Francisco Mucha
Como explicar este hecho: ¿por qué cada vez, con mayor frecuencia, se baila Santiago en Jauja y Tunantada en Huancayo?
En Huancayo, se cultiva una danza social de resistencia cultural, dedicada a los “wamanis”, o cerros, y al marcado de los animales, que a la llegada de los españoles fue calificada como pagana, pero que la inteligencia y sabiduría del poblador del valle hizo que perdure hasta hoy con una fórmula muy simple: colocar cruces en los cerros y ponerle el nombre del santo a caballo: Santiago. Más al norte, para los descendientes de los “Xauxas”, está la Tunantada, danza dramática cuyo origen todavía no está definido, de extraordinaria música sensible, con la elegante expresión de sus personajes enmascarados, cautiva a propios y extraños; es su carta de presentación.
El estudioso Raúl Romero asegura que: “El proceso del mestizaje en el Valle del Mantaro se aceleró desde comienzos del siglo XX, al resolverse los conflictos entre indios y mestizos, los unificó. Ayudó a preservar el lenguaje quechua y sus tradiciones culturales”. Por otro lado, Brayan Roberts y Horman Lon aseguran que la migración del poblador del valle, iniciada en 1901, por los enganchadores hacia los asientos mineros, entre ellos Morococha, tuvo un giro en su dirección desde 1940. El nuevo destino fue Huancayo. Entonces, las relaciones del poder económico de la Incontrastable se abren paso en la región. Merced al inicio de su desarrollo comercial, su intercambio económico con Lima empezaba a crecer.
Es más, la década del 60 registra un hecho determinante: la aparición de la Universidad Nacional del Centro del Perú, haciendo más atractivo su destino. Entonces, los campesinos de los pueblos, también de Jauja, que migraban a las minas de Morococha, aunque solo por temporadas, no tienen mejor idea que orientar su búsqueda de crecimiento económico y social en esta ciudad, asentándose principalmente en los distritos de El Tambo, La Florida, Pio Pata o la ciudad universitaria.
Cuando José María Arguedas llegó al Mantaro descartó una idea equivocada que tenía sobre el proceso de mestizaje en el valle: no encontró, en el paso de indio a mestizo, a pobladores atormentados, como pensaba, y refiere Raúl Romero, sino a un mestizo económicamente exitoso, alegre, orgulloso, con una cultura popular creativa y propia, pero con un proceso de modernización en su folclor donde aceptaba elementos venidos de occidente. Su diseño y organización, sistema de fiestas con santos católicos, instrumentos musicales que acompañaban a sus celebraciones: La Tunantada y el Santiago ejecutados por arpas, violines, clarinetes y saxos de procedencia europea.
Actualmente, es curioso cómo en Huancayo, en mayo, el mes de las cruces, ya no solo se danza la Chonguinada, sino que desde hace algunos años se inició una metamorfosis. Como fin de fiesta, las tonadas de la Tunantada toman cuerpo. Hoy, la Chonguinada acoge como propio el personaje del “chuto” que pertenece a la Tunantada. También se combina la una con la otra, durante la Fiesta de las Cruces de Mayo, en algunos lugares de Huancayo, o se da el “dos por uno”; osea, dos días de Chonguinada por uno de Tunantada.
¿Será que la música sentida y de gran plasticidad de los jaujinos cautiva tanto en Huancayo? Por otro lado, la Herranza, danza ritual y de resistencia, queda paulatinamente relegada. Distritos como Masma o Janjaillo, bastiones de ésta, se abren al Santiago, y ni que decir de pueblos como Muquiyauyo o Yauli, donde anualmente, desde algunos años atrás, en agosto, se desarrollan concursos o festivales de éste. En Jauja, entre agosto y setiembre, en los distritos o en algunos barrios de la misma capital de provincia, llevan al “santo cabalgado” a la iglesia, con el agregado del ingenio popular. La misa es “compartida”, ya que es oficiada también para el alma de los seres queridos que se fueron.
El vestuario de fiesta tiene las mismas características que en Huancayo y es alquilado en tiendas cerca de la plaza principal. La orquesta de pocos músicos da licencia al baile, aun cuando no se tenga animales, “ni siquiera un cuy que señalar”; también es huancaína, principalmente.
“La modernización de una sociedad globalizada tiene como efecto la homogenización de las culturas, agrupándolas en una sola”, dice el estudioso Barth. Asegura que los contenidos culturales de un grupo definido pueden cambiar con el tiempo. Aunque existe una salvedad. La conciencia étnica y las identidades múltiples de los pobladores están ligadas, también, a su demarcación territorial, historia, proyectos, arte y su lenguaje. ¿Seguiremos asegurando que la Tunantada sigue siendo de Jauja y el Santiago de Huancayo?
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