El arte universal de ser niño
Sandro Bossio
Mariana es una niña que quedó huérfana
cuando apenas tenía tres años. Su padre, el gaditano Pedro de Castilla, no
puede con su crianza debido a sus viajes y, por ello, decide enviarla a casa de
su tía Catalina, en el virreinato del Perú. Así, al lado de su doncella Laura,
la pequeña Mariana (a quien su madre, desaparecida en un naufragio siete años
antes, llamaba cariñosamente “Mar”), empieza su aventura por el océano
Atlántico.
En el barco, como en la prodigiosa
imaginación de la niña, hormiguean las leyendas: esos mares están llenos de
piratas (sobre todo de los que están al mando del malvado Bramón); islas que
aparecen y desaparecen; viejos dragones alados que merodean sobre las peñas.
Mariana vive fascinada por esas historias, que pronto se hacen realidad cuando
un grupo de bucaneros (los mismísimos de Bramón), haciéndose pasar por
náufragos, toman el barco y planean asaltarlo. Mariana los escucha, pero teme
denunciarlos porque su fama de bromista ha llegado al límite. Lo bueno es que
Mariana, a expensas de su institutor Antonio, antes de embarcarse ha aprendido
el manejo de la espada.
Esta línea argumental se abre en un
rico entramado literario (un verdadero encaje colonial por decir lo menos),
donde se despliegan varias historias en una rica estructura llena de
rompimientos temporales y saltos cualitativos. Entre ellas, tenemos la historia
en retrospectiva de Bramón, Cobra (abuelo de éste), Sofía (madre de Mariana),
los antepasados del dragón Dorado, entre otros.
Más adelante, Mariana y sus amigos
llegarán a una extraña isla, donde la intrépida niña conocerá al dragón de oro,
que empieza a comunicarse con ella mentalmente y la llevará a conocer el
secano, donde Mariana vivirá lo inesperado.
Bajo tales premisas, y tal como la
literatura infantil tiene que mostrarse, esta novela goza de profundo lirismo y
mucha consideración por la inteligencia de los pequeños lectores. Se trata,
pues, de una obra con contenido humano y psicológico,
de plena realización estética, y con técnicas y recurso modernos que van más
lejos de las insustanciales historias para niños con las que autores menos
diestros menosprecian su capacidad intelectiva. Personalmente, nos regodeamos
en la ambientación histórica de la novela, que pone en relieve una cuidadosa
investigación y un envidiable dominio de escena.
Esto hace que la novela de
Córdova Rosas se acerque a la obra total en el género infantil, donde
encontraremos un hecho artístico, un hecho histórico, un hecho social, un hecho
psicológico y, por qué no, hasta un hecho editorial, pues se trata de un libro
de enorme acogida.
Escuchamos a menudo que la
literatura infantil tiene como características principales la trama lineal, los
lugares inmanentes, el estilo narrativo directo. Sin embargo, estas “recetas”
no siempre funcionan: la novela de Córdova Rosas, que fractura arriesgadamente
estos moldes, procede a la perfección con las nuevas perspectivas propuestas
por la escritora.
Estamos convencidos de que
la literatura infantil es un arte que recrea afectos y emociones; contenidos
humanos profundos; búsqueda de mundos incógnitos; así como sentimientos,
fantasía y aventura. Todo esto está en la obra de Córdova Rosas. Sin embargo,
estamos convencidos de que una obra infantil debe mostrar, sobre todo, respeto
por la inteligencia e integridad del lector, punto en el que nuestra autora
brilla, haciendo de esta obra (como todas las que firma) poesía, tradición,
drama, anécdota, una verdadera epifanía que ilumina el alma de ser humano que
es o ha sido niño.
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