martes, 27 de diciembre de 2011

COLUMNA: EL BUEN SALVAJE

Jatunmayo: el río de los mil nombres

Sandro Bossio Suárez

Antes de la llegada de los españoles, el río Mantaro era conocido por los nativos huancas, como Jatun Mayo, que quiere decir “río grande”; y como Huanca Mayo, que significa “río huanca”, en la época de los incas.
Los conquistadores, al recalar en las tierras, fueron gratamente sorprendidos por tan magnífico río y el valle mismo, por lo que, se asegura, Francisco Pizarro mandó fundar Jauja. Herrera, el minucioso cronista español que escribió el itinerario del viaje pizarrista, declara: “al cabo de veinte días que estuvo Pizarro en Jauja, lugar de hermoso rio, prosiguió su camino, la vuelta a Vilcas”.
Tal fue la emoción que despertó la visión de la Mantaro, que en una relación oficial del cabildo de Jauja se lee: “Yo, el gobernador, llegué a esta ciudad ha cinco semanas, dejando hecho el pueblo i fundación del Cuzco con intención de hacer aquí lo mesmo por su calidad de aguas después de echados indios de Quito cerca de aquí, donde estaban faciendo daño en la tierra”.
En 1570, el propio virrey Francisco de Toledo, realizó un recorrido por todo el Perú y describió la magnificencia de nuestras aguas.
Simón Pérez de Torres, fue otro infatigable viajero que recorrió casi todo el Perú entre los años de 1586 y 1600. Al toparse con el río Mantaro y el hermoso valle que éste nutría, apuntó: “Del Cuzco torné a Guamanga: de ahí me fui al Valle de Xauxa, que está a quarenta leguas y tiene un río majestuoso, llamado por igual, y por Pariacuca me bajé a Lima”.
El padre mercedario Martín de Morúa, que escribiera su crónica en 1606, exalta la existencia de un “valle de muy buen temple y de mucho regalo, llamado Jauja, donde primero estuvo poblada la ciudad de los Reyes, aunque después la pasó el Marquez de Pizarro al valle de Lima, por no estar tan lejos del Puerto del Callao”.
Miguel de Estete, Pedro Cieza de león, Álvarez de Villanueva, y más tarde Markham, Limonier, Angrand, Raimondi (sobre todo éste último en su famosa enciclopedia “El Perú”, a raíz de la cual quedó sentado en nombre de Mantaro) y otros viajantes se ocuparon también de describir, fascinados, la belleza del Mantaro.
Con la llegada de los españoles, como obra en las crónicas indias, el nombre nativo del principal río del valle trocó a río Guadiana, dado por Hernando Pizarro al llegar a Bombón en 1533, Angoyacu (“río bravo”), río Azul y Guadalquivir. Antonio de Alcedo, en el I tomo del “Diccionario Geográfico Histórico de las Indias Occidentales o América”. En 1789, lo bautiza como Pari o Paria. También fue denominado Oraya, Gran Río, Upamayo (como aún se llama en sus cabeceras, en Junín). Durante el coloniaje adoptó el nombre de Xauxa, Haypacha, Oroya y otros.
En 1782, el franciscano Francisco Álvarez de Villanueva realizó un trabajo hidrográfico siguiendo el recorrido del río desde su nacimiento, en las cumbres de Junín, hasta la actual provincia de Tayacaja, donde se le denominaba Mantaro, por lo que toda la cuenca empezó a ser llamada así.
Mantaro, según varios estudios etimológicos, es una palabra de origen asháninka (lengua hablada por indistintas tribus de la Selva Central).

Los conquistadores, al recalar en las tierras, fueron gratamente sorprendidos por tan magnífico río y el valle mismo, por lo que, se asegura, Francisco Pizarro mandó fundar Jauja.

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