martes, 13 de agosto de 2013

DESLECTURAS (CLÁSICAS): ‘Las aventuras de Tom Sawyer’ / Mark Twain (Estados Unidos, 1835-1910)


Pilluelos sureños que sueñan literatura

‘Las aventuras de Tom Sawyer’ es una novela humorística que convirtió a Samuel Langhore Clemens —seudónimo de Mark Twain— en uno de los grandes autores de la narrativa estadounidense.

Representación de Tom Sawyer en la primera edición del libro (ilustración de True Williams).

Juan Carlos Suárez Revollar

Aunque no es la obra maestra de Mark Twain —lo es más bien su continuación: ‘Las aventuras de Huckleberry Finn’—, el protagonista de ‘Las aventuras de Tom Sawyer’, un niño soñador y granuja que da diarios dolores de cabeza a los habitantes del pueblo de St. Petersburg, Mississippi, es uno de los grandes personajes de la literatura. Con espíritu aventurero y mataperro, intenta emular lances propios de la ficción: hacer de pirata, bandido o buscador de tesoros. A su modo, se trata de un Quijote palomilla y taimado de pantalón corto, pero que no suele acabar herido por alancear molinos de viento.
Entre lágrimas porque creía que estaba muerto, su tía Polly diría una gran verdad sobre él: «No era lo que se llama malo, sino enredador y travieso». Tom alberga, entre tantas diabluras, sentimientos nobles y generosos, y lo demuestra al inculparse para salvar a Becky Thatcher (y no necesariamente para recuperar su amor), o cuando, a pesar del peligro que representa su antagonista en la novela, Joe el Indio, se le enfrenta al acusarlo en el juicio por asesinato contra Muff Potter.
La historia arranca como una novela de costumbres, con hechos sencillos, divertidos y muy realistas (como el engaño a varios niños para hacerles pintar una cerca) pero que pronto rebasan lo cotidiano. Así, más adelante somos testigos (y cómplices) de un asesinato, una fuga, así como de algunos robos e intentos de venganza.
Un móvil de las aventuras de Tom y sus amigos Huckleberry Finn y Joe Harper (los otros dos protagonistas) es la transgresión, como lo grafica una frase de este último: «No me gusta cuando no tengo a nadie que me diga que no lo haga». Como buenos transgresores, tienen la necesidad de hacer cosas prohibidas para niños de su edad, como beber o fumar (para presumir de su osadía ante sus camaradas, en vez de por el deseo simplón de ingresar al mundo de los adultos). En la pretensión de Tom y Huck de incursionar en el bandidaje no hay propiamente una intencionalidad maliciosa, sino la legítima aspiración —como ocurre en el ‘Quijote’— de imitar a los héroes novelescos, aunque, niños al fin, no comprendan el verdadero significado de cuanto hacen o dicen (un buen ejemplo es su intención de organizar orgías como los bandidos, pero sin saber qué significa esa dichosa palabra).
En el plano narrativo, el autor rompe la estructura lineal desde la aventura de la cueva e inserta en forma de secuencia temporal paralela el episodio del monte de Cardiff, donde Huck echa por tierra la venganza de Joe el Indio contra la viuda Douglas. Como en las aventuras librescas de las que Tom tanto gusta, la novela se resuelve con una gran coincidencia: el sorprendente hallazgo de un tesoro y la consiguiente muerte de Joe el Indio.
Entre muchas cosas, la novela es «una noble, una generosa, una magnánima mentira; una mentira que podía tenérselas tiesas y pasar a la historia», frase que usara el juez Thatcher para una de las travesuras de Tom, y que también podría definir a las grandes ficciones de la literatura.

MÁS DATOS: Mark Twain

Es el seudónimo de Samuel Langhorne Clemens (1835-1910), uno de los más importantes escritores estadounidenses del siglo XIX. Destacó por sus novelas humorísticas ‘Las aventuras de Tom Sawyer’ y ‘Las aventuras de Huckleberry Finn’, además de otras secuelas que tienen a Tom Sawyer como protagonista. También por ‘El príncipe y el mendigo’ o ‘Un yanqui en la corte del rey Arturo’ y el volumen de cuentos ‘La célebre rana saltarina del condado de Calaveras’.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe tu comentario aquí.