sábado, 12 de marzo de 2011

La música en José María Arguedas



Pío Altamirano M.




Arguedas fue un gran cantador. En toda su obra, encontramos el cariño y la pasión por la música andina. En las grabaciones caseras que podemos escuchar, reproduce el canto del campesino, con sus inflexiones y giros particulares, pero sobre todo, esa poesía intensa que habla del amor y el respeto por la naturaleza, el trabajo comunitario, el amor de pareja, el dolor por el exilio, la nostalgia por el terruño y, también, la incomparable picardía e ironía quechua.


Para Arguedas, la música era parte natural del ser inmerso en su medio, la naturaleza, el amor, sus relaciones en el trabajo, en la comunidad. Por ello, reclamaba su autenticidad entendida como formas musicales y signos comunicantes correspondientes a una realidad concreta y en curso histórico.


La gran labor de Arguedas, ya en Lima, fue la de recuperar el alma de sus paisanos, hacerlos orgullosos de su cultura en medio del desprecio capitalino por todo lo “serrano”. Es así que frecuentaba a sus amigos como al violinista de “Ishua”, don Máximo Damián y conversaba con todos los exponentes del canto andino que solían presentarse en el entonces Coliseo Nacional.


Por gestión directa, don Jacinto Palacios “El trovador andino”, grabó el primer disco de música autóctona, e hizo que el Teatro Municipal y el Manuel Segura, abrieran sus puertas al folclor andino.


Es en su libro “Los ríos profundos” que describe y siente, con inconmensurable profundidad, el huayno quechua. El joven Ernesto, visita a hurtadillas las chicherías y devela la maestría de los ejecutantes del arpa andina y el violín, y siente como “un surtidor de fuego” a los arpegios y acordes que brotan del arpa.


Luego, explica la real dinámica del huayno quechua: “…con una música de esas, podría el hombre llorar hasta consumirse, hasta desaparecer, pero podría igualmente luchar contra una legión de cóndores y leones, o contra los monstruos que habitan en el fondo de los lagos de las alturas y en las faldas llenas de sombras de las montañas”.

Y al despedirse: “He sido feliz en mis llantos y lanzazos porque fueron por el Perú; he sido feliz con mis insuficiencias porque sentía el Perú en quechua y castellano, en la voz del charango y la quena lo oiré todo…”.

1 comentario:

  1. Amaya kanan huatallachu yuyarisun
    Paiqa wiñaypaqmi ñuqanchikpa. ¡ Arguedasninchik !

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