Eros de luto
Jorge Miguel
Marinho
Al contacto de
la piel y de los vellos, sintieron que la complicidad del cuarto acortaba todas
las distancias y que la adolescencia de él era un cuerpo listo para entrar y
quedarse en el cuerpo de ella, un cuerpo de mujer.
—Eres muy guapo
sin ropa, pareces un deseo de colores.
—Eres bonita
extendida así, pareces un vientre grávido.
Él recorría
todas las partes de ellas y ella esperaba la fricción de su cuerpo en todos sus
poros, comenzando por su vientre y sus senos, casi respirando dentro de su
corazón. Entonces él se mordió el labio inferior, porque necesitaba sentir un
poco de dolor para tener la certeza del placer. Su boca sangró un poco rasgando
la primera piel del amor. Después fue tanteando los caminos del cuerpo, le besó
la frente, la boca y los hombros, y los dos sintieron un gusto a sangre y sudor
que parecía ser el sabor de ambos.
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