, a la que un amigo suyo asistió en 1972, la palabra más usada era “tik”. En medio de la conversación se decía tantas veces “tik”, que al amigo de Galeano le sonaba como lluvia loca. Él sabía que la palabra más frecuente en todas las lenguas es "yo". Pero tik, la palabra más usada en esa comunidad maya, significa "nosotros". Ése es el legado de nuestras culturas originarias. El conocimiento de que no estamos solos; somos una comunidad de seres, como diría Galeano, "en clave tik".
Estas semanas que he compartido con ustedes lo he sentido así y me he sentido más joven que nunca, como en los 60. Gracias Diana, compañera de ésta y tantas otras travesías, te pintaré de colores, como me encargan. Gracias BBC Mundo. Gracias Sergio, del mismo nombre que mi amigo poeta, ¡qué sería un día sin mexicanos!... Y sin tanta gente buena y generosa en el mundo, como ustedes, amigos. Como dice Alvarito al terminar cada programa: «Hasta muy pronto. Cuídense mucho. . .» (Del blog “Todavía no pinto canas” en BBCMundo.com)

IMPRESCINDIBLES / LITERATURA


Selección y textos: Jeremy Torres-Montero

El Club de la Pelea

Chuck Palahniuk



La primera regla del Club de la Pelea es: nadie habla sobre el Club de la Pelea. La segunda regla del Club de la Pelea es: nadie habla sobre el Club de la Pelea.  Esta novela ligera, ácida e hilarante, además de violenta, es una sátira y una respuesta al consumismo exacerbado que corroe los cimientos de una sociedad un tanto plástica. De fácil lectura y argumentos bien planteados, El Club de la Pelea es ideal para leer en verano, mejor con algún ojo morado.


El principito

Antoine de Saint-Exupéry



La verdad, el mundo, depende y es consecuente en forma, a los ojos de cada quien. Lo esencial es invisible, por ser tan simple que nos abocamos a verdades superiores que en realidad no tienen sentido. Es un libro de iniciación, un texto de cabecera, y una novela para mantener en el bolsillo izquierdo, muy cerca del corazón. Definitivamente imprescindible.


Los inocentes

Oswaldo Reynoso



Cara de ángel no es María bonita. Si Lima es una ciudad de reyes el Príncipe es su heredero. Carambola, el Rosquita, y todos los demás de la collera, son víctimas de una ciudad ansiosa por devorarlos y vomitarlos para regocijarse en su fracaso. Un libro divertido, trascendente y transgresor, satanizado en una época, alabado en estos tiempos. Al leer a Reynoso por vez primera tuve un momento de claridad, la labor de la literatura no es moralizar. Es la estética, la denuncia, es entretener con historias que dejen cicatrices.

DESLECTURAS: Nuestro propio Honoré de Balzac


Juan Carlos Suárez Revollar



Todavía lo recuerdo: tenía dieciséis años y las ansias adolescentes de saberlo todo. Leía muchas novelas, incluso aquellas malas que me hacían bostezar. Ahí estaba: era un volumen viejísimo, cuya portada había sido reemplazada por una cartulina amarilla sobre la que llevaba escritas, con plumón azulino, las palabras «Papá Goriot» (un ejemplar de la Colección Austral en la buena traducción de Joaquín de Zuazagoitia). Su lectura me conmovió más que cualquier otra novela hasta entonces. Un personaje en particular, Eugene de Rastignac, antihéroe genuino, ambicioso y trepador, cuyos contradictorios sentimientos lo decidían a enfrentar de tú a tú a París, me impactó tanto que cuando me topé de nuevo con él en «La piel de zapa» y más tarde en el breve díptico «Estudio de mujer», sentí que saludaba a un viejo conocido. Creé un pasatiempo: marcar todas sus apariciones en «La comedia humana» (al que renuncié, pues esa maniática búsqueda resultaba inútil, pero primordialmente porque me estaba estropeando el sencillo placer de la lectura). No creo haber tropezado con él más que en cuatro o cinco novelas. Después supe que aparece al menos en catorce, varias de las cuales devoré sin identificarlo: se me había escabullido. Lo mismo ocurrió con el afable Horace Bianchon, cuyo altruismo alguna vez quise, ingenuo yo, imitar. Se trata de uno de los personajes más decentes moralmente de toda «La comedia humana», al que encontramos en veintitrés de sus noventa y un historias (quizá en más: nunca terminé de leerlas todas).
Me prometí aprender francés para leer a Balzac en su idioma —promesa que ojalá, mal que mal, cumpla algún día—, y también conseguir todos sus libros (los adquiría así ya los hubiese leído). Conté hace poco, risueño de mí mismo, decenas de títulos repetidos, en diferentes ediciones y traducciones, que acabaron apilados en mi biblioteca.
No me impresionó tanto «Eugenia Grandet» como sí ocurrió con «La mujer de treinta años»: una suerte de mosaico de textos disímiles unidos por un oscuro lazo para formar una novela, en cuya imperfección y escritura fragmentaria creo advertir un halo de grandeza. Me divierte no haber hallado —o acaso se me pasó por la exaltación durante la lectura— un momento de la vida de la protagonista en que tuviera los exactos treinta años del título. Para Rafael Cansinos Assens se refiere más bien a «esa edad crítica en que la mujer tiene un pasado a veces inolvidable» que «le ha creado un alma compleja y resabiada». Mucho más me entusiasmó «Un episodio bajo el terror», brevísima novela, casi un cuento, cuyo final en medio de las persecuciones posteriores a la Revolución Francesa deja un sinsabor difícil de tragar que, posiblemente sin proponérselo, siembra en el lector ese pavor, ese repudio por los gobiernos tiránicos.
Hay en cada historia de «La comedia humana» una aureola de genialidad, que se comparte entre las más ambiciosas: «Las ilusiones perdidas», «Los parientes pobres» o «Historia de los trece», y las otras de alcance más modesto: «El coronel Chabert», «El elixir de larga vida» o «Una pasión en el desierto». Su valía reside en el monumental todo que sus pequeñas unidades conforman. Pero también, a que el alma humana es sondeada con la profundidad que solo conseguiría un escritor decidido a cumplir un papel análogo al del Creador.
El plan de «La comedia humana» contemplaba retratar a la Francia de su tiempo en sus diversos niveles y estratos. Sus clasificaciones comprenden desde las escenas de la vida privada, parisina y provinciana, hasta las de la vida política, militar y campesina, además de los estudios filosóficos y los analíticos. Aunque cada novela se circunscribe a alguna de estas categorías, hay tal cruce de historias, contextos y personajes, que su sumatoria concluye con una imagen integral de la sociedad, sea esta pasada o presente, occidental u oriental.
El talento de Balzac no se limitó a la invención de inolvidables historias y personajes que ganaban complejidad a lo largo de «La comedia humana». Había en él una predisposición, una extraña tendencia fabuladora por reinventarlo todo, incluso su propia existencia. Vivió en medio de deudas a causa de sus gigantescos proyectos, siempre fallidos o, en el caso de la literatura, inconclusos debido a su repentina muerte (a «La comedia humana» le faltaron más de treinta títulos. Tampoco terminó los «Cuentos donosos», de los que solo escribió las tres primeras Decenas y algunos cuentos sueltos de las otras siete). Las farsas rocambolescas —aunque inofensivas— que siempre contaba sobre sí a sus conocidos eran una suerte de prolongación de la ficción que era su mundo. Quizás la mitomanía solo se reserva para los escritores de genio. Los demás tendrían que abstenerse para evitar el ridículo.

PERFUME DE MUJER:


Cómeme

Linda Jaivin



Volvió a concentrase en el sexo de Ava, pero esta vez a su propio ritmo, dolorosamente lento. Ava gimió, dando patadas al aire. Uno de sus zapatos de tacón salió volando y resbaló por el pasillo hasta la sección de cereales para el desayuno. Adam le dejó libres las manos y siguió chupándola mientras buscaba el racimo de plátanos a tientas. Peló una. Sin levantar las manos del suelo, Ava respiró hondo. Ava le metió el plátano hasta el fondo. Después se levantó y la observó de reojo mientras ella se provocaba un nuevo orgasmo con expertas arremetidas.

MICROCUENTO:


Entre jefes

Jorge Díaz Herrera



Después de la batalla, el jefe de los vencedores, antes de entregar el cadáver de su jefe a los vencidos, le llenó la boca con un puñado de pólvora para que no se le oliera la pestilencia de alcohol que le salía de las entrañas.

BREVIARIO: WhyNot nº 14




Esta revista de colección, pequeña, de bolsillo, ha llegado a su número 14, y aborda las fiestas navideñas y de año nuevo. Ha sido sumamente elogiada por formato innovador y su presentación impecable. Es el complemento perfecto para las fiestas, y para los cada vez más desnutridos bolsillos de  nuestros lectores.
No se preocupe más, se vende al menor precio (S/. 1) y puede ser el mejor regalo en estas fiestas de fin de año. Búsquela en las librerías Íbero y La Familia, o en quioscos del centro de nuestra ciudad.