En nuestra sociedad, leer un libro, por muchas razones, es casi un lujo. La primera idea que se nos viene al respecto es porqué los libros tienen un costo generalmente alto, para los alicaídos bolsillos. Segundo, porqué casi “no tenemos tiempo para hacerlo”, es decir, ¿en verdad no tenemos tiempo para hacerlo por las múltiples actividades que desempeñamos? o simplemente porque no tenemos deseos de leer. La cultura peruana no precisamente se caracteriza por una tendencia hacia la lectura. Tercero, realmente no tenemos o solo tenemos poca predisposición a cambiar dichos patrones de comportamiento, por el contrario preferimos otras distracciones como la televisión o la internet.
Pero, nos hemos puesto a pensar, ¿cuál es la importancia del libro? En primer lugar, y generalmente, el libro es una obra impresa o manuscrita en una serie de hojas de papel, unidas por un lado (es decir encuadernadas) y protegidas con tapas, también llamadas cubiertas. O sea, el libro es un constructo, un producto. Pero, además, y aquí su importancia, un libro es un compendio de ideas y datos firmados por un autor o autores, las mismas que son expuestas a los lectores. Esta exposición permite a los lectores su revisión generación tras generación pero sobre todo el análisis y también la síntesis en quien la lee y ni que decir de la memorización. Es decir, un libro contribuye al ejercicio mental e intelectual de las personas, o sea contribuye al desarrollo del pensamiento humano, a la creatividad.
Por otro lado, debemos entender que conocemos libros, aun cuando no hemos aprendido a caminar, y así vamos por la vida hasta que la muerte nos separe. El libro es un buen amigo y consejero, maestro y guía, un psicólogo y un médico. Pero para que eso realmente suceda, hay que aprender a ser amigos del libro, aprender a entenderlo, oírlo, sentirlo. ¿Qué hay que hacer para esto? No mucho. Es importante elegir los libros adecuados para cada quien, con un lenguaje comprensible según la edad o el nivel educativo. Es importante considerar, por ejemplo, que los libros para las niñas no son los mismos que para los niños. ¿Cuál es la diferencia? Fácil. Desde la antigüedad el papel de la mujer es la preservación de los conocimientos y destrezas, el cuidado del hogar, la salud y el bienestar de la familia. Los hombres son los conquistadores, pioneros y guerreros. El varón, un niño, es una persona de acción. La mujer es una persona de sentimientos. Desde un punto de vista filológico, el niño es un verbo: hacer, saber, ganar mientras que las niñas son un adjetivo: amorosa, amable, suave, maravillosa. Por tanto, el libro que gusta a las niñas no es tanto de acción, sino más bien de sentimientos. Para las niñas una bruja o madrastra no pueden ser justas. La bondad es maravillosa y el mal es horroroso. Obviamente que en toda regla hay excepciones y eso también hay que considerarlo cuando elijamos un libro.
El libro es un buen amigo y consejero, maestro y guía, un psicólogo y un médico. Pero para que eso realmente suceda, hay que aprender a ser amigos del libro, aprender a entenderlo, oírlo, sentirlo.
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