Cerca de él, en la cama, la morena gemía cada vez más fuerte; él le cogió los pechos. Tenía una erección de caballo. Christiane acercó la boca, empezó a cosquillearle el surco y el frenillo del glande con la punta de la lengua. Otra pareja se sentó a su lado; la mujer, una pequeña pelirroja de unos veinte años, llevaba una minifalda de plástico negro. Miró a Christiane, que le seguía lamiendo; ella le sonrió, se levantó la camiseta para enseñarle los pechos. La otra se subió la falda revelando un coño muy poblado, también pelirrojo. Christiane le cogió la mano y la guió hasta el sexo de Bruno. La mujer empezó a masturbarle mientras Christiane acercaba otra vez la lengua.
Michel Houellebecq, Las partículas elementales
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