Los 120 días de
Sodoma
El Marqués de Sade
Sus
ojos eran grandes, negros, y llenos de fuego, su boca extremadamente pequeña, y
adornada con los más hermosos dientes que se pudiese sospechar, tenía la lengua
delgada, estrecha, de un bello color rojo, y su aliento era más dulce que el
olor de las rosas. Sus senos eran rotundos, firmes y blancos como el alabastro,
sus flancos descendían deliciosamente hasta el culo más artísticamente formado
que la naturaleza había producido desde hacía mucho tiempo. Era completamente
redondo, no muy grande pero firme, blanco, rollizo, y sólo se entreabría para
ofrecer el agujerito más limpio, más gracioso y más delicado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe tu comentario aquí.