Séptimo
día
Alberto Benza
Mi
reloj funciona jalando unas pesas de hierro fundido una vez por semana. Los
primeros días, cada vez que el cucú salía a dar la hora, yo despertaba pensando
estar en un bosque. Llegó el séptimo día y tiré de las pesas para que trabaje
nuevamente, pero él no volvió a cantar. Enfurecido, abrí la puerta del reloj y
encontré al cucú empollando un huevo de otra ave.
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