Luis Puente de la Vega Rojas
José María Arguedas, vivió en Huancayo, estudió en el Santa Isabel, se enamoró en Apata, e inició su pasión por la literatura en el Valle del Mantaro. En la siguiente entrevista, el historiador, Simeón Orellana, nos habla sobre Arguedas y su estrecha relación con el Valle del Mantaro, uno de sus ríos profundos.
José María Arguedas estuvo muy ligado, desde pequeño, al Valle del Mantaro. Vivió aquí, y aun después de emigrar, regresaba cada cierto tiempo. ¿Cuándo se inicia su relación con nuestro valle?
La primera vez que Arguedas llega al Valle del Mantaro es porque fue matriculado al colegio Santa Isabel, luego con su amigo Moreno Jimeno recorría toda la zona de Jauja, pero todavía sin ninguna intención de investigación. Posteriormente, a partir de 1952, regresaba, cada tres o cuatro meses, para terminar su tesis sobre las comunidades campesinas. Ahí inicia su recorrido permanente por nuestro valle.
El valle del Mantaro no fue sólo una inspiración literaria para Arguedas, sino también parte importante en su labor como investigador. ¿Cuáles eran sus mayores temas de interés?
El mayor tema de interés era el desarrollo económico de las comunidades y, ligado a éste, el problema del mestizo. Para Arguedas, esto era importantísimo porque en el mestizo se encontraba el futuro del Perú. Para él, todos los comerciantes, industriales, los artesanos o vendedores y productores agrícolas, en el mercado de Lima, eran mestizos. Entonces, este ser, en especial el xauxa-huanca, era el centro de su investigación y cómo se desarrollaban sus comunidades, teniendo como eje al mestizo.
Y Arguedas, ¿Cómo describe al mestizo huanca?
Lo describe como una persona libre, sin ataduras y sin ese servilismo que hay en otros lugares. Él identifica al mestizo huanca como una persona económicamente autónoma, que tiene sus propios medios como sus tierras y su ganado, que se mantiene solo. Eso le permite preservar sus danzas. Es más, esto le permite difundir su música a Lima y a muchos otros lugares.
Entonces, ¿Cuál era la posición de Arguedas con respecto al folclor?
Él fundó la revista “Folklore” del Instituto Nacional de Cultura, una publicación muy buena que lamentablemente ya no se edita. Para Arguedas, el folclor era la esencia, el espíritu del mundo andino y que convertido en danza, participaba en todas las labores económicas, como cuando se hace un camino, se construye una casa, cuando se ara la tierra; así, para él, todas las danzas están ligadas a las actividades económicas. “La Safacasa”, “La trilla” y más, se hacen con canciones. Con esto, Arguedas decía que el folclore es una poderosa arma para el desarrollo socioeconómico. Él tenía especial cariño a esto, por lo cual, en todas las investigaciones que yo he leído, la danza está vinculada con las cuestiones económicas y sociales.
¿Cree usted que después de Andahuaylas, el Valle del Mantaro fue uno de los lugares de mayor influencia para JMA?
Sí, pues en sus cartas y en sus escritos lo dice así. Arguedas pensaba que el desarrollo de las comunidades del Valle del Mantaro iban a estar muy bien representadas en su tesis, tanto de bachillerato como de doctorado. Aquí es donde él se da cuenta que, con el estudio del desarrollo socioeconómico del Valle del Mantaro, se haría profesional y lo marcaría para toda su vida.
Es así, que Arguedas pasó aquí muy buena parte de su existencia. Por lo mismo es inevitable trastocar su supuesta paternidad. ¿Cree usted que él tuvo una hija en Apata?
No, por cuestiones muy especiales, el trabajo me permitió conocer a Sybila Arredondo, la viuda de Arguedas, a Augusto García Cuadrado, familiar y amigo de Vilma Ponce en Apata, luego a Sergio Quijada Jara, que intervino en el proceso que sufrió Arguedas por esto. Es decir, que conocer a todas estas personas me ha formado una idea concreta que concluye en que Arguedas no podía tener hijos. Ahora esto se puede dilucidar con las pruebas de ADN, para salir de cualquier duda.
Existen muchas cartas en las que JMA habla sobre esto. ¿Hay alguna carta en la que él afirme su paternidad o es una mera especulación?
Él se sentía un padre, porque lo creía y probablemente esas cartas reflejan su creencia. Pero a mí me hace sospechar de por qué a partir de 1956, cuando se entera de muchas cosas, rompe definitiva y abruptamente toda relación con Vilma Ponce, después de haber escrito cartas tan amorosas y apasionadas como padre y como esposo. Tuvo que haber pasado algo tan fuerte que él ya casi no volvía al valle del Mantaro. Además de todo, esas cartas reflejan, para mí que las he revisado, su afán por ser padre, y de repente sabía que no podría serlo. Lo vuelvo a decir, esas cartas merecen ser analizadas muy cuidadosamente para poder entender qué pasó después de 1956, cuando no hubo ni una carta más.
Para terminar, ¿Cuál piensa usted, que en este centenario de su nacimiento, sería el mejor reconocimiento a su inmortalidad?
Bueno, habrían tantas cosas, pero me agradaría que el colegio Santa Isabel hiciera algo especial, ¿Por qué?, porque es en el Valle del Mantaro donde nace su afán de escritor, aquí se forma él con sus artículos en “Antorcha” o en “La voz de Huancayo”. Antes de ellos, no hubo ningún otro escrito de José María Arguedas. Aquí está la raíz de su obra, y eso debe ser algo muy especial para el Santa Isabel, para Huancayo y para todo el Valle del Mantaro.
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