Luis Cárdenas Raschio
Me invitaron a la fiesta del Señor Ccechccamarca de Izcuchaca, no perdí la ocasión y me fui a la fiesta durante tres días. Gocé de la víspera, donde servían calientitos y ponches sumamente agradables, bailando cuando quemaban los castillones al compás de una banda. Al amanecer del día principal nos sacaron de la cama a las 5:00 a.m. con la cantidad de cohetones que revientan al llegar el alba. Después de un suculento desayuno, con Mondongo, café con bollitos y panes riquísimos, especialmente preparados para esta fecha, acudí a la misa de fiesta y a la procesión de la Cruz del Señor de Ccechccamarca, alrededor del parque. Terminada la procesión, se tiene un descanso de dos horas, luego la cruz es llevada a la parte más alta del cerro.
Lo que me llamó la atención fue la forma como se nombra al nuevo mayordomo. Tienen una urna de madera y en su interior está la imagen del Señor de Ccechccamarca pintada en una lámina de metal. Desde la época de la colonia, esta urna es colocada a la entrada de la iglesia y el devoto o devota que desea pasar la fiesta el próximo año, carga la urna y, acompañado de la orquesta, recorre el perímetro de la plaza; luego, los amigos y parientes, se hacen anotar con sus ofrecimientos de ayuda para realizar la siguiente fiesta. Algunos regalan animales: toros, carneros, víveres, árboles y el “chapracuy”, además de músicos y mucho más.
Esta vez contaré sobre el ofrecimiento del “chapracuy”. Esta costumbre se realiza de la siguiente manera: los sembríos, por lo general, descansan una temporada, en este tiempo se llenan de arbustos de molle u otras plantas que invaden toda la “chacra”. Faltando seis meses para la fiesta, el prioste con amigos y pobladores, después de un buen desayuno, al compás de dos “pincuyeros” (músicos que tocan “tinya” y “pincullo”) se dirigen a uno de los campos y en ella se forman tres grupos, el primero de los mayores de edad, otro de los jóvenes y el último de los más muchachos
Se comienza a cortar y extraer las plantas que invadieron la “chacra” —tiene que sacarse la planta desde su raíz—, luego se va haciendo una especie de ovillo inmenso entrecruzando las ramas. Esta acción es acompañada de abundante chicha, cerveza y caña. Cuando las ramas son juntadas y dan una dimensión de tres a cuatro metros, se comienza a hacer rodar los ovillos desde la parte alta hacia la carretera. Las ramas se desprenden del conglomerado y, entonces, hay que juntarlas nuevamente, previo trago; así, trascurre el tiempo hasta que llega a la carretera donde espera un camión para trasladar todas las plantas extraídas. En esta parte baja, cerca de la vía, espera la esposa del prioste con todas las señoras de la localidad, quienes han preparado el almuerzo. Después de comer, todos vuelven al pueblo bailando.
Las plantas que cortaron se secan durante seis meses y se emplean para preparar los ricos bizcochuelos y rosquitas para hacer llegar a todas las personas, dos meses antes de la fiesta para que no se olviden de su ofrecimiento. El primer día para los pobladores del pueblo, el segundo día para los amigos de Huancayo y a la semana siguiente para los de Lima. La próxima contaremos sobre el “llantacuy”.
Se comienza a cortar y extraer las plantas que invadieron la “chacra”, luego se va haciendo una especie de ovillo inmenso entrecruzando las ramas.
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