Anahí Novoa Coca
Héctor Meza Parra, autor de “Los mataperros”. |
Hablar de “Los mataperros” (Acerva Ediciones, 2012),
del escritor Héctor Meza Parra, es hacer una regresión a la niñez, aquella
época en que, entre juegos y tardes de despreocupación, competíamos por quién
del grupo era el más travieso, quién más atrevido, más audaz o arrojado.
“Los mataperros” es una sorpresa grata en la narrativa
de Junín. Es una novela que, con los códigos de la picaresca, cuenta una serie
de aventuras (y desventuras) de tres pequeños tarmeños, tan traviesos, que
hacen rabiar a todo el mundo y, entre tropelías y juegos, se hacen acreedores
del sobrenombre de mataperros.
Los mataperros son tres niños pobres, astutos e
ingeniosos: Élver, Lucho y Ángel. Cada uno guarda sus propias características;
mientras el primero es el estratega y líder del grupo, los otros dos
complementan cada una de sus travesuras. Lucho es el más sensato, aunque el de
menos poder. Ángel, por su parte, se encuentra en un punto intermedio de los
otros dos personajes, pero corona su participación en la historia por ser el
narrador.
Lo bueno del libro es que la historia atrapa al lector
y permite una lectura fluida. El fino humor de cada una de las situaciones hace
que se quiera seguir, siempre en busca de más; y hasta da la impresión de
quedar corto, por sus apenas cien páginas. Algo que está presente desde el
inicio es la nostalgia; una nostalgia de sucesos, objetos, costumbres y
vivencias ya pasadas (la novela se ambienta en la Tarma de los setenta). El
hecho de ser una historia autobiográfica lo certifica.
Aunque nacido en Jauja, Héctor Meza Parra ha residido
casi toda su vida en Tarma. Por eso mismo, gran parte de su obra está
ambientada en esta ciudad. Y “Los mataperros” no es la excepción. Sin embargo,
acostumbrado al relato y la crónica, esta es su primera incursión en la novela.
Llama la atención la extraordinaria pericia del autor
para enganchar al lector. El uso del lenguaje es más que efectivo, y por eso
permite una lectura ágil, que se ve sazonada con las anécdotas de aquellos tres
“lazarillos
modernos”, a decir del escritor Maynor Freyre. Pero también podría definirse a
los protagonistas como tres Quijotes de pantalón corto, a juzgar por sus muchas
aventuras de resultados no muy satisfactorios, en que, aunque no terminan
manteados o apaleados como el Quijote, sí, en cambio, pueden acabar con los
huesos rotos o sufriendo mil y un accidentes producto de sus travesuras.
Del libro el escritor Maynor Freyre ha escrito lo
siguiente: “Héctor
Meza Parra presenta a tres pequeños tarmeños que deambulan por las calles de
esa ciudad realizando travesuras como compete a todo mataperro. La calle es su
hábitat natural y Meza Parra narra las tropelías de su diario vivir durante sus
primeros doce años. Son niños que no paran en mientes para efectuar acrobacias
donde terminan con los huesos rotos, cual lazarillos modernos. Ágil y tierna,
esta breve novela encantará a grandes y chicos”.
Lo que queda en el lector adulto, al pasar la última
página del libro, es la certeza de que todos, en algún momento de nuestras
vidas —seamos hombres o mujeres—, hemos sido mataperros. Y el lector niño
encontrará en esta novela, además de esas grandes lecciones que nos dan los
libros bien escritos, gratas horas de una divertidísima lectura.
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