martes, 24 de julio de 2012

El mataperro que todos llevamos dentro


Anahí Novoa Coca


Héctor Meza Parra, autor de “Los mataperros”.

Hablar de “Los mataperros” (Acerva Ediciones, 2012), del escritor Héctor Meza Parra, es hacer una regresión a la niñez, aquella época en que, entre juegos y tardes de despreocupación, competíamos por quién del grupo era el más travieso, quién más atrevido, más audaz o arrojado.
“Los mataperros” es una sorpresa grata en la narrativa de Junín. Es una novela que, con los códigos de la picaresca, cuenta una serie de aventuras (y desventuras) de tres pequeños tarmeños, tan traviesos, que hacen rabiar a todo el mundo y, entre tropelías y juegos, se hacen acreedores del sobrenombre de mataperros.
Los mataperros son tres niños pobres, astutos e ingeniosos: Élver, Lucho y Ángel. Cada uno guarda sus propias características; mientras el primero es el estratega y líder del grupo, los otros dos complementan cada una de sus travesuras. Lucho es el más sensato, aunque el de menos poder. Ángel, por su parte, se encuentra en un punto intermedio de los otros dos personajes, pero corona su participación en la historia por ser el narrador.
Lo bueno del libro es que la historia atrapa al lector y permite una lectura fluida. El fino humor de cada una de las situaciones hace que se quiera seguir, siempre en busca de más; y hasta da la impresión de quedar corto, por sus apenas cien páginas. Algo que está presente desde el inicio es la nostalgia; una nostalgia de sucesos, objetos, costumbres y vivencias ya pasadas (la novela se ambienta en la Tarma de los setenta). El hecho de ser una historia autobiográfica lo certifica.
Aunque nacido en Jauja, Héctor Meza Parra ha residido casi toda su vida en Tarma. Por eso mismo, gran parte de su obra está ambientada en esta ciudad. Y “Los mataperros” no es la excepción. Sin embargo, acostumbrado al relato y la crónica, esta es su primera incursión en la novela.
Llama la atención la extraordinaria pericia del autor para enganchar al lector. El uso del lenguaje es más que efectivo, y por eso permite una lectura ágil, que se ve sazonada con las anécdotas de aquellos tres “lazarillos modernos”, a decir del escritor Maynor Freyre. Pero también podría definirse a los protagonistas como tres Quijotes de pantalón corto, a juzgar por sus muchas aventuras de resultados no muy satisfactorios, en que, aunque no terminan manteados o apaleados como el Quijote, sí, en cambio, pueden acabar con los huesos rotos o sufriendo mil y un accidentes producto de sus travesuras.
Del libro el escritor Maynor Freyre ha escrito lo siguiente: “Héctor Meza Parra presenta a tres pequeños tarmeños que deambulan por las calles de esa ciudad realizando travesuras como compete a todo mataperro. La calle es su hábitat natural y Meza Parra narra las tropelías de su diario vivir durante sus primeros doce años. Son niños que no paran en mientes para efectuar acrobacias donde terminan con los huesos rotos, cual lazarillos modernos. Ágil y tierna, esta breve novela encantará a grandes y chicos”.
Lo que queda en el lector adulto, al pasar la última página del libro, es la certeza de que todos, en algún momento de nuestras vidas —seamos hombres o mujeres—, hemos sido mataperros. Y el lector niño encontrará en esta novela, además de esas grandes lecciones que nos dan los libros bien escritos, gratas horas de una divertidísima lectura.

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