domingo, 23 de septiembre de 2012

COLUMNA: EL BUEN SALVAJE


Música para mis oídos

Sandro Bossio Suárez

No recuerdo las nanas de mi madre, ni las de mi abuela, que jamás entonaron nada, acaso solo las de mi tía Raquel, quien canturreaba suavecito para que me durmiera. Lo cierto es que el recuerdo más nítido que tengo de la música me remite a los huaynos y mulizas de Picaflor de los Andes. Recuerdo con más claridad las hermosas canciones “Corazón mañoso” y “Un pasajero en el camino”. Hasta ahora sigo pensando que este generoso cantautor huancaíno, junto con Zenobio Dhaga, son lo mejor que ha dado en música esta parte del país.
Todas las canciones de la Nueva Ola (sobre todo Tormenta, Rabito, Leonardo Favio, Leo Dan y Palito Ortega) acompañaron mi crecimiento, porque era la música que escuchaba mi tío Fernando en su radio portátil mientras se rasuraba, aunque también disfruté con mi madre a la Sonora Matancera (qué imborrables se me hacen las voces de Bienvenido Granda y Celia Cruz). Pero, no contento con estos bellos cubanos, ni con el trío Los Panchos, ni con Celina y Reutilio, también acompañaba a mi tía Maggi a escuchar tangos inolvidables (los de Libertad Lamarque me magnetizaban) y boleros eternos a mi padre (Vicentico Valdés, Lucho Gatica, los Hermanos Rigual, las geniales Xiomara Alfaro y Armando Manzanero).
Al entrar a la adolescencia, se arrimaron a mi vida los cantantes más simples, los más naturales, pero al mismo tiempo los más sentidos y arrolladores, que me sembraron la fascinación por la música romántica: Nino Bravo, Django, Miguel Gallardo, Camilo Sesto (su tema “Con el viento a tu favor” es apasionante y “mendigo de amor” inspiró la anécdota de todo un capítulo de una de mis novelas), Raphael (su canción “No puedo arrancarte de mí” me conmueve hasta las lágrimas), Miguel Bosé (su balada “Morir de amor” sigue siendo mi favorita). Hay una canción especialmente hermosa, “Porque te vas”, de Jeanette que no me deja vivir.
Existen cantantes poco conocidos de esa época ante quienes también me rindo: Albano y Romina (esposos talentosísimos); Amanda Miguel y Diego Verdaguer (otros esposos sobresalientes); Juan Pardo; Massiel; en fin.
Descubrí por entonces al más grande músico de mi vida, al que acompañó mis días desde entonces, al que tocó el fondo de mi corazón: José Luis Perales. Algún día escribiré una larguísima crónica con todo lo que me comunicaron sus canciones. Ahora solo puedo decir que se trata de un compositor extraordinario, descomunal, de una brillantez poética y musical inigualable: los más grandes éxitos de la música romántica han sido compuestos por él, incluyendo “Porque te vas”. Su canción “Buenos días tristeza” es una poesía genuina. Lo mismo puedo decir de la gigantesca capacidad de Juan Gabriel, el mexicano, para cautivar, envolver, indignar con cada una de sus canciones.
Mi interés por la música me llevó a explorar otros rumbos: el rock y el pop. Entonces aparecieron The Rolling Stones, The Beatles, los Bee Gees, los Village People, Tina Turner, Shocking Blue, que eran más antiguos pero recién descubiertos por mí. Llegué incluso a escuchar ‘thrash metal’ y ‘heavy metal’, pero, con honestidad, mi mollera apenas alcanzó para escuchar a Metallica y AC/DC. Entonces volví a los grupos de moda: Men at work, Alphaville, Baltimora, Aerosmith, Pink Floyd, Led Zeppelin, aunque también empecé a alternar con Janis Joplin, Joan Baez y los Guns and roses, de épocas distintas, revueltas, pero de talentos equiparables.
Mención aparte merecen The Police y Queen, dos bandas realmente geniales. El primero sencillamente excepcional. Excepcional por Freddie Mercury, por Brian May, por Roger, por Deacon, por todo. El segundo, a mi gusto, un grupo punk con pinceladas de reggae y no de rock clásico, pero precisamente por ello muy rico. Mis solistas de la época: Peter Shilling, Laura Branigan, Rod Stewart, Falco, David Bowie.
El rock alternativo también me sedujo: me encantan Dido, Radiohead, U2, Oasis, The Cramberrys. Los sigo escuchando.
Un bombazo remeció mi pequeño mundo en 1986: “Devuélveme a mi chica” de los Hombres G (a quienes vi en un concierto fenomenal no hace mucho y todavía con la misma fuerza). Luego vino todo el poderoso rock en español: sobreviven Virus (de los Moura, portentosos) y Soda  Stereo (de Gustavo Cerati, realmente deslumbrante).
En la universidad viré un poco mi interés musical y, extremándolo, me aficioné al gran Chacalón y al grupo Pintura Roja; y al mismo tiempo descubrí la música clásica, sobre todo la barroca, cuya textura me fascina: Vivaldi, Bach, Telemann, Rameau, Handel, Pachelbel, Albinoni. También escuché canto gregoriano.
Como periodista, he tenido la oportunidad de entrevistar a muchos músicos y cantantes, a Ricardo Montaner, a Olga Tañón (que me gusta mucho), a León Gieco, a Fito Páez, a Susana Baca, pero saboreo mejor la música desde mi sillón: disfruto con Lady Gaga, con Shakira, con Marc Anthony, pero también con Chabela Vargas, con Caetano Veloso, con Chico Buarte, con Omara Portuondo y con la deífica Cesárea Évora.
Ahora, a mi edad, he aprendido a escuchar de todo un poco.

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