domingo, 4 de marzo de 2012

Luis Cárdenas Raschio y el Huaylarsh

Carlos Cóndor Ames

Como un homenaje póstumo al dilecto y entrañable amigo cultor y animador cultural, como lo fue cariñosamente don Luchito Cárdenas Raschio, narraremos el contenido, mensaje y la interpretación rituálica, simbólica de esta danza que identifica desde ya, no solo al pueblo Wanka, sino también a todos quienes lo practican a nivel local, regional, nacional e internacional.
Por cierto, con don Luchito compartimos momentos y actividades culturales muy importantes para el desarrollo cultural de esta región de Junín, convocados por la Municipalidad Provincial de Huancayo, para esbozar el contenido y sustento del porqué el Huaylarsh ha sido declarado patrimonio cultural de la nuestra nación. Así, él fue el estudioso y guionista del “Pagapu Wanka” llevado a cabo en el centro ceremonial y complejo arqueológico de Warivilca, así como también se le rindió homenaje en vida en la Facultad de Antropología de la UNCP, como en la Universidad Continental con un grupo de amigos.
Consecuentemente, tendremos que seguir bregando para hacer realidad el proyecto pendiente: declarar Patrimonio Inmaterial Cultural de la Humanidad la danza del Huaylarsh para cuyo efecto estamos coordinando con todos los cultores y el auspicio del Ministerio de la Cultura – Junín para consolidar el ansiado documento dejado por él.

Significado del Huaylarsh
Su pronunciación está sujeta al área cultural etnolingüístico que lo practica. Por cierto, es una danza muy alegre y festiva como rituálica de la sierra central, su origen data de épocas prehispánicas. Sus raíces coreográficas, simbólicas, iconográficas, estéticas y simétricas se caracterizan por ser colectivas, que por lo general se practica en pareja, hombre y mujer (walarsh - wambla) y se remonta con tradición a través de la fuente oral a actividades agrícolas, relacionadas con la época del florecimiento de la papa y el cultivo de la misma, que se realiza en los meses de carnavales, sincretizado en el santoral católico, después del miércoles de ceniza en febrero y marzo de cada año, dentro del calendario agrícola cíclico solar.

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