Pedro
Benavides
En una
pradera escondida del Valle del Mantaro, hace unos días, fue colocada la
primera piedra de la aldea ecológica de Tapován, por el líder de la misión
mundial Vrinda de bakty yoga, originaria de la India, Srila Atulananda Acharya,
culminando un festival de cuatro días que convirtió a Huancayo en la
capital cultural del misticismo védico.
El suceso,
lejos de pasar desapercibido en una metrópoli floreciente como la
Incontrastable, corroboró el interés de su pueblo por la literatura, la
filosofía y el estilo de vida de los estudiosos y practicantes del yoga.
En esta
perspectiva, la comunidad de yogas huancaínos, compuesta en su mayoría por
jóvenes emprendedores, invitó al reconocido poeta, sanscritista y traductor
Srila Atulananda Acharya, a dictar una serie de conferencias sobre la condición
humana.
El autor
llegó en compañía de poetas y monjes yoguis que cautivaron a la urbe con su
alegría y repertorio de canciones en idioma sanscrito. Centenares de jóvenes y
adultos colmaron los auditorios del Gobierno Regional y la Universidad
Continental, donde coincidieron con las enseñanzas del poeta sobre una
existencia vegetariana sin drogas, alcohol, tabaco o juegos de azar para lograr
la perfección, aplicando el pensamiento de Krishna.
Recitales
poéticos y presentaciones teatrales de textos de la literatura universal, al
estilo de la India, mostraron los avances de una sabiduría que es materia de
estudio y enseñanza en las más prestigiosas universidades del mundo, como un
fenómeno cultural, patrimonio de la humanidad.
El Valle del
Mantaro vibró con el encuentro auspicioso de dos culturas: la huanca y la
védica, por la búsqueda de alternativas de solución a los conflictos del ser y
de la vida moderna. Huancayo cuenta con cuatro centros de yoga pertenecientes a
escuelas hermanas, que la convierten en un centro cultural muy importante para
el desarrollo tangible del conocimiento acerca de la trascendencia, contenido
en tratados como el Bhagavad Gita que reúnen las enseñanzas de Krishna.
El festival
culminó con un recorrido por el Valle del Mantaro, la laguna de Paca y el
campo, en el distrito de Apata, donde fue colocada la piedra fundacional de
Tapován, la “Aldea de la Verdad Absoluta”, a orillas de un río que fue
bautizado con el nombre sánscrito de nuevo Yalangui o Sarasvati, en homenaje a
uno de los afluentes del Ganges.
Edificaciones
con materiales tradicionales como tapiales, adobe, madera y piedra, diseñados
como santuarios, residencias, con salas de meditación y auditorios, componen el
futuro “ashram” ecológico. Una comunidad para refugiar a los jóvenes sin
discriminaciones de raza, credo o posiciones sociales, como son las comunidades
de Vrinda, permitirá igualmente impulsar el turismo cultural y ecológico hacia
uno de los lugares más privilegiados por la naturaleza.
En esta
tierra, Acharya ofició, como se estila desde hace miles de años en la India,
una ceremonia del fuego en ofrenda a la Pacha Mama, dio iniciación mística a
siete nuevos “bakty” yogas y casó a dos parejas de devotos huancas con el colorido
ritual y vestimentas de la cultura védica. Además, metido hasta las rodillas en
las aguas del nuevo Yalangui, ofreció un recital de poesía trascendentalista,
entonando a la manera de los bardos de los tiempos antiguos, sendos cantos al
Río Ganges y la Pacha Mama. Los poetas invitados como Prabhu Autaria, Prabhu
Rupa y Prabhu Caitanya Gour Vanachary Das cantaron a la naturaleza.
A estos
originales actos culturales, pocas veces vistos en nuestra localidad,
asistieron intelectuales y místicos de Argentina, Brasil, Colombia, Chile,
Venezuela, Suiza, Perú y numeroso público de Jauja y Huancayo.
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