domingo, 3 de noviembre de 2013

COLUMNA: AVISO PARA NAVEGANTES

Los festejos de Panamá

Carlos Villanes Cairo


A estas alturas de la vida, después de haber asistido a tantos congresos, conferencias, simposios, etc., dentro y fuera del país, uno va perdiendo el interés al comprobar que  son reuniones que se repiten, con ligeras variantes y escenarios diferentes. De todo este tinglado prefiero las ferias de libros; conoces autores y los agentes venden tus obras. Cuando en 1988, recién salida mi primera novela editada en Madrid, la editorial SM me invitó a la Feria de Fráncfort, primero no lo creí, después me embriagué a lo peruano con la llorona incluida, luego viajé a Alemania y finalmente vendimos seis traducciones de Destino: La Plaza Roja, que ahora —por fin— va a ser editada en el Perú, por Acerva, en Huancayo.
Hace unos días, viajé a Panamá para ver y escribir sobre tres acontecimientos vinculados con mi oficio: la celebración del “descubrimiento” para Europa del Mar de Sur; la XXII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y, el VI Congreso Internacional de Lengua Española. Todo junto en apenas nueve días.
La ciudad de Panamá está deslumbrante. Los millonarios invierten frenéticos y construyen edificios gigantes y los llenan de hoteles, multicines, galerías temáticas, casas de juego y sucursales bancarias. Con 9.8 puntos tienen el PIB más alto de América. No llegan a tres millones de habitantes y publican la “increíble cantidad” de 806 libros al año. Perú edita seis mil y España pasa de los 70 mil. Impacta ver cómo la gente utiliza en su lenguaje diario el 20 por ciento de palabras del inglés. Andan felices con el Canal Transoceánico que están agrandando y tendrán el doble de beneficios, 100 bancos diferentes,  zona de libre comercio con la fiscalidad regalada y el Balboa, su moneda, en paridad con el dólar.
Con todas las buenas intenciones de acercamiento y propuestas de mejor vida, la XXII Cumbre resultó un fiasco, invitaron a 22 presidentes y solo fueron doce. Un pajarito le dijo a Nicolás Maduro que no acudiera y Venezuela no asistió. Tampoco Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Brasil, Argentina, Perú, etc.
Los actos del Quinto Centenario del descubrimiento del Océano Pacifico fueron más bien protocolares, académicos, y englobaron a las otras dos grandes citas.
El VI Congreso de la Lengua fue monotemático con el lema de «El español en el libro: del Atlántico al Mar del Sur» y en las 200 sesiones repartidas en cuatro grandes subtemas flotó la gran amenaza de que el libro empieza a morir bajo el asedio del crecimiento del libro electrónico o “ebook”, especialmente en España. Se llegó a la conclusión de que la gran batalla por la supervivencia del libro de papel se dará en Latinoamérica contra Apple y Amazon, los gigantes de la distribución “on line”. Se dictaminó la futura consigna: «Entender a los jóvenes para enseñarles mejor», osea los autores de obras para niños y adolescentes tendrán  mucho trabajo.

Y como nadie está libre de meter la pata, las dos primicias de la Real Academia Española de Lengua también fallaron: el Diccionario de Americanismos, consensuado por las 24 academias, recibió cuestionamientos, no está completo y tiene algunas acepciones mal atribuidas a su origen, y la anunciada edición del nuevo Diccionario de la Lengua de la R.A.E., no pudo ser terminada y aparecerá en 2014.

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