lunes, 21 de octubre de 2013

¿Valores ausentes?

Miguel Ángel Villalobos Caballero

Es conocido cómo en determinado tipo de sociedades existen muchos hogares sin padres o con la ausencia de uno de ellos, ya sea por el abandono, el divorcio, la muerte, las guerras, el terrorismo u otras razones. De esta manera, queda débil el hogar, a pesar de que siempre se necesita un o una guía, un líder o una lideresa para llevar adelante a la familia.
Por otro lado, también resulta desconcertante el desgobierno que se da en muchos lugares del mundo, debido a los alborotos u conflictos sociales que allí ocurren (disturbios, sediciones). La causa podría estar en la falta de ejercicio del principio de autoridad de manera exitosa por parte del Estado, situación peligrosa que si persiste, podría desembocar en eventos mucho más graves.
Estos dos escenarios nos llevaron a la siguiente reflexión, no para decir que lo uno es mejor o peor que lo otro, sino para que ambas sean corregidas de manera democrática —solo la democracia soluciona la democracia—.
 Se suele decir casi irreflexivamente que un hogar sin padres forma personas y grupos humanos sin afecto y con cierta predisposición hacia lo violento, inmoral o insociable, personas crueles y problemáticas que afectarían gravemente las bases de la sociedad; sin embargo, planteo esta interrogante: ¿qué tan cierto es que esta deficiencia, como es la ausencia familiar, permite que los niños o adolescentes sin padres crezcan con resentimientos o indiferencias hacia el mundo que los rodea?
El que les escribe, particularmente, no cree que una mala infancia o una deficiente adolescencia permita formar malos ciudadanos por más que lo digan los especialistas del tema, como son los psicólogos o los sociólogos. Creemos que la violencia o inmoralidad de las personas no se genera necesariamente por devenir de un hogar sin padres, eso, en realidad, es un pretexto o prejuicio social creado “para culpar de algo” a los menos favorecidos, con una realidad social (el desajuste emocional) que la misma humanidad no puede prevenir, ni curar.
Así  se sabe que muchos hijos de “padres bien” o de, al menos, aquellos que cuidan adecuadamente a sus hijos, no están exentos de tener problemas de toda índole con los suyos, por cuanto la formación de una persona no solo depende de lo que pasa dentro de un hogar, sino también de lo que ocurre en la sociedad; no olvidemos la interconvivencia diaria que tienen sus miembros con el mundo que está lleno de todo, como el bullying que es una nueva forma de violencia social contra sus mismos miembros (estudiantes, familiares, compañeros de trabajo) y que incluye a todos los sectores sociales en varias realidades del planeta.

  Por otro lado, es grave también que las autoridades no sepan ejercer su jerarquía con idoneidad y prudencia, lo que permite tantos males, uno de ellos la baja calidad de la institución, en comparación con otras que sí saben ejercer debidamente su autoridad moral y funcional. Así también se conoce de la existencia de ciertos “funcionarios problema” que, lamentablemente, son cargas pues aún no saben insertar en su mente la importancia de actuar con cooperación y solidaridad para el bien de la organización. Muy por el contrario, sus apetitos personales son tan mezquinos o su formación profesional tan deficiente que no permiten realizar la visión y misión que la institución tiene como paradigmas. ¿Usted qué piensa?

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