martes, 30 de julio de 2013

Los reales “Juegos del hambre”


Daniel Gutiérrez Ventocilla


Un antiguo mito griego describe la tragedia de catorce adolescentes que eran puestos en un laberinto como sacrificio a Creta. Ellos, conscientes del peligro, buscaban desesperadamente la salida antes que el Minotauro los encuentre para matarlos. Este relato, confiesa Suzanne Collins, le sirvió de plataforma para escribir la trilogía: “Juegos del hambre”, “En llamas” y “Sinsajo”.
Estas novelas se desarrollan en el país inventado de Panem, con el Capitolio como ciudad principal, desde donde se administró, en el pasado, a trece regiones o distritos, los cuales hicieron una fallida rebelión y terminaron vencidos, desapareciendo, incluso, uno de los distritos en su totalidad, quedando solo doce, los cuales sufren las leyes más severas y retorcidas del gobierno.
Así, conmemorando el “Día de la Victoria” del Capitolio ante los rebeldes, era deber de cada distrito ceder a dos adolescentes, un varón y una mujer, para participar en una competencia de supervivencia en el extraño escenario llamado  Estadio, donde queda un solo ganador con derecho a vivir.
Esta trilogía, al margen de los aplausos y pifias que recibió, es una exposición metafórica de dos alteraciones del orden natural, tanto en genética y ecología.
Genética: las novelas describen el apetito insaciable por transformar la naturaleza, a través de la manipulación de los genes, así tenemos, del cruce de una ave bullera, el “charlajo” y otra, imitadora de sonidos, el “sinsonte”, aparece el “Sinsajo” (“mockingjay” en inglés): un híbrido que servía de espía con capacidad de memorizar sonidos y reproducirlos puntualmente; otra creación son las “rastrevíspulas”, una clase de avispas con veneno alucinógeno y mortífero; monos con sentimiento de odio hacia el hombre y, finalmente, los “mutus”, una especie formada entre lobo y hombre, de aspecto repulsivo, con capacidad de llamarse uno al otro alzando las patas y que, conscientes de su aspecto ,andan matando motivados por el resentimiento. 

Todas estas leyendas quedarán atrás, porque el hombre, con el uso de la ciencia, está creando su propia lista mítica en base a las prácticas experimentales, utilizando no solo animales, sino también, a humanos. Así tenemos, por ejemplo, al “humanzee” (hombre y chimpancé) con el objeto de crear la cobaya ideal para los experimentos sobre las enfermedades neurodegenerativas. Existen ovejas en la Universidad de Reno con hígados y corazones parcialmente humanos, gracias a la intervención genética, y más de 150 híbridos de similares características solo en el Reino Unido.
Ecología: Suzanne Collins habla de una ecología manipulable, degenerada, amenazante, no por el uso natural del medio, sino por la voluntad del hombre, porque parte del Estadio es un bosque manejado tecnológicamente, con árboles que no se consumen ante el fuego y que sirven como conductores de energía, al igual que las torres de alta tensión, junto a neblinas que causan pustulaciones, deformidades y muertes.
Todo ello, no es solo literatura, porque es sabido que EE.UU. viene desarrollando el proyecto HARP, un conjunto de antenas con las cuales se puede manipular la ionosfera, atrofiando el estado natural del clima. Este afán fue denunciado por los rusos, conscientes de que la amenaza futura ya no son las bombas sino el manejo climático. Sin embargo, esta intención no es nueva, pues en la Guerra del Peloponeso, 431 a.C., se usaron vapores de azufre sobre algunas regiones como método de exterminio.
Finalmente, los invito a leer esta trilogía distópica que tuvo un gran impacto masivo —el cual no garantiza la calidad del mismo por su baja riqueza literaria—, pero que describe metafóricamente el verdadero mundo en el cual circundamos.

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