sábado, 2 de abril de 2011

EL LIBRO QUE CAMBIÓ MI VIDA

Mi planta de naranja lima

Xiomara Coris Cáceres

El trance de brincar de la escuela al colegio suele ser complicado, más aún si meses antes terminaba de alejarme de los brazos de mi madre.

Debo confesar que me entristeció terriblemente aquella vigésima tercera edición de “El Ateneo”, impresa toscamente en papel periódico, con la portada apropiada y con el peculiar olor a antigüedad que apresaba cada una de sus páginas.

Esta novela marcó mi vida, porque al leer la historia de Zezé, aprendí a definir los sentimientos que tenía ocultos, que hasta entonces eran incomprensibles. Fue el inicio de una eterna pasión por la lectura, que si bien es cierto se me manifestó desde niña, nunca antes se apoderó de mis pupilas con tanta fortaleza.

Zezé y su hermosa planta de naranja-lima, me hicieron partícipe de cada uno de los jirones de sus historias, exprimieron mis lágrimas en cada párrafo, entretuvieron mis tardes de soledad, le enseñaron a mis días a madurar con prontitud, cobijaron mis dolores hoja tras hoja, y rosearon mi caminar confuso con pétalos de aprendizaje y aventura.

Me perdí dieciocho veces leyendo este maravilloso libro, dentro de los cuales, en su totalidad, me desvanecí llorando con rabia e impotencia apretando las heridas del niño de mirada dulce y cabecita traviesa, para que no sangrase más por tantos sucesos grises.

En conclusión, José Mauro de Vasconcelos me ayudó a salir del agujero en el que me encontraba cuando tenía doce años, incapaz de dejar atrás mis miedos y fracasos; me regaló a Portuga para que me recordase el color de la ternura y el tarareo del cariño verdadero.

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