Medellín tiene una agenda cultural que se cumple escrupulosamente. Pero, más que una agenda, esta templada ciudad colombiana cree que la cultura es un instrumento para luchar contra los flagelos de la sociedad. Aunque cueste creerlo, Medellín ha reducido prácticamente a cero el “sicarismo” urbano (asesinatos a sueldo) aplicando una adecuada política cultural que, principalmente, se encarga de rescatar a niños y jóvenes de las calles e insertarlos en un mercado laboral estatal, privado o autogenerado.
Esto se convierte en un verdadero ejercicio de recuperación y reinterpretación de las memorias sociales y culturales, caracterizadas por la diversidad y la redención social de los grupos más vulnerables ante la delincuencia y la violencia.
El vehículo que se usa es la cultura en sus diversas manifestaciones: música, hip hop, gastronomía, teatro. Es el teatro la expresión más utilizada porque es la que más congrega y llama a los jóvenes.
En fin, mientras eso ocurre en Colombia, aquí en Huancayo opera un fenómeno contrario: ante la indiferencia, apatía y desconocimiento de las autoridades, el emblemático grupo de teatro Barricada, del importante dramaturgo y director teatral Eduardo Valentín Muñoz, está atravesando un difícil trance. Al descerraje arbitrario de la sala que usó por años en la Casona de la Cultura de Huancayo (Jr. Arequipa 599), se suma el secuestro de sus bienes, con lo que el grupo dramatúrgico más antiguo de la región queda inerme para seguir bregando por el desarrollo teatral de la zona.
En primer lugar, esta casona es materia de una profunda reflexión, pues, aunque pocos lo saben, tiene una connotación histórica y cultural muy grande: es una de las pocas construcciones de principios de la edad republicana y, en ella, el propio José María Arguedas fundó la Casa de la Cultura de Huancayo, en 1963, convirtiéndose más tarde en el Instituto Nacional de Cultura de Junín, hasta 2008. El propio Arguedas, cuando se interesó en la recuperación de Warivilca, despachó muchas veces en ella. Estos antecedentes la convierten, de por sí, en una reliquia, en un monumento que debe resguardarse. Son las autoridades municipales (¿tiene nuestra municipalidad una dirección o un regidor cultural?) las que debieron haber actuado de oficio para su salvación. ¿Y qué decir del INC? Paradojas del destino, este estamento abandonó (no queremos pensar que por miedo o porque los echaron) este patrimonio donde estuvo alojado por cuarenta y cinco largos años.
Por otro lado, legalmente, hay muchas cosas por aclarar: esta casona dice pertenecer al ciudadano Luciano Castro Ospina, pero para la Sath y la Sunarp los propietarios oficiales son Nancy Baldwin Pérez y sus hijos Jorge y Patricia Morales Baldwin.
Estos luctuosos hechos para el teatro huancaíno han concitado la preocupación de muchas instituciones ligadas al quehacer cultural: más de un centenar de grupos del Movimiento de Teatro Independiente del Perú (MOTIN) manifiestan su consternación y protesta por ello, y el propio Ernesto Ráez Mendiola (Director, con estudios en el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral - CELCIT) se ha sentido condolido al enterarse que Barricada fue expulsada de su salita teatral: “Es habitual que el común de las gentes ignore la grandeza de quienes la rodean. Nadie lleva una aureola que lo distinga especialmente por sus cualidades. Somos viandantes neutros, de misteriosas intenciones, arcanos sellados para los demás. Pero, no deberíamos serlo para nuestros hermanos”. Agrega: “¿No podríamos hacer un reclamo colectivo los miles de actores, directores, dramaturgos y técnicos del Perú Teatral para que sepan las autoridades del lugar, de este desatino que ofende a la cultura no sólo de Huancayo sino de todo el Perú y Latinoamérica? El Perú Teatral con sus miles de artistas es una fuerza. Sepamos emplearla para defendernos de la ignorancia en el poder y del poder de la ignorancia”.
Como los amigos del teatro peruano, como Ráez Mendiola, nosotros también creemos que todavía estamos a tiempo de salvar la Casona de la Cultura y, por supuesto, a Barricada.
Esto se convierte en un verdadero ejercicio de recuperación y reinterpretación de las memorias sociales y culturales, caracterizadas por la diversidad y la redención social de los grupos más vulnerables ante la delincuencia y la violencia.
El vehículo que se usa es la cultura en sus diversas manifestaciones: música, hip hop, gastronomía, teatro. Es el teatro la expresión más utilizada porque es la que más congrega y llama a los jóvenes.
En fin, mientras eso ocurre en Colombia, aquí en Huancayo opera un fenómeno contrario: ante la indiferencia, apatía y desconocimiento de las autoridades, el emblemático grupo de teatro Barricada, del importante dramaturgo y director teatral Eduardo Valentín Muñoz, está atravesando un difícil trance. Al descerraje arbitrario de la sala que usó por años en la Casona de la Cultura de Huancayo (Jr. Arequipa 599), se suma el secuestro de sus bienes, con lo que el grupo dramatúrgico más antiguo de la región queda inerme para seguir bregando por el desarrollo teatral de la zona.
Como Ráez Mendiola, nosotros también creemos
que todavía estamos a tiempo de salvar la Casona
de la Cultura y, por supuesto, a Barricada.
Por otro lado, legalmente, hay muchas cosas por aclarar: esta casona dice pertenecer al ciudadano Luciano Castro Ospina, pero para la Sath y la Sunarp los propietarios oficiales son Nancy Baldwin Pérez y sus hijos Jorge y Patricia Morales Baldwin.
Estos luctuosos hechos para el teatro huancaíno han concitado la preocupación de muchas instituciones ligadas al quehacer cultural: más de un centenar de grupos del Movimiento de Teatro Independiente del Perú (MOTIN) manifiestan su consternación y protesta por ello, y el propio Ernesto Ráez Mendiola (Director, con estudios en el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral - CELCIT) se ha sentido condolido al enterarse que Barricada fue expulsada de su salita teatral: “Es habitual que el común de las gentes ignore la grandeza de quienes la rodean. Nadie lleva una aureola que lo distinga especialmente por sus cualidades. Somos viandantes neutros, de misteriosas intenciones, arcanos sellados para los demás. Pero, no deberíamos serlo para nuestros hermanos”. Agrega: “¿No podríamos hacer un reclamo colectivo los miles de actores, directores, dramaturgos y técnicos del Perú Teatral para que sepan las autoridades del lugar, de este desatino que ofende a la cultura no sólo de Huancayo sino de todo el Perú y Latinoamérica? El Perú Teatral con sus miles de artistas es una fuerza. Sepamos emplearla para defendernos de la ignorancia en el poder y del poder de la ignorancia”.
Como los amigos del teatro peruano, como Ráez Mendiola, nosotros también creemos que todavía estamos a tiempo de salvar la Casona de la Cultura y, por supuesto, a Barricada.
ese señor morales baldwin es un sinverguenza yo tengo informacion sobre el que puede aclarar muchas cosas porfavor un correo donde contactarlos.
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