sábado, 8 de enero de 2011

La umbilicalidad de Oquendo y Garciarosales


De muy niño, Gerardo Garciarosales, el poeta grande del Valle del Mantaro, conoció el verdor de la esperanza leyendo a Vallejo, Huidobro, Eguren, Xammar, Fayad Jamis y otros. Ese verdor –según dice él mismo– adquiere la tonalidad de una llama perpetua cuando leyó por primera vez el poema “Madre”, de Oquendo de Amat, y en ese momento comienza su búsqueda más consistente. Aquí una entrevista acerca de su recientemente publicado poemario, de Oquendo, de las añoranzas, de la vida.


¿Qué significa Carlos Oquendo de Amat para su poética?

El inicio del camino, Tal vez el final de mi actitud poética fue encontrar con mis manos aún ciegas “Cinco metro de poemas”. Entonces mi camino poético empieza a delinearse con más nitidez. Al final de este camino, podré disfrutar del verdadero silencio que me ha enseñado Oquendo: “como un recreo de niños que los hombres miran desde aquí distante…”


El peso de Oquendo de Amat es enorme en el desarrollo poético del Perú. ¿A qué se debe?

El valor de Oquendo no solo se siente en el Perú, sino fuera de América y en la propia Europa. La palabra de Oquendo recién ha comenzado a desoxidar el eje poético de otros continentes. Creo que es el nuevo inventor de la palabra, aunque aparentemente no dice nada o dice poco. Cuando empezamos a desmenuzar con detenimiento su poética, nos damos cuenta de su intencionalidad social y muy profunda. Su ironía fina se nota, por ejemplo, cuando duce “en Yaquilandia, el cow boy Fritz mató a la oscuridad”. Aquí está su apreciación sobre la dominación norteamericana. Y, ojo, que estamos hablando de la década del veinte del siglo pasado.

¿Y el grupo "Orcopata"? ¿Qué otros poetas puneños rescatamos?

De la misma forma como se le ha empezado a desentrañar a Oquendo, también se ha empezado a redescubrir al grupo Orcopata, ambos ocultados vilmente por el sistema. Gamaliel Churata, representa la otra vertiente de la poesía y el pensamiento andino. No olvidemos tampoco a Emilio Vásquez, Alejandro Peralta, Luis de Rodrigo, José Antonio Encinas, paradigmas del indigenismo peruano. Hay otros también.


¿Cuál es el valor de "Cinco metros de poemas"?

Uno de los valores de este gran breve libro, recae en su originalidad, pues se adelanta al pensamiento europeo, se adelanta al surrealismo europeo, a André Breton. Y en América deslinda posiciones con Vicente Huidobro, porque hasta la penúltima década del siglo pasado se pensaba que Oquendo había sido influenciado por Huidobro.


Usted vivió en Puno, ¿cree que la influencia de Oquendo se generó necesariamente allá?

Si la influencia se traduce como admiración, creo que sí. Me parece que ese influjo se dio principalmente en la conciencia y el respeto de ser poeta, en la utilización y la búsqueda de la palabra exacta, en la sonoridad, la musicalidad y el ritmo, sin dejar de nombrar la creación de la imagen, la metáfora y, sobre todo, en el ahorro de la palabra.

En su última etapa se nota, además, el sello propio de Garciarosales: la fuerza poética. ¿De dónde surge esa vitalidad?

Este sello es el resultado de esa búsqueda. Para mí es sumamente importante el manejo de la palabra como respuesta a la fascinación que me causa la vida. Por otro, lado creo en la juventud del alma. Este florecimiento constante de mi espíritu, me da la fuerza y vitalidad.


¿Hay nuevos proyectos literarios para este año?

Siempre hay nuevos proyectos. Uno de ellos lleva como título tentativo “Ecos de ceniza”. El otro, “Alisos blancos”. Por otro lado, estoy viendo la posibilidad de la publicación de mi obra poética reunida en una antología personal.

En su poemario “Oquendo: espejo de ciegos caminantes”, usted propone una novedosa propuesta artística.

Este libro es el producto de años de búsqueda. Creo que un poeta se renueva constantemente, pues la creatividad no es un acto ocioso ni de bohemia intrascendente; el escritor va experimentando a cada instante, entre el vivir constante de la existencia. Este es uno de mis grandes trabajos.

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