La
Plaza de la Pepa
Sandro Bossio Suárez
Pocos nos acordamos de los 200 años
que acaba de cumplir la Plaza de la Constitución. Su notoriedad se consolidó el
1 de enero de 1813, al juramentarse en ella la primera Constitución de las
Cortes Generales de España, por aquel entonces con sede en Cádiz, conocida como
la Constitución Doceañista de Cádiz. Se trataba de una constitución liberal,
que emprendía el respeto cívico y político del ser humano, promovida a
instancias de José Bonaparte, quien había derrocado en España a los monarcas
ibéricos.
Sus preceptos debían tutelar todas las
instituciones públicas del Estado español, estableciendo los primeros
principios de respeto a los derechos humanos, como el sufragio universal
masculino, la libertad de imprenta, la monarquía constitucional y la separación
de poderes, además de drásticos cambios relacionados con los territorios españoles
de otros continentes.
La jura se hizo en varios puntos del
país. En Huancayo, la ceremonia fue organizada por el cura José Ignacio Moreno
en la Plaza del Comercio. Según cuentan las tradiciones, el pueblo se reunió
frente a la iglesia en construcción; se celebró una misa de Acción de Gracias;
se leyeron los pronunciamientos (el del cura Moreno fue el más vibrante); y
luego se procedió a la juramentación.
Este fue el acontecimiento magno por
el que la antigua Plaza del Comercio cambió su nombre a Plaza de la
Constitución de Cádiz de 1812. Ese 1 de enero de 1913 se colocó una piedra
(hasta hoy visible), que dice a la letra: “Plaza Constitución, 1 de enero de
1913”, en la entonces propiedad del señor Ignacio Sotelo. Según Óscar Chávez, «es
el único signo recordatorio en todo el país de dicha Carta Fundamental».
En cuanto el rey Fernando VII restauró el absolutismo,
derogando la Constitución de Cádiz, el 4 de mayo de 1814, se inició una
persecución tiránica a todo aquel que la patrocinara, llegando hasta el colmo
de prohibir sus vítores. El virrey del Perú, obediente de ese dictamen, comenzó
a hacer lo mismo. Así que el pueblo, sagaz y agudo, empezó a utilizar, tal como
lo hacían en España, el grito: «¡Viva la Pepa!», para no ser perseguido. Tal ingeniosa frase se debía a que el
19 de marzo, día de la promulgación de la Constitución Doceañista, se celebraba
la festividad de San José, es decir de Pepe, y en consecuencia se le llamó Pepa
a la referida Constitución de Cádiz.
Por ello, cuentan las tradiciones
huancaínas que, hasta finales del siglo XIX, la Plaza de la Constitución también
era conocida coloquialmente como la “Plaza de la Pepa”, nombre que se perdió
con el tiempo, tal como ocurrió con el apelativo de “Cuto Torre” con que se le
conoció, hasta los años 30 del siglo pasado, a la Catedral por tener una torre
inconclusa.
Existen otras plazas de la
Constitución en diversas partes del mundo: San Sebastián en el País Vasco,
también conocida como Donostia; Santiago de Chile, donde se encuentra el Palacio de La Moneda, sede del gobierno;
Fuenlabrada de Madrid; Centro histórico de México; la emblemática ciudad de
Vigo, donde esta plaza, como en Huancayo, hace las veces de Plaza Mayor;
Guatemala; Cádiz; Córdoba; Oviedo; Valdemoro y otras más.
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