Leonardo Mendoza Mesías
El Día del Padre es una celebración que varía de país a país, por ejemplo, en Perú, China, Jamaica, Reino Unido, Zimbabue, Estados Unidos y otros se les recuerda el tercer domingo de junio; algunos otros países lo celebran en fechas diferentes, como es el caso de Corea del Sur que lo hace en mayo o el Uruguay en julio. Este día en algunos lugares tiene ciertas connotaciones como es el caso argentino, cuya primera celebración fue el 24 de agosto de 1958 en honor a José de San Martin, llamado Padre de la Patria.
La primera celebración moderna del Día del Padre sucedió en Estado Unidos y su promotora fue la Sonora Smart Dodd, quien tomando como referencia las celebraciones que se le hacían a las madres, se le ocurrió hacer otra misa para homenajear a su padre, un veterano de la Guerra Civil que había enviudado quedando a cargo de cinco niños, criándolos como padre y madre. Es así como el primer día del padre tuvo lugar en Washington el 19 de junio de 1910. La voz se había corrido y la gente se unió a las celebraciones; pero, es en 1966 que el presidente Lyndon B. Johnson firmó una proclamación que declaraba el tercer domingo de junio como fecha para la celebración del Día del Padre.
Pero, ¿cuál es el avatar del padre? Es la de ser un maestro. Hoy en día, se distorsiona la imagen del “buen padre”, como el “proveedor”: aquel que satisface todas las necesidades materiales del hogar. Para que “no les falte nada a los hijos”, trabaja jornadas dobles y aún los fines de semana. Así se desgasta febrilmente, sin darse un respiro para disfrutar lo importante: la experiencia única de ver crecer a sus descendientes. Esta es la imagen ampliamente difundida por las sociedades de consumo como la nuestra.
Sin embargo, hoy, los padres van logrando vencer las tradiciones atávicas de ser meros proveedores, compartiendo más el goce de la crianza de los hijos y hablan de una nueva dimensión en la convivencia familiar. A pesar de los iracundos reproches de quienes pretenden perpetuar el tabú inmemorial de que cuando el padre se involucra emocionalmente con el hijo se torna suave como una segunda madre, y que si participa en el cuidado y atención del hijo se convierte en simple “mandilón”. Cada día son más los padres presentes en el quirófano en el momento del nacimiento de sus vástagos y en los cursos prenatales.
Se necesitan dos para engendrar un niño. También se necesitan dos para su desarrollo. La madre establece una comunicación vital con el hijo o hija desde el momento de la concepción. Interpreta las señales de temor en el infante y con mimos lo tranquiliza y conduce. Mientras que el padre da seguridad, confianza en el porvenir, establece los límites de la conducta infantil y cierra el círculo del amor que debe rodear al niño. El padre proporciona un elemento único y esencial en la crianza del hijo y su influencia es poderosa en la salud emocional. La madre dice: “con cuidado” y el padre dice: “una vez más”, estimulando a sus pequeños a subir la cima. El padre es catapulta del hijo.
Para terminar quiero aprovechar la oportunidad de hacer llegar mis saludos afectuosos, junto con Solo 4, a todos los padres de la región Junín y del Perú, jóvenes y mayores, a los que nos acompañan y a los que partieron, pero sobre todo a aquellos que luchan denodadamente por sus retoños y por lograr un futuro mejor. Feliz Día del Padre, querido padre.
El Día del Padre es una celebración que varía de país a país, por ejemplo, en Perú, China, Jamaica, Reino Unido, Zimbabue, Estados Unidos y otros se les recuerda el tercer domingo de junio; algunos otros países lo celebran en fechas diferentes, como es el caso de Corea del Sur que lo hace en mayo o el Uruguay en julio. Este día en algunos lugares tiene ciertas connotaciones como es el caso argentino, cuya primera celebración fue el 24 de agosto de 1958 en honor a José de San Martin, llamado Padre de la Patria.
La primera celebración moderna del Día del Padre sucedió en Estado Unidos y su promotora fue la Sonora Smart Dodd, quien tomando como referencia las celebraciones que se le hacían a las madres, se le ocurrió hacer otra misa para homenajear a su padre, un veterano de la Guerra Civil que había enviudado quedando a cargo de cinco niños, criándolos como padre y madre. Es así como el primer día del padre tuvo lugar en Washington el 19 de junio de 1910. La voz se había corrido y la gente se unió a las celebraciones; pero, es en 1966 que el presidente Lyndon B. Johnson firmó una proclamación que declaraba el tercer domingo de junio como fecha para la celebración del Día del Padre.
Pero, ¿cuál es el avatar del padre? Es la de ser un maestro. Hoy en día, se distorsiona la imagen del “buen padre”, como el “proveedor”: aquel que satisface todas las necesidades materiales del hogar. Para que “no les falte nada a los hijos”, trabaja jornadas dobles y aún los fines de semana. Así se desgasta febrilmente, sin darse un respiro para disfrutar lo importante: la experiencia única de ver crecer a sus descendientes. Esta es la imagen ampliamente difundida por las sociedades de consumo como la nuestra.
Sin embargo, hoy, los padres van logrando vencer las tradiciones atávicas de ser meros proveedores, compartiendo más el goce de la crianza de los hijos y hablan de una nueva dimensión en la convivencia familiar. A pesar de los iracundos reproches de quienes pretenden perpetuar el tabú inmemorial de que cuando el padre se involucra emocionalmente con el hijo se torna suave como una segunda madre, y que si participa en el cuidado y atención del hijo se convierte en simple “mandilón”. Cada día son más los padres presentes en el quirófano en el momento del nacimiento de sus vástagos y en los cursos prenatales.
Se necesitan dos para engendrar un niño. También se necesitan dos para su desarrollo. La madre establece una comunicación vital con el hijo o hija desde el momento de la concepción. Interpreta las señales de temor en el infante y con mimos lo tranquiliza y conduce. Mientras que el padre da seguridad, confianza en el porvenir, establece los límites de la conducta infantil y cierra el círculo del amor que debe rodear al niño. El padre proporciona un elemento único y esencial en la crianza del hijo y su influencia es poderosa en la salud emocional. La madre dice: “con cuidado” y el padre dice: “una vez más”, estimulando a sus pequeños a subir la cima. El padre es catapulta del hijo.
Para terminar quiero aprovechar la oportunidad de hacer llegar mis saludos afectuosos, junto con Solo 4, a todos los padres de la región Junín y del Perú, jóvenes y mayores, a los que nos acompañan y a los que partieron, pero sobre todo a aquellos que luchan denodadamente por sus retoños y por lograr un futuro mejor. Feliz Día del Padre, querido padre.
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