Semana Santa en Huancayo
Luis Cárdenas Raschio
Domingo de Ramos
Desde muy temprano los pobladores de la zona sur de Huancayo acudían a la capilla de Chilca, llevando un tallo grande de maíz con choclos; las “cotunchas”, muy elegantemente, tenían un rebozo de color y otras un pullo blanco largo con listados de colores y su manta a la espalda. Los esposos vestían un terno negro confeccionado de bayeta, camisa blanca y sombrero de paño negro; lo curioso de estos huancas era que el hombre iba adelante y a tres metros atrás, su mujer. Al llegar al río Chilca se lavaban los pies, ya que caminaban descalzos, con sus zapatos amarrados al hombro. Para contrarrestar el frío del agua se tomaban un cuartito de caña y a su arribo a la capilla, prendían una vela al Señor de Chilca. Luego esperaban la llegada del curita con su burro blanco, para que cargue la imagen del señor. Los feriantes al paso del recorrido de la imagen, le regalaban frutas, como también panes, especialmente los llamados “rascabuches”. Se acompañaba cantando y rezando con paradas en la esquinas, hasta llegar a la catedral para la bendición de las palmas. Al retornar a sus casas volvían guapeando y haciendo “jaypincruz”, en cada tienda, tomando su chicha con su curadito.
Viernes Santo
Durante la madrugada del Viernes Santo, los jóvenes y las familias iban a los cerros de la rinconada de Ocopilla, a traer yerbas y flores para darse un baño de purificación.
También en la madrugada, a las seis de la mañana, los abuelos con chicote en mano levantaban a todos de la cama, los hacían arrodillar y les daban una latiguera a grandes y chicos. Todos lloraban, porque el que no lo hacía, recibía más látigo. Se realizaba este acto para acompañar en su dolor a Jesucristo.
Al Sermón de las Siete Palabras asistía mucha gente, nosotros que éramos niños no entendíamos ni jota de lo que decían.
Después, salía un cajón donde estaba nuestro Señor muerto, recorría la calle Real hasta el Jr. Cajamarca, y luego volvía a la Iglesia Catedral. Nosotros los niños decíamos: “¿Por qué no lo llevan al cementerio si está muerto?”.
Todas las personas que acompañaban la procesión estaban de luto y las señoras con velos.
Domingo de Resurrección
A las cinco de la mañana, a todos somnolientos, nos llevaban para acompañar a la procesión del Pascualito. Los cohetones y castillos nos terminaban por despertar llegando al parque Huamanmarca. Íbamos corriendo a tomar ponche, comer picarones y el infaltable mondongo. Yo creo que lo mejor de la Semana Santa era la procesión del Pascualito Huanca.
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